Los graves problemas de falta de vivienda están provocando que un creciente número de canadienses cuestione la política migratoria del Gobierno de Justin Trudeau, quien tiene como objetivo aceptar casi 1,5 millones de inmigrantes entre 2023 y 2025, algo que podría poner punto y final a la “Trudeaumania”.
Una encuesta dada a conocer la semana pasada señaló que tres de cada cuatro canadienses, un 75% de la población, cree que los elevados niveles de inmigración que Canadá recibe cada año están provocando la crisis de la vivienda y los problemas del sistema sanitario.
Al mismo tiempo, la población, muchos de ellos personas que no han nacido en Canadá, reconoce que el país necesita inmigrantes para seguir creciendo económicamente.
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En septiembre, otra encuesta, esta realizada por la firma Nanos, reveló que el 53% de los canadienses quieren que el Gobierno reduzca sus niveles de inmigración para los próximos años.
Días después de la publicación de la encuesta de Nanos, el Gobierno canadiense anunció que tras más de una década de aumentos constantes en el número de inmigrantes aceptados cada año, a partir de 2026 la cifra se quedará estancada en 500.000, el mismo número que el aprobado para 2025.
Al anunciar el objetivo, el ministro de Inmigración de Canadá, Marc Miller, aceptó lo que los canadienses están expresando en las encuestas: los elevados índices de inmigración están impactando negativamente la vida de los ciudadanos.
“Lo que los canadienses y los economistas nos están diciendo es que tenemos que estudiar los impactos microeconómicos de la inmigración”, declaró Miller.
Desde que el actual primer ministro Justin Trudeau ganó sus primeras elecciones a finales en 2015 hasta cuando termine 2023, su Gobierno habrá admitido en el país 2,85 millones de inmigrantes. Además, entre 2024 y 2026 el objetivo es la llegada de otros 1.485.000 inmigrantes.
Esto representa 4,33 millones de nuevos llegados entre 2016 y 2026.
Anil Verma, profesor emérito de Rotman School of Management de la Universidad de Toronto y experto en inmigración, declaró a Efe que el problema no es la llegada al año de medio millón de personas.
“Yo vine como inmigrante a Canadá desde la India en 1971. He pasado toda mi vida adulta aquí y he tenido éxito en mi vida profesional. Soy un gran partidario de las política migratorias como herramienta”, explicó.
El problema, dijo, es el Gobierno canadiense no está coordinando sus políticas con las autoridades provinciales y locales de forma que la llegada de nuevas personas no suponga una pérdida de la calidad de vida.
“Canadá no está haciendo un buen trabajo a la hora de coordinar sus políticas. Y esa mala coordinación podría crear descontento social por los problemas con el sistema sanitario, las escuelas, la vivienda”, añadió.
La encuesta de Nanos indicó que la principal razón por la que una mayoría de canadienses quiere niveles inferiores de inmigración es la crisis de la vivienda.
El precio medio de la vivienda ha pasado de 365,700 dólares canadienses (US$ 270,893 o 248.834 euros) en enero de 2013 a 705,000 dólares canadienses en enero de este año aunque en ciudades como Toronto, la mayor urbe del país, o Vancouver, el precio medio de la vivienda se sitúa ya en alrededor de 1,2 millones de dólares canadienses.
El aumento constante del precio de la vivienda en la última década junto con la rápida subida de los tipos de interés desde principios de 2022 han hecho imposible para muchos comprar una casa en Canadá.
Según un informe del Royal Bank of Canada (RBC) de junio de 2023, en Toronto una familia tiene que destinar al menos un 79% de sus ingresos a costear la vivienda.
Eso a pesar de que Toronto es desde hace años un enjambre de grúas que trabaja de forma incansable levantando nuevas torres de viviendas, lo que, desde hace más de una década, ha convertido la ciudad canadiense en una de las urbes de más rápido crecimiento de toda Norteamérica.
En septiembre, un informe de la agencia federal Canada Mortgage and Housing Corporation (CMHC) estimó que para que la vivienda vuelva a ser asequible se necesitan construir 5,8 millones de viviendas para 2030. El problema es que, al actual ritmo, para 2030 sólo se habrán terminado 2,3 millones de viviendas en el país.
En medio de este descontento, los canadienses están buscando los culpables de la situación. Y las encuestas indican que la población apunta a Justin Trudeau.
El domingo, un sondeo de la firma Abacus Data colocó al opositor Partido Conservador con una intención de voto del 42%, 19 puntos por encima del Partido Liberal de Trudeau, que tiene un 23%.
El sondeo es el último de una serie que constata que la “Trudeaumania”, que arrasó el país en 2015 con una política puertas abiertas en temas migratorios, parece haber llegado a su fin.
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