Después de tres inviernos seguidos, el mal tiempo de La Niña ha llegado a su fin.
El enfriamiento de las aguas en el Pacífico ecuatorial ha cedido el paso a temperaturas más normales, lo que indica el fin del fenómeno climatológico que trajo sequías a California y Sudamérica e inundaciones a Australia, dijo el jueves el Centro de Predicciones Climáticas de Estados Unidos en su aviso final sobre La Niña.
“La Niña ha terminado”, dijo Michelle L´Heureux, una meteoróloga del centro, en una entrevista telefónica. “Es común que el océano vaya primero y luego le siga la atmósfera”.
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Tras esto, la influencia del Pacífico en el clima global se detendrá, aunque L’Heureux dijo que todavía podrían haber efectos remanentes en la atmósfera durante algunas semanas más, a medida que las aguas del océano regresen a temperaturas más normales.
El fenómeno de la Niña ha dominado los últimos tres inviernos del hemisferio norte, y esta es la tercera vez que ocurre desde 1950. Se le ha responsabilizado de la sequía en curso en California porque a menudo aleja las tormentas del estado. También se sabe que La Niña minimiza las nevadas en las ciudades de la costa este de Estados Unidos y trae más lluvias en el norte de Australia e Indonesia.
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El Niño
Tras el fin de La Niña, existe ahora la posibilidad de que aumente la temperatura en la superficie del Océano Pacífico a finales de este año y provoque lo que se llama El Niño.
Este otro fenómeno climatológico también altera los patrones climáticos globales, aunque de manera diferente a La Niña. El patrón sería capaz de generar un mayor número de tormentas invernales en el sur de Estados Unidos y condiciones más suaves en el noroeste del Pacífico, junto con condiciones secas y cálidas en Australia y lluvias más intensas en Argentina.
Los pronosticadores del clima estiman un 61% de probabilidad de que El Niño comience a aparecer en el Pacífico entre agosto y octubre, con pocos cambios con respecto al pronóstico mensual anterior.
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L’Heureux dijo que los meteorólogos dudan en respaldar tal perspectiva, ya que los modelos climáticos para La Niña y El Niño en marzo y abril tienden a ser menos precisos. Los meteorólogos llaman a esto la “barrera de la primavera”, ya que no hay consenso sobre lo que sucederá en seis meses.
El Niño durante el final del verano del Hemisferio Norte aumentaría la cizalladura del viento a través del Atlántico, lo que ayudaría a destruir los sistemas tropicales en ciernes y debilitaría los que pueden formarse. Eso reduciría la cantidad total de huracanes, disminuyendo las posibilidades de un golpe devastador en el Caribe, México o Estados Unidos.
Los huracanes del Atlántico se vigilan de cerca debido a su impacto en los mercados de gas natural, petróleo y agricultura, así como en la gran cantidad de personas que viven a lo largo de la costa del Golfo de México y Estados Unidos.