Estados Unidos acaba de vivir una de esas semanas en las que, como dice la famosa cita de Vladimir Lenin, parece que pasaron décadas. Si Thomas Matthew Crooks hubiera disparado un par de centímetros a la derecha, o si Donald Trump no hubiera girado la cabeza, ahora estaría muerto. Por suerte, Trump no sufrió heridas graves. Y la fortuna también le sonrió de otras maneras.
En Florida, una jueza descartó el caso más contundente en su contra, y su debilitado adversario, Joe Biden, acaba de apartarse de la contienda electoral ante los crecientes llamados de los demócratas a retirarse. Esta semana, en la convención republicana en Milwaukee, la presencia de Trump se percibió como una señal de divina providencia. Los delegados vistieron gorras de béisbol que decían “45/47″. Esos números, que solían expresar una aspiración, hoy en día parecen una predicción.
Uno de los mejores argumentos que los demócratas pueden usar contra Trump es que amenaza las normas democráticas. Sin embargo, su valentía en el momento del tiroteo lo hizo parecer, aunque fuera por un momento breve, más un defensor de los valores estadounidenses que una amenaza contra ellos. Los llamados a la unidad que Trump hizo después refuerzan su afirmación de que es un líder fuerte en un mundo peligroso.
Sí, cualquier efecto que esto tenga en las encuestas podría ser temporal. En Estados Unidos imperan posturas tan partidistas que los nominados tienen encima un techo de hormigón armado. El ánimo conciliador de ambos partidos también se desvanecerá. Pero algunos de los efectos del tiroteo y sus consecuencias podrían perdurar.
LEA TAMBIÉN: Trump lanza un ataque publicitario contra Kamala Harris tras la renuncia de Biden
En primer lugar, esta semana ha dejado bien claro el dominio que Trump tiene sobre el Partido Republicano. En 2016, cuando el partido se reunió por última vez para nominarlo en persona, contaba con tan pocos partidarios de alto perfil que se le tuvo que dar un puesto prominente en la convención al director general de Trump Winery. Semanas antes de las elecciones de ese año, el entonces presidente republicano de la Cámara de Representantes declaró que ya no podía defender la conducta de Trump.
En enero de 2021, Trump fue sacado a rastras de la Casa Blanca en una situación vergonzosa. A principios de este año, Nikki Haley, antigua aspirante a la nominación, dijo que: “Muchos de los políticos que ahora apoyan a Trump públicamente, le temen en privado”. En Milwaukee, Haley se unió al grupo de personas que le dieron su respaldo, lo que convirtió a Trump en el primer candidato desde Richard Nixon en ser nominado en tres ocasiones por uno de los dos partidos principales del país.
Esta semana también dio pistas de la forma en que Trump gobernaría el país. En 2016, eligió a un socialconservador como compañero de fórmula, a fin de apaciguar a los electores provida. En la actualidad, está tan confiado de ganar que eligió a J.D. Vance, un antiglobalista elocuente que está en contra de las grandes empresas y la inmigración, pero a favor de los trabajadores y del movimiento MAGA.
Vance tiene poca experiencia y no contribuye nada para aumentar el atractivo electoral de Trump, además de que declaró que, de haber sido vicepresidente en aquel entonces, no habría certificado los resultados de las elecciones de 2020. Ahora, se ha convertido en el posible sucesor de Trump.
LEA TAMBIÉN: Kamala Harris, ¿la sucesora natural de Biden?
La política del movimiento MAGA, que comenzó como un vehículo errático para la ambición de un solo hombre, ahora parece ir rumbo a convertirse en un programa de gobierno que perdurará hasta mucho después del año 2028.
Una de las consecuencias es que el republicanismo de Reagan está prácticamente muerto. En años recientes, el Partido Republicano se ha congregado en torno a la personalidad, no la política pública. Sus miembros son defensores del libre comercio y partidarios de los aranceles universales; internacionalistas y aislacionistas; paladines del mundo corporativo estadounidense y personas convencidas de que las grandes empresas son entidades rapaces y antipatrióticas.
En el pasado, Trump ha complacido a todas estas personas lo suficiente para hacerles creer que de verdad está de su lado. El hecho de que el exmandatario haya elegido a Vance inclina la balanza hacia el eje del movimiento MAGA que más consterna a la economía de Estados Unidos y a sus aliados.
En materia de política exterior, Taiwán y Ucrania son casos de prueba sobre la visión de los republicanos de la época de Reagan de que a Estados Unidos le conviene apreciar el orden, las normas y las alianzas. En cuanto a Taiwán, no está clara la postura de Vance, aunque Trump afirma que la isla debería pagar por la protección de Estados Unidos contra China.
En lo que respecta a Ucrania, Vance ha ido más lejos que Trump, pues declaró que no le interesa qué bando gane, lo cual alarmó a los aliados europeos. Hace poco, se retractó de esos comentarios. La interpretación más esperanzadora es que Trump se dé cuenta de que permitirle a Vladimir Putin arrasar Ucrania lo haría ver débil, así como Joe Biden se vio débil cuando retiró a las tropas de Afganistán, y lo que más odia Trump es verse débil.
En cuanto a la economía estadounidense, la postura de Vance mezcla la cultura de los memes en línea con jerga de capital de riesgo y algunas políticas de izquierda que le encantarían a Bernie Sanders. Vance quiere que el Estado proteja a los obreros de la competencia y aumente el salario mínimo a 20 dólares la hora.
LEA TAMBIÉN: Joe Biden retira su candidatura de reelección a la Presidencia de Estados Unidos
Al igual que Lina Khan, presidenta de la Comisión Federal de Comercio que ha irritado a los jefes del sector tecnológico, Vance piensa que las grandes empresas tecnológicas deben desintegrarse. Asimismo, el candidato a vicepresidente pertenece a un movimiento de derecha que ve a las grandes empresas como antiestadounidenses porque extienden sus cadenas de suministro por todo el mundo.
Vance considera que restringir la inmigración y elevar los aranceles es una manera de incrementar la productividad nacional, mejorar la remuneración y fortalecer la industria estadounidense.
Si llegara a ser vicepresidente, las opiniones de Vance no se convertirían en automático en las posturas del gobierno de Trump. Este puesto es débil: un exvicepresidente dijo que “no sirve ni para taco de escopeta”.
Los seguidores de Trump afirman que le gusta rebatir opiniones contrarias en la habitación. Su comportamiento hacia Mike Pence no sugiere que le vaya a permitir a Vance dirigir la Casa Blanca mientras él juega golf. Sin embargo, Trump ya es mayor también: si gana, tendrá más años de los que ahora tiene Biden para cuando deje la presidencia. Además, un factor crucial es que las opiniones de Vance coinciden con la plataforma electoral vociferante de Trump.
MAGA 2030
Tras la convención en Milwaukee, Trump es más fuerte de lo que se creía posible hace unos meses. Los casos jurídicos en su contra ya no representan una amenaza, su partido le rinde pleitesía, las encuestas prometen una victoria avasalladora en el Congreso y la Casa Blanca. Por su parte, la Corte Suprema ha reducido el escrutinio jurídico sobre la presidencia y coartado la libertad de las agencias gubernamentales.
La posibilidad de una presidencia hegemónica de Trump preocupa a quienes creen, al igual que este periódico, que la política exterior debe ser más que una transacción, que el comercio internacional estimula la productividad y que la inmigración es una fuente de renovación y vitalidad. Pero cada vez parece más certero que eso es lo que les depara el futuro a Estados Unidos y al mundo.
LEA TAMBIÉN: Efecto Trump: tres impactos financieros para el Perú si gana las elecciones en EE.UU.
Comienza a destacar en el mundo empresarial recibiendo las noticias más exclusivas del día en tu bandeja Aquí. Si aún no tienes una cuenta, Regístrate gratis y sé parte de nuestra comunidad.