
El presidente estadounidense, Donald Trump, lanzó una nueva ofensiva contra la Universidad de Harvard, acusando a la institución de ser un “desastre liberal” y atacando a uno de sus abogados, que también representa a su empresa.
“Harvard es una amenaza para la democracia, con un abogado que me representa y que, por lo tanto, debería ser obligado a dimitir inmediatamente o ser despedido”, afirmó en una publicación en Truth Social, en aparente referencia a William Burck, de Quinn Emanuel Urquhart & Sullivan.
Trump también tildó de “institución antisemita de extrema izquierda”, en momentos en que la prestigiosa universidad lucha en los tribunales contra la congelación de fondos decretada por su gobierno.
Desde su regreso a la Casa Blanca, Trump está intentando poner de rodillas a muchas universidades mediante amenazas de suspender la financiación federal, eliminar las exenciones fiscales o impedir la matriculación de estudiantes extranjeros con la excusa de que permiten el antisemitismo en sus campus.
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Varios senadores judíos acusaron el jueves a Trump de utilizar el antisemitismo como arma para imponer su ideario político y cercenar la libertad de expresión.
“Rechazamos cualquier política o acción que fomente o se aproveche del antisemitismo y enfrente a las comunidades entre sí; y condenamos inequívocamente la explotación de las preocupaciones reales de nuestra comunidad sobre el antisemitismo para socavar las normas y los derechos democráticos”, escribieron en una carta conjunta los senadores demócratas, entre ellos, el líder del partido en el Senado, Chuck Schumer.
Tras la demanda judicial presentada el lunes por Harvard contra el gobierno para exigir la restitución de los US$ 2,200 millones de fondos federales congelados, el republicano contraatacó este jueves desde su plataforma Truth Social.
“Harvard es una amenaza para la democracia” y “un desastre liberal”, dijo el magnate que se quejó de que la universidad haya admitido a estudiantes “de todo el mundo que quieren destrozar nuestro país”.
La víspera, Trump emitió una orden ejecutiva dirigida a la educación superior, que cambia la forma en que las autoridades federales deciden las universidades y colegios que pueden acceder a miles de millones de dólares de becas y préstamos estudiantiles.
La orden ejecutiva pretende tomar medidas drásticas contra lo que Trump califica como “discriminación ilegal”, es decir, cualquier medida que promueva la representación de “individuos de minorías raciales y étnicas”.
“Numerosas investigaciones”
En su demanda judicial, Harvard pide que se declaren ilegales la congelación de la financiación y las condiciones impuestas a las subvenciones federales, argumentando que las medidas equivalen a una injerencia política destinada a comprometer la independencia de la institución de la famosa Ivy League, que agrupa a ocho de las mejores universidades del país.
Trump y su equipo de la Casa Blanca justifican su campaña contra las universidades como una respuesta a lo que consideran “antisemitismo” incontrolado y a la necesidad de revertir los programas de diversidad destinados a abordar la exclusión histórica de las minorías.
La administración afirma que las protestas contra la guerra de Israel en Gaza que recorrieron los campus universitarios estadounidenses el año pasado estuvieron plagadas de antisemitismo.
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Muchas universidades estadounidenses, incluida Harvard, reprimieron en su momento las protestas, y la institución con sede en Cambridge puso a 23 estudiantes a prueba y denegó títulos a otros 12, según los organizadores de las protestas.
El presidente de Harvard, Alan Garber, dijo que la administración de Trump ha iniciado “numerosas investigaciones” a la universidad.
La lucha de Trump contra la diversidad se hace eco de las quejas de larga data de los conservadores que critican que los campus universitarios de Estados Unidos están inclinados demasiado a la izquierda, y dejan fuera a las voces de derecha.
En el caso de Harvard, la Casa Blanca está tratando de llevar a cabo niveles sin precedentes de control gubernamental sobre el funcionamiento interno de la universidad más antigua y rica del país y una de las instituciones educativas y de investigación más respetadas del mundo.
En la orden ejecutiva del miércoles, Trump alegó que “los estudiantes y contribuyentes estadounidenses se merecen algo mejor, y mi administración reformará nuestro disfuncional sistema de acreditación para que los colegios y universidades se centren en ofrecer programas académicos de alta calidad a un precio razonable”, dijo.
El abogado de Harvard
William Burck, que trabaja en casos políticos y corporativos de alto perfil, fue contratado en enero para desempeñar el cargo de asesor externo de ética de Trump Organization. En ese momento, Eric Trump escribió que estaba “orgulloso” de anunciar la contratación de Burck, al que describió como “uno de los mejores y más respetados abogados del país”.
Pero el jueves, Trump estaba molesto con Burck y dijo que “no es tan bueno de todos modos, y espero que mi gran y hermosa empresa, ahora dirigida por mis hijos, se deshaga de él lo antes posible”.
Burck no respondió inmediatamente a una solicitud de comentarios. Como asesor ético de Trump Organization, es responsable de revisar las decisiones corporativas, incluidas las transacciones de más de US$ 10 millones y los arrendamientos de espacios de más de 3.716 metros cuadrados.
Harvard contrató a Burck para ayudar a su presidente, Alan Garber, a lidiar con las exigencias de Trump de imponer cambios radicales en la universidad más antigua y rica de Estados Unidos. Cuando el gobierno amenazó con recortar miles de millones en fondos, Burck escribió el 14 de abril que Harvard no “renunciará a su independencia ni a sus derechos constitucionales”.
Horas más tarde, la administración congeló US$ 2,200 millones en subvenciones plurianuales, bajo el argumento de que Harvard no está luchando contra el antisemitismo en el campus y que debe hacer más para reformar la gobernanza, la disciplina y las políticas de contratación y admisión.
Burck ayudó entonces a Harvard a demandar a las agencias estadounidenses el 21 de abril, alegando que la congelación de los fondos amenaza su independencia y coarta la libertad de expresión.
Harvard forma parte de un grupo de universidades muy selectivas a las que la Administración Trump ha intentado obligar a cambiar sus políticas retirándoles la financiación, amenazando con revocar los visados de los estudiantes internacionales y sugiriendo que el servicio de impuestos internos podría quitarles la exención fiscal.
Con información de Bloomberg y AFP