(Foto: Getty)
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Millones de trabajadores en los últimos meses han regresado a sus oficinas equipadas con nuevos protocolos para hacer frente a la pandemia que apuntan a mantenerlos sanos y seguros. Pero los controles de temperatura y las barreras de plexiglás entre los escritorios no pueden evitar uno de los comportamientos más peligrosos para la propagación del COVID-19 en el lugar de trabajo: el deseo irresistible de interactuar.