Senadores estadounidenses asestaron un golpe mortal el miércoles al proyecto de reforma electoral impulsado por el presidente Joe Biden para defender el derecho al sufragio de las minorías.
Los senadores se negaron a iniciar el único procedimiento que podría haber permitido a los demócratas someter a votación este proyecto sin los votos de los republicanos, que se oponen enérgicamente a este texto.
“Estoy profundamente decepcionado de que el Senado no haya defendido nuestra democracia. Estoy decepcionado, pero no disuadido”, dijo Biden en Twitter, después de una votación en la cámara.
“Seguiremos avanzando hacia la legislación necesaria y presionando para que se realicen cambios en los procedimientos del Senado que protegerán el derecho fundamental al voto”, añadió.
Los demócratas y los activistas por el derecho al sufragio defendieron el proyecto como una respuesta necesaria a los esfuerzos republicanos por restringir el voto, especialmente entre los negros y latinoamericanos.
“Sé que esto no es 1965. Eso es lo que me indigna tanto. Es el 2022 y están eliminando descaradamente más lugares de votación de los condados donde los negros y los latinos están sobrerrepresentados”, reclamó el demócrata de Nueva Jersey Cory Booker en el Senado. “No lo estoy inventando. Es un hecho”, remarcó.
Estados gobernados por conservadores pasaron el último año aprovechando las infundadas afirmaciones del expresidente Donald Trump sobre el fraude electoral en las elecciones de 2020 para introducir una serie de regulaciones que complican el ejercicio del sufragio.
El proyecto impulsado por Biden habría garantizado el derecho a la votación por correo, las urnas y al menos dos semanas de votación anticipada, además de convertir el día de las elecciones en feriado nacional.
También procura impedir la práctica de rediseñar los distritos a favor del partido gobernante y habría requerido que los estados con historial de discriminación obtuvieran autorización federal antes de cambiar la ley electoral.
Pero los 50 senadores republicanos votaron en contra de las reformas, argumentando que restricciones como limitar la votación por correo e insistir en la identificación de los votantes eran simplemente de sentido común.