Durante su mandato, Donald Trump mintió más que cualquier otro presidente estadounidense de la historia. Amenazó con una guerra nuclear, dijo que los neonazis eran personas “muy finas”, tuvo un mal manejo de la pandemia e incitó a una insurrección en el Capitolio. Sin embargo, en las encuestas sigue casi al parejo con el presidente Joe Biden. Quien gane en noviembre (y por qué margen) será determinado por quienes yo llamo “enemigos de los dos”: aquellos que desconfían tanto de Trump como de Biden.
Cada semana, organizo grupos de discusión con los electores y siempre oigo a estos “enemigos de los dos”. Casi todos son moderados, educados y suburbanos. Tienen una sobrerrepresentación en los estados bisagra, sobre todo en los estados demócratas determinantes de Pensilvania, Wisconsin y Míchigan. Les produce frustración la tosquedad y mal funcionamiento de la política y lo que sienten sobre 2024 puede resumirse con lo que un elector me dijo hace poco: “En realidad, es una decisión repugnante”.
La mayoría siente como si estuvieran eligiendo uno de dos males. Asocian con Biden una serie de cosas negativas, desde la inflación y la delincuencia hasta el caos en la frontera. Y al mismo tiempo, los electores tienen amnesia de lo que hizo Trump. Han olvidado los atropellos, las rabietas diarias, los abusos de poder y la sensación de angustia que había en el ambiente durante sus años en la presidencia.
Para ganar las elecciones, la campaña de Biden debe recordarles a los electores las razones por las que Trump es particularmente inadecuado para el puesto. El presidente no tiene que convencer a cada elector indeciso de que él es su candidato ideal; solo tiene que presentarse como una mejor opción que Trump. Como suele decir: “No me comparen con el Todopoderoso, solo compárenme con la otra opción”.
LEA TAMBIÉN: Biden recibe crucial apoyo de los Kennedy mientras Trump sigue con juicio en New York
Lo que muchos electores sí recuerdan son los buenos tiempos antes de 2020. Muchos tienen recuerdos gratos de las bajas tasas de interés y del auge de la economía antes del COVID, pero Biden tiene que seguir subrayando que en la actualidad la economía está mejorando. Los electores tienden a ser un indicador lento del mejoramiento económico; muchos aún no han sentido el impacto de los acontecimientos positivos más recientes, como la baja de la inflación y el alza de los salarios.
Pero están comenzando a entrar en razón. Últimamente, ya casi no oigo que los electores hablen de que Estados Unidos esté en medio de la segunda Gran Depresión, pero si los escucho hablar más de cómo de modo gradual estamos saliendo adelante, lo que son buenas noticias para Biden.
Al mismo tiempo, los electores creen que el presidente está viejo, muy viejo. La preocupación sobre su edad surge en todos los grupos de discusión. Pese a que esta no es para nada una ventaja, el presidente debería adoptar por completo el papel de “viejo sabio”. Su gran desempeño en el discurso del Estado de la Unión el mes de marzo sirvió para contrarrestar algunas de estas inquietudes. En fechas recientes, ha puesto su edad en un lugar destacado de su publicidad.
Las inquietudes de los electores sobre Kamala Harris, la vicepresidenta de Biden, son más complicadas. Algo en lo que se insiste mucho sobre Harris es “¿Dónde está?”. Este puesto es notablemente ingrato y muchas de las quejas de la gente sobre Harris son las mismas que tenían sobre Biden cuando era vicepresidente.
Pese a que la gente casi nunca vota con base en la selección del vicepresidente, esta vez parece más apremiante porque muchos prevén que alguna cuestión de salud pueda incapacitar a Biden antes de que termine su mandato. La única manera de compensar este punto débil es ofrecerles a los electores un panorama claro del peligro que plantea Trump, dado que él es la única alternativa viable.
LEA TAMBIÉN: EE.UU. ha deportado a 690,000 migrantes desde que levantó el Título 42
Debido a que tantos electores en los estados bisagra elegirán el menor de dos males, el trabajo de Biden consiste en recalcar la idea de lo que implicaría un segundo mandato de Trump, lo cual requiere mandar mensajeros creíbles que les hablen de lo que les preocupa. Estos mensajeros deben verse, sonar, hablar y actuar como electores. En resumen, se necesitan personas comunes y corrientes. Mi organización, Republican Voters Against Trump (electores republicanos contra Trump), está recurriendo a los republicanos que votaron por Trump en ocasiones anteriores, pero que no quieren volver a hacerlo en 2024 y amplificando sus voces en los estados pendulares más importantes.
Por ejemplo, es posible que un testimonio de dos minutos de Dave en Pensilvania no pueda convencer a una madre de tendencias conservadoras en los suburbios de Filadelfia de que Biden sea en verdad un gran presidente, pero podría ser suficiente para convencerla de que cuatro años más de Trump son inaceptables. Al mismo tiempo, también ayudaría que quienes trabajaron para él en los más altos niveles y vieron de primera mano el caos que generó (personas como Mike Pence, James Mattis, John Kelly y Nikki Haley) hablaran, si no a favor de Biden, al menos sí en contra de Trump.
Muchos de los antiguos integrantes de mayor rango y respetados del gabinete de Trump creen que este no tiene las condiciones para estar en la presidencia; algunos, como John Bolton, su exasesor de Seguridad Nacional, y Mark Esper, su exsecretario de la Defensa, se han comprometido incluso a no votar por él. Una cosa es hacer declaraciones a los reporteros y otra muy diferente dirigirse al electorado en su conjunto. Para llegar a los electores más importantes, se requiere organización, publicidad y millones de dólares.
Si estos exfuncionarios en verdad creen que Trump es tan peligroso, la lógica dice que apoyen a la única persona que puede mantenerlo fuera de la Casa Blanca, incluso si no están de acuerdo con algunas de sus políticas o desearían que fuera más joven.
En este momento, Biden parece estar en desventaja, pero para eso son las campañas. Biden y su equipo tienen tiempo para cambiar las cosas. Trump y su movimiento perdió en 2020 (así como en las elecciones de medio mandato en 2018 y 2020). Esta vez, el camino hacia la victoria es a través de la gente que desconfía de los dos candidatos, pero que está abierta a dejarse convencer por alguno de ellos.
En 2020, una amplia coalición que incluyó a todos, desde los demócratas progresistas hasta los republicanos de principios, derrotó a Trump. No fue tanto una alianza en favor de Biden como una en contra de Trump. Si Biden desea de ganar en noviembre, esta debe volver a agruparse.
Sarah Longwell es editora de The Bulwark, un sitio web conservador de opinión y noticias. Conduce el pódcast “The Focus Group” y es directora ejecutiva de Republican Voters Against Trump.
LEA TAMBIÉN: Defensa de Trump en su juicio penal: “no hay nada malo en intentar influir en elecciones”
Comienza a destacar en el mundo empresarial recibiendo las noticias más exclusivas del día en tu bandeja Aquí. Si aún no tienes una cuenta, Regístrate gratis y sé parte de nuestra comunidad.