La mayoría de países están avanzando hacia una energía más limpia, según el Índice de Transición Energética 2020 (ETI, publicado este miércoles por el Foro Económico Mundial (FEM), que advierte sin embargo de que los progresos se están frenando y que el Covid-19 puede provocar un retroceso.
El informe clasifica a 115 economías según su capacidad de equilibrar su seguridad energética con la sostenibilidad ambiental, y está nuevamente liderado por Suecia, seguido de Suiza y Finlandia.
El país latinoamericano más avanzado en la clasificación es Uruguay, en el puesto 11, al que siguen Colombia, en el 25, Costa Rica, en el 27, y Chile, en el 29.
La mayoría de países (94 de los 115), han progresado hacia las energías limpias desde el 2015, asegura el FEM, pero alerta de que la pandemia del coronavirus y las alteraciones sin precedentes que está provocando pondrán en peligro la transición a las energías limpias si los países no actúan con urgencia.
Esta situación, afirma en un comunicado, “han desestabilizado el sistema energético global, lo que conlleva posibles retrocesos a corto plazo”.
La incertidumbre económica generada, alerta, podría también llevar a que el peso en la economía de los hogares de las facturas de servicios energéticos aumente en el futuro próximo.
El descenso en la demanda de energía y la volatilidad en los precios son algunos de los riesgos para el progreso en la transición energética, según el documento, que insta a los países a utilizar la crisis para reevaluar cómo producen, suministran y consumen energía, e incorporar cambios que ayuden al medioambiente.
Una de las sugerencias del organismo es que los paquetes de ayuda a la recuperación económica tengan en cuenta estrategias a largo plazo y sirvan para impulsar la transición a energías limpias y la adopción de sistemas energéticos inclusivos y sostenibles.
El coronavirus “ofrece la oportunidad de plantearse una intervención poco ortodoxa en los mercados energéticos y una colaboración global para apoyar una recuperación que acelere la transición energética”, afirma Roberto Bocca, responsable de Energía y Materiales del Foro Económico Mundial.
Este, recalca, es el momento de poner en marcha estrategias que lleven hacia “un sistema energético diversificado, seguro y fiable que, en última instancia, servirá para ayudar al crecimiento futuro de la economía mundial de forma sostenible y equitativa”.
Si bien un 75% de los países estudiados ha mejorado sus indicadores de sostenibilidad ambiental en los últimos cinco años, el FEM considera que los avances no son suficientes y resalta que precisamente la sostenibilidad es el indicador estudiado que menos progresa.
El índice ETI, mide, entre otras cuestiones, la limitación de los subsidios energéticos, la reducción de la dependencia de las importaciones, el aumento de los compromisos políticos para conseguir objetivos ambiciosos de transición energética y cambio climático, la inversión en energías limpias, innovación e infraestructuras y eficiencia energética, la eliminación gradual del carbón y la descarbonización de la industria.
La calificación para países como Estados Unidos, Canadá, Brasil y Australia se ha quedado estancada o ha descendido, en el primero de los casos sobre todo por su política medioambiental y en los otros por el papel del sector energético en sus economías.
Entre los países con mejoras anuales consistentes, el ETI destaca a Argentina (puesto 56), China (78), India (74) e Italia (26), mientras que entre los que descienden en su posición están Chile (29), Canadá, Líbano (114), Malasia (38), Nigeria (113) o Turquía (67).