El presidente ruso, Vladimir Putin, advirtió que el premio Nobel de la Paz concedido a Dimitri Muratov, redactor jefe del diario Novaya Gazeta, crítico con el gobierno, no era un “escudo” que le pudiera proteger de su estatus de “agente del extranjero”.
Muratov, que dirige a los equipos del diario Novaya Gazeta, recibió la semana pasada el premio Nobel de la Paz junto a la periodista filipina Maria Ressa, en un contexto de creciente represión de los medios independientes en Rusia.
Entre los instrumentos de esta represión, figura la atribución del estatus de “agente del extranjero”, dado a numerosos periodistas y medios críticos con el Kremlin. Esta designación complica enormemente su labor.
Si Muratov “no infringe el derecho ruso, si no da motivos que justifiquen que sea declarado agente del extranjero, entonces esto no ocurrirá”, afirmó Putin el miércoles durante un foro sobre la energía, en Moscú.
El jefe del Estado ruso pidió que Muratov no “utilice el premio Nobel como un escudo” para incumplir la legislación rusa y “llamar la atención”.
“Sea cual sea su mérito, todo el mundo debe entender esto: hay que someterse a las leyes rusas”, insistió.
Las ONG denuncian con regularidad las presiones ejercidas contra los medios en Rusia, un país que ocupa el puesto 150 de 180 en el último índice de la libertad de prensa publicado por Reporteros Sin Fronteras (RSF).
Novaya Gazeta es uno de los últimos bastiones independientes del panorama mediático ruso.
El diario es famoso, sobre todo, por las investigaciones que ha realizado sobre la corrupción y las violaciones de los derechos humanos en Chechenia.
El compromiso de Novaya Gazeta le ha costado la vida a seis de sus colaboradores desde los años 1990, incluyendo la famosa periodista Anna Politkovskaya, asesinada en el 2006.