La administración Trump ha bombardeado repetidamente a Huawei Technologies Co. desde el inicio de una campaña por desviar el dominio tecnológico de China. El último golpe amenaza con paralizar al campeón tecnológico del país.
El próspero campus de Huawei en el sur de China está sumergido en un estado de emergencia desde que el Departamento de Comercio prohibió en mayo la venta de cualquier chip fabricado con conocimiento técnico de Estados Unidos, un golpe directo al aparato semiconductor y sus aspiraciones en campos que abarcan desde la inteligencia artificial hasta los servicios móviles.
Según personas familiarizadas con el asunto, sus reservas de ciertos chips de diseño propio esenciales para los equipos de telecomunicaciones se agotarán a principios de 2021.
Ejecutivos estuvieron de reunión en reunión en los días posteriores a las más recientes restricciones, según una persona que participó en las discusiones. No obstante, la compañía no ha logrado hasta ahora definir una solución para las restricciones, agregaron, pidiendo no ser identificadas dado que el asunto es privado.
Si bien Huawei puede comprar chips móviles disponibles en el mercado o de un tercero como Samsung Electronics Co. o MediaTek Inc., no lograría obtener suficientes y tal vez tendría que llegar a compromisos costosos que afectarían el rendimiento de los productos básicos, agregaron.
Lo que teme la alta dirección de Huawei es que Washington, después de un año de sanciones que no han logrado reducir significativamente el rápido crecimiento de la compañía, finalmente ha descubierto cómo aplastar sus ambiciones.
Las más recientes restricciones son la cereza sobre un ataque concertado contra la compañía tecnológica más grande de China que comenzó hace años, cuando la Casa Blanca intentó cortar el flujo de software y circuitos estadounidenses, presionó a aliados desde el Reino Unido hasta Australia para que prohibieran su equipo de red e incluso persuadió a la policía canadiense para que detuviera a la hija del fundador.
Sin embargo, las últimas medidas son un golpe más preciso dirigido a HiSilicon, la división secreta creada hace 16 años para impulsar la investigación en campos de vanguardia como chips de inferencia IA.
La importancia de esta unidad aumentó precisamente porque es percibida como un salvador en una era de contención estadounidense, y su silicio ahora iguala el de rivales como Qualcomm Inc. y alimenta muchos de los productos de Huawei: Kirin para teléfonos, Ascend para IA y Kunpeng para servidores.
Ahora esa ambición está en duda. Todos los fabricantes de chips del planeta, desde Taiwan Semiconductor Manufacturing Co. hasta Semiconductor Manufacturing International Corp. de China, necesitan mecanismos de empresas estadounidenses como Applied Materials Inc. para fabricar conjuntos de chips.
Si Washington se toma en serio cerrar ese grifo, Huawei no podrá sacar al mercado real el silicio avanzado que diseña, frustrando así sus esfuerzos por crear sus propios procesadores para dispositivos móviles y chips de radiofrecuencia para estaciones base 5G, apenas dos de los componentes internos más vitales. Las restricciones de Trump tienen implicaciones en el lanzamiento 5G de China, para el cual Huawei es, de lejos, el proveedor dominante.
La prohibición “se centra en chips diseñados por HiSilicon, que representan la mayor amenaza para EE.UU.”, escribió a finales de mayo Edison Lee, analista de Jefferies.
Las nuevas restricciones podrían resultar más efectivas que las anteriores porque eliminan de la ecuación al fabricante de chips elegido por Huawei. En teoría, cualquier fabricante de chips puede solicitar al Departamento de Comercio la aprobación para semiconductores diseñados por Huawei, y la opinión está dividida en ambos lados del Pacífico sobre los límites que permitirá la agencia para proceder con los envíos.
Pero si opta por imponer las nuevas restricciones a capa y espada, HiSilicon ya no podrá presentar sus diseños a TSMC ni a ningún fabricante extranjero contratado. Además, pares locales como SMIC normalmente operan dos generaciones menos que TSMC.
De hecho, las restricciones podrían interrumpir severamente la producción de algunos de los productos más fundamentales y visibles de la cartera de Huawei, incluidos los cerebros Kirin y los chips de comunicaciones de futuros teléfonos 5G, chips de aprendizaje de IA para sus servicios y servidores en la nube y los tipos más básicos de chips para redes.
La fabricación moderna de chips en los niveles más altos simplemente no puede ocurrir sin equipo estadounidense de materiales como Applied Materials, KLA Corp. y Lam Research Corp.
A la larga, la falta de suministros constantes de chips internos interrumpirá la gran ambición de China de desafiar a EE.UU. para lograr la supremacía tecnológica mundial. Más inmediatamente, amenaza con reducir la crucial implementación de 5G por US$ 500,000 millones de China, una pieza clave de la visión estratégica a largo plazo de Pekín.
Huawei es central en la iniciativa de nueva infraestructura de Pekín por US$ 1.4 billones que le otorgaría el liderazgo en tecnología 5G. Ahora no está claro si puede cumplir los más de 90 contratos que se ha ganado hasta el momento para construir redes para operadores locales como China Mobile Ltd. y otros operadores de todo el mundo.
La incertidumbre de no solo cumplir con los contratos, sino también en torno a la capacidad de Huawei para mantener las redes de los clientes una vez que estén en funcionamiento, también podría asustar a posibles clientes futuros.
Internamente, los ejecutivos tienen la esperanza de encontrar una solución alternativa y están repitiendo el mismo mantra de hace un año: prescindir de la tecnología estadounidense no es imposible.
“La buena noticia es que todavía tenemos tiempo”, dijo una persona involucrada en la gestión de la cadena de suministro de Huawei. El “rediseño de la arquitectura y suministro de chips toma tiempo, pero no es imposible”.