Al regresar del feriado por el Día de Acción de Gracias, los estadounidenses se encontraron con nuevas medidas estrictas contra el COVID-19 en todo el país ante la previsión de las autoridades de salud de un agravamiento drástico de la epidemia después de las reuniones familiares del fin de semana largo.
El condado de Los Ángeles dio la orden de permanecer en casa para sus 10 millones de habitantes, y el condado de Santa Clara, en el corazón de Silicon Valley, prohibió los deportes tanto escolares como profesionales y decretó cuarentena para los que se alejaron más de 150 millas (240 kilómetros) del condado.
Nueva Jersey suspendió todos los deportes juveniles.
“Hay banderas rojas en materia de trayectoria en todas nuestras proyecciones de crecimiento”, dijo el gobernador de California, Gavin Newsom. “Si estas tendencias se prolongan, deberemos tomar medidas mucho más dramáticas, diría que drásticas”.
Los expertos en salud suplicaron a la gente que limitara los encuentros de Acción de Gracias a las personas con las cuales conviven. Sin embargo, casi 1.2 millones de personas pasaron por los aeropuertos del país el domingo, la cifra más alta desde el comienzo de la pandemia en marzo, y otros tomaron las autopistas para acercarse a familiares y amigos.
Ahora se les exhorta a estar atentos a cualquier señal de la enfermedad y solicitar la prueba inmediatamente si aparecen síntomas.
Algunas familias ya están sufriendo las consecuencias de los encuentros.
El padre de Jonathan Eshnaur, de Olathe, Kansas, empezó a sentirse mal durante la fiesta y dio positivo al día siguiente. Su madre está exhibiendo los síntomas y otras seis personas quedaron expuestas.
Las autoridades de salud exhortan a la gente a tomar precauciones hasta tanto haya una vacuna disponible, lo que previsiblemente no sucederá sino dentro de varios meses.
El lunes, la farmacéutica Moderna Inc. dijo que pedirá a los reguladores de Estados Unidos y Europa que autoricen el uso de emergencia de su vacuna contra el COVID-19 a medida que nuevos estudios confirman su efectividad. Pfizer también ha pedido la aprobación de su vacuna y espera empezar a aplicarla en Estados Unidos en diciembre.
El virus ha provocado más de 267,000 muertes y unas 13.4 millones de infecciones confirmadas en Estados Unidos. El país registra en promedio más de 160,000 casos diarios y más de 1,400 muertes, una cifra similar a la de mediados de mayo, cuando el epicentro estaba en la ciudad de Nueva York.
El domingo había 90,000 personas hospitalizadas con el virus, una cifra récord, y muchas instituciones médicas se encontraban en el límite de su capacidad.