El deshielo del permafrost crea terrenos inestables que afectan negativamente a importantes infraestructuras del Ártico, como carreteras o vías de tren. Ahora, un estudio constata que también influye, con cambios drásticos, en el fondo marino.
Este derretimiento del permafrost sumergido ha formado en algunas zonas submarinas profundos sumideros, algunos más grandes que edificios de seis pisos, y ha levantado unas colinas llenas de hielo llamadas pingos, concluye la investigación publicada en la revista PNAS.
Sus responsables son científicos del MBARI (Instituto de Investigaciones del Acuario de la Bahía de Monterrey), que afirman que este estudio es el primero en documentar cómo el deshielo del permafrost sumergido bajo el agua en el borde del océano Ártico está afectando al fondo marino.
Un comunicado del citado centro recuerda que numerosos estudios han demostrado que el deshielo del permafrost afecta negativamente a importantes infraestructuras del Ártico y su reparación es costosa.
Ahora, mediante el uso de tecnología avanzada de cartografía submarina, los investigadores del MBARI y sus colaboradores revelaron que se están produciendo también cambios drásticos en el fondo marino.
Charles K. Paull y su equipo realizaron cuatro estudios del fondo del mar de Beaufort, en el norte de Canadá, entre el 2010 y 2019.
El mar de Beaufort canadiense, una zona remota del Ártico, es accesible a los científicos desde hace poco tiempo, ya que el cambio climático impulsa el retroceso del hielo marino.
A profundidades de entre 120 y 150 metros, cerca del límite del permafrost sumergido, los autores observaron la formación de depresiones con lados pronunciados de hasta 28 metros de profundidad.
Los autores atribuyen las depresiones al ascenso de aguas subterráneas producido por el deshielo.
“Sabemos que se están produciendo grandes cambios en el paisaje del Ártico, pero esta es la primera vez que hemos podido utilizar la tecnología para ver que los cambios también se están produciendo en el mar”, resume Paull.
Esta investigación -agrega- revela cómo se puede detectar el deshielo del permafrost submarino y, una vez establecidas las líneas de base, realizar su seguimiento.
Mientras que la degradación del permafrost terrestre del Ártico se atribuye, en parte, al aumento de la temperatura media anual derivada del cambio climático ocasionado por el ser humano, los cambios en el fondo marino asociados al permafrost se derivan de cambios climáticos mucho más antiguos y lentos relacionados con nuestra salida de la última edad de hielo, señala el estudio.
Los rápidos cambios morfológicos asociados al descongelamiento activo del permafrost submarino pueden ser un proceso importante en “la escultura” del fondo marino en otros entornos, concluyen los autores.
Desde el 2003, el MBARI forma parte de una colaboración internacional para estudiar el fondo marino del Beaufort con el Servicio Geológico de Canadá, el departamento de Pesca y Océanos canadiense y, desde el 2013, con el Instituto de Investigación Polar de Corea.