Goodwin Gaw está convencido de que la gente debe pensar que es “idiota” después de haber comprado por US$ 82 millones un complejo de oficinas embargado en San Francisco que antes pertenecía a Blackstone Inc.
Roger Fields, que recientemente adquirió una antigua oficina de Wells Fargo & Co. en el 550 de la calle California por US$ 40.5 millones, afirma que se necesita un “estómago de hierro” para comprar en este mercado.
Pero a pesar de todas las preocupaciones sobre un círculo vicioso potenciado por el trabajo híbrido pospandémico, la persistente falta de vivienda y una epidemia de fentanilo, San Francisco vuelve a atraer dinero. Impulsada por el auge de la inteligencia artificial y el repunte de la demanda inmobiliaria, la ciudad ha frenado años de declive demográfico y está creando empleo.
Los inversionistas que consideran que el sector inmobiliario ha tocado fondo no son los únicos que apuestan por la recuperación. Visa Inc. abrirá esta semana lujosas oficinas cerca de Oracle Park, el estadio de béisbol de los San Francisco Giants.
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Nintendo acaba de elegir el barrio de Union Square como sede de su segunda tienda en Estados Unidos, una señal de optimismo en un distrito comercial tan deprimido que los propietarios de su mayor centro comercial cedieron la propiedad a los bancos.
Anchor Brewing Co. está reabriendo sus puertas en su ciudad natal, un año después de que sus antiguos propietarios culparan a la pandemia y a la caída de las ventas del cierre de la cervecería artesanal más antigua de Estados Unidos. El nuevo propietario ―el multimillonario neoyorquino y fundador del fabricante de yogur Chobani, Hamdi Ulukaya― afirma que no solo apuesta por la empresa, sino también por San Francisco.
“Ambos están experimentando la magia del renacimiento”, dijo Ulukaya en un comunicado la semana pasada en el que anunciaba la adquisición.
La recuperación tiene sus límites. Es lenta y desigual, mientras que los problemas estructurales de la ciudad son profundos. Cerrar un déficit presupuestario proyectado de casi US$800 millones durante los próximos dos años ha requerido recortes en algunos servicios de la ciudad. San Francisco tuvo un récord de 806 muertes por fentanilo el año pasado. Todavía hay focos de delincuencia y desolación alrededor de Union Square y Moscone Convention Center, lo que disuade a los viajeros de negocios.
Pero hay cada vez más motivos para el optimismo, empezando por las riquezas subyacentes del área de la Bahía de San Francisco.
La región tiene más multimillonarios que cualquier área metropolitana del mundo y ocupa el segundo lugar después de Nueva York en el número de residentes con al menos US$100 millones en “riqueza invertible”, según Henley & Partners. Incluso para los que solo son acaudalados, el alza de las acciones ha ayudado a impulsar la prosperidad en el centro tecnológico del mundo.
La ciudad obtuvo un aumento neto de alrededor de 850 residentes en 2023, manteniendo su población en poco más de 840.000, según estimaciones estatales. Si bien el crecimiento es minúsculo, representa un punto de inflexión psicológico después de la disminución de la población durante la pandemia.
“La gente no se muda a un lugar si cree que está en un círculo vicioso”, dijo Ted Egan, economista jefe en San Francisco.
La ciudad sigue a la cabeza de Estados Unidos en desocupación de oficinas, con más del 36%, lo que supone un importante lastre económico. Pero la crisis ha empezado a estabilizarse a medida que las nuevas empresas de IA llenan algunos vacíos de las empresas tecnológicas.
El año pasado, OpenAI alquiló 46,450 metros cuadrados en la sede de Uber Technologies Inc. En mayo, Scale AI subarrendó unos 16,257 metros cuadrados de Airbnb Inc. La empresa de software Rippling cuadruplicó su espacio de oficina al ocupar nueve plantas en un edificio de California Street anteriormente ocupado por WeWork.
En una señal de que el mercado ha estado absorbiendo el exceso de capacidad, el espacio subarrendado disminuyó a 798,966 metros cuadrados en el primer trimestre desde un máximo de 891,869 metros cuadrados a mediados de 2023, según la correduría Newmark Group Inc.
Los inquilinos tradicionales, como empresas financieras y jurídicas, están volviendo al mercado. Las empresas no tecnológicas representan dos tercios de los inquilinos en el mercado en estos días, a medida que los abogados y otros trabajadores de servicios profesionales vuelven a la oficina y sus empleadores aprovechan las ofertas creadas por el exceso de vacantes.
“Ahora solo el 33% de la demanda es del sector tecnológico, casi exactamente lo contrario que antes del covid”, afirma Roman Adler, agente de Newmark en San Francisco.
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Fields adquirió el antiguo edificio de oficinas de Wells Fargo con un descuento del 63% sobre su precio de venta en 2005, según consta en los registros de la propiedad. Ahora ofrece espacio a US$ 3.7 el metro cuadrado (US$ 40 el pie cuadrado), aproximadamente la mitad de los alquileres que se piden en otros lugares del distrito financiero, y firma un nuevo contrato de arrendamiento a la semana.
“Estamos avanzando en este proceso”, afirma. “A medida que digerimos el dolor, llegará la curación”.
La firma de Gaw había sido propietaria anteriormente del complejo de oficinas que obtuvo en una venta de préstamo en diciembre por aproximadamente un tercio del precio de US$ 245 millones de 2018, cuando vendió el campus de Jackson Square a Blackstone.
El precio de ganga y la ubicación en el distrito con la tasa de desocupación de oficinas más baja de San Francisco lo hicieron sentir como una apuesta segura, dijo Gaw, presidente de Gaw Capital Partners, una firma inmobiliaria con sede en Hong Kong.
“Estoy seguro de que la gente piensa que soy un idiota”, dijo. “Pero es Jackson Square, de poca altura, frente a un parque”.
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Oficinas de Visa
Las nuevas oficinas de Visa se encuentran en una torre de 13 plantas que es la pieza central de la nueva urbanización Mission Rock, de US$ 1,500 millones.
Diseñado para atraer a la gente de vuelta a la oficina, el nuevo edificio da a un parque frente al mar, a una playa de arena blanca y al estadio de béisbol. Las zonas comunes tienen vistas al campo del equipo, mientras que un mirador al aire libre cuenta con sofás y un fogón.
“La gente ha vivido en San Francisco toda su vida y nunca ha experimentado una vista de la ciudad desde este ángulo”, dijo Herb Canada, director de inversiones de los San Francisco Giants, codesarrolladores de Mission Rock junto con Tishman Speyer y el Puerto de San Francisco, antes del corte de cinta del proyecto el 6 de junio.
A pesar de sus dificultades, San Francisco no ha perdido su instinto festivo. El pasado fin de semana, la superestrella DJ Skrillex ofreció un concierto para 25,000 fanáticos, entre ellos el alcalde London Breed, en la plaza del centro cívico, frente al ayuntamiento, un lugar que se había hecho famoso por el tráfico de drogas. Las entradas se agotaron en una hora.
En Chinatown, nuevos mercados nocturnos con puestos de comida al aire libre, música y bailes bajo los tradicionales farolillos rojos están atrayendo a multitudes a un barrio duramente golpeado por la pandemia y una oleada de delitos de odio contra los asiáticos.
El concepto, que se puso en marcha el año pasado durante la Cumbre de Cooperación Económica Asia-Pacífico para dar la bienvenida a dignatarios internacionales, ha resultado tan popular que ahora se celebra mensualmente. Los comerciantes que luchan por recuperarse ganan hasta US$ 10,000 por evento y están contratando a nuevos trabajadores, dijo Lily Lo, cofundadora de BeChinatown, organizadora del evento.
“Nunca esperé que la comida se agotara en una hora”, dijo en una entrevista. “Estamos viendo mucha gente joven y de toda la bahía. Esto está dando nueva vida a Chinatown”.
Manny Yekutiel, un activista comunitario que ayudó a financiar los mercados nocturnos, ha recaudado US$ 10 millones de donantes privados y corporativos, entre ellos Michael Moritz, Chris Larsen, Salesforce Inc, Gap Inc y Levi Strauss & Co, para organizar actividades callejeras en barrios de toda la ciudad.
El mes pasado, en una fiesta callejera denominada First Thursday en el distrito financiero, Yekutiel dijo que los organizadores habían previsto la presencia de 10,000 personas, pero dejaron de contar cuando iban en 15,000, después de que se dañaran sus monitores.
“El ambiente es electrizante”, afirma Yekutiel. “A la gente le encanta esta ciudad y habíamos tenido mucha prensa negativa. Hay un interés renovado por volver. La gente está preparada para esto”.
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