El Papa Francisco lamentó el domingo la guerra desatada en la tierra en que nació Jesús, donde la Nochebuena sólo trajo un nuevo derramamiento de sangre y una intensificación de los combates a lo largo de la Franja de Gaza.
Horas antes de la medianoche de la Navidad en Tierra Santa, las autoridades sanitarias palestinas informaron de
al menos 70 muertos en un ataque aéreo israelí en el centro de Gaza. La oficina del portavoz militar israelí dijo que estaba estudiando el informe.
Israel informó del mayor número de muertos en dos días para sus tropas en más de un mes.
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Por otra parte, el jefe del grupo militante Yihad Islámica se unió a las conversaciones en El Cairo, una pequeña señal al menos de que la diplomacia seguía viva.
No obstante, en Belén, la ciudad palestina de Cisjordania donde se cree que Jesucristo nació en un establo hace 2,000 años, el clero canceló las celebraciones tradicionales por primera vez desde que se tiene memoria.
“Esta noche, nuestro corazón está en Belén, donde el Príncipe de la Paz es rechazado una vez más por la lógica inútil de la guerra, por el choque de las armas que aún hoy le impide encontrar espacio en el mundo”, dijo el Papa durante la celebración de la Misa de Nochebuena en la Basílica de San Pedro de Roma.
Los cristianos palestinos celebraron antes una vigilia de Navidad en Belén con cánticos a la luz de las velas y oraciones por la paz en Gaza, en lugar de las celebraciones habituales.
No había un gran árbol, el centro habitual de las celebraciones navideñas de Belén. En las iglesias se colocaron figuras del Nacimiento entre escombros y alambre de espino en solidaridad con la población de Gaza.
Tras el fracaso de una tregua de una semana a principios de mes, los combates sobre el terreno no han hecho más que intensificarse, y la guerra se ha extendido desde el norte de la Franja de Gaza a toda la extensión del enclave.
“Día difícil”
El ejército israelí dijo que perecieron 10 de sus soldados en el último día, tras los cinco muertos del día anterior, sus peores pérdidas en dos días desde principios de noviembre.
“Esta es una mañana difícil, después de un día muy difícil de combates en Gaza”, dijo el primer ministro, Benjamin Netanyahu, en una reunión del gabinete el domingo. “La guerra nos está exigiendo un costo muy elevado; sin embargo, no tenemos otra opción (que) seguir luchando”.
En un mensaje de video posterior dijo que las tropas seguirán luchando en Gaza hasta la “victoria total” sobre Hamás, y añadió: “Estamos haciendo todo lo posible para salvaguardar la vida de nuestros guerreros”.
Israel se ha visto sometido en las últimas semanas a una presión cada vez mayor por parte de su aliado más cercano, Estados Unidos, para que reduzca su campaña militar y disminuya el número de muertes de civiles.
El ejército israelí ha lamentado la muerte de civiles, pero culpa a Hamás de operar en zonas densamente pobladas o de utilizar a civiles como escudos humanos, acusación que el grupo niega.
El viernes, Washington retiró por primera vez su veto a una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU sobre la guerra, permitiendo que se aprobara tras suavizar el texto que pedía el cese inmediato de las hostilidades.
Las gestiones diplomáticas por separado, con la mediación de Egipto y Qatar, para lograr una nueva tregua que permita liberar a los rehenes que siguen en manos de los militantes de Gaza han dado escasos resultados públicos, aunque Washington calificó de “muy serias” las conversaciones de la semana pasada.
La Yihad Islámica, un grupo militante más pequeño aliado de Hamás, declaró que una delegación encabezada por su líder en el exilio, Ziad al-Nakhlala, se encontraba en El Cairo el domingo. Su llegada se produjo tras las conversaciones a las que asistió el jefe de Hamás, Ismail Haniyeh, en los últimos días.
Hasta ahora, los grupos militantes han afirmado que no discutirán la liberación de rehenes a menos que Israel ponga fin a su guerra en Gaza, mientras que los israelíes dicen estar dispuestos a discutir sólo una pausa temporal en los combates.
Las conversaciones de El Cairo se centrarán en “las formas de poner fin a la agresión israelí contra nuestro pueblo”, declaró un responsable de la Yihad Islámica. La delegación reafirmará la postura del grupo de que cualquier intercambio de rehenes tendrá que garantizar la liberación de todos los palestinos encarcelados en Israel, “después de que se logre un alto el fuego”, dijo el funcionario.
Se cree que Hamás y la Yihad Islámica, que han jurado la destrucción de Israel, siguen reteniendo a más de 100 rehenes de los 240 que capturaron durante el asalto del 7 de octubre a ciudades israelíes, en el que mataron a 1.200 personas.
Desde entonces, Israel ha asediado la Franja de Gaza y ha arrasado gran parte de ella, con más de 20,400 muertos confirmados, según las autoridades de Gaza, y miles de personas más bajo los escombros. La gran mayoría de los 2,3 millones de habitantes de Gaza han sido expulsados de sus hogares y, según Naciones Unidas, las condiciones son catastróficas.
El sábado, el jefe del Estado Mayor israelí declaró que sus fuerzas habían logrado en gran medida el control operativo en el norte de Gaza y que ampliarían sus operaciones en el sur.
Sin embargo, los residentes afirman que los combates se han intensificado últimamente en los distritos del norte, sobre todo en Jabalia, que las fuerzas israelíes bombardearon con ataques aéreos durante la noche y el domingo. El sábado, los tanques se adentraron en la ciudad.
En la parte central de la Franja de Gaza, los médicos dijeron que seis palestinos murieron en un ataque aéreo israelí contra una casa en el campo de refugiados de Bureij, donde el ejército israelí ordenó a la población que evacuara y se dirigiera al oeste, hacia la ciudad de Deir Al-Balah.
Joudat Imad, de 55 años, padre de seis hijos, tuvo que abandonar una zona del campo de refugiados de Nusseirat, en el centro de Gaza, después de que un mapa publicado por el ejército lo marcara como un lugar que la gente debía evacuar.
“Tuve suerte de conseguir una tienda de campaña en Rafah”, dijo a Reuters por teléfono. “De ser propietario de dos edificios a refugiado en una tienda de campaña esperando ayuda, en eso nos ha convertido esta guerra brutal. El mundo está enfermo e inhumano porque no puede ver la brutalidad de Israel y no puede detener esta guerra de destrucción y hambre”.
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