
Jerome Powell tiene el viernes la plataforma ideal para enviar una señal clara de que la Reserva Federal está próxima a reanudar los recortes de las tasas de interés. Pero la economía no le está dando una señal igualmente clara de que ahora es el momento.
El discurso anual del presidente de la Fed en Jackson Hole, Wyoming, puede ser una oportunidad para señalar cambios en la política monetaria. Powell lo utilizó con ese fin el año pasado y, poco después, anunció una importante rebaja. El presidente Donald Trump lo está presionando mucho para que repita la hazaña.
El problema es que los indicadores económicos clave no apuntan todos en esa dirección. Hace un par de semanas, cuando el último informe sobre el empleo reveló una caída en la contratación, los argumentos a favor de un recorte de las tasas parecían definitivos.
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Luego se produjo el incremento más pronunciado de los precios al por mayor en Estados Unidos en tres años, lo que avivó la preocupación por la inflación provocada por los aranceles, que ha mantenido a los banqueros de la Fed a la espera en lo que va de año.

Todo ello se suma al ya intenso escrutinio sobre Jackson Hole.
El mes pasado, Powell describió el mercado laboral como sólido y la política monetaria como bien posicionada. Los inversores estarán muy atentos a cualquier cambio, por pequeño que sea, en cualquiera de estos dos frentes, ya que podría abrir la puerta a una baja de tasas en la próxima reunión de la Fed, los días 16 y 17 de septiembre.
Sin embargo, dado que antes de esa fecha se publicarán más datos económicos, es posible que el presidente de la Fed prefiera mantener su mensaje cuidadosamente ambiguo.
“Aunque espero que apunte en general a un recorte de las tasas en la próxima reunión, creo que lo condicionará a un mensaje muy dependiente de los datos”, dijo Jonathan Pingle, economista jefe para EE.UU. de UBS Securities. “No creo que lo vaya a confirmar”.

Los mercados de bonos se han visto tentados a pensar que ya es un hecho.
Los rendimientos de los bonos del Tesoro a dos años, los más sensibles a la política de la Fed, se desplomaron este mes, ya que los operadores se inclinaron por descontar un recorte de un cuarto de punto en septiembre. Esas apuestas se dispararon tras el inesperadamente mal informe de empleo de julio, que también revisó a la baja las nóminas de los meses anteriores. Y solo se han reducido ligeramente a la luz de la desagradable sorpresa inflacionaria de la semana pasada.
Los inversores en bonos están a la espera de ver si Powell confirma esta valoración del mercado o recuerda que los nuevos datos que lleguen antes de la próxima reunión sobre política monetaria podrían cambiar el panorama. También buscan pistas sobre la trayectoria a largo plazo de los recortes de la Fed para el próximo año.

“Parte del debate estratégico es si empezar pronto y ir despacio, o empezar más tarde y ser más agresivos”, dijo Ed Al-Hussainy, estratega de tasas de Columbia Threadneedle Investment.
Aunque ahí es donde se centrará la atención del mercado, en términos de número de palabras, el camino a seguir para las tasas de interés puede ocupar solo una pequeña parte del discurso de Powell en Jackson Hole.
Discurso de despedida
Será el último discurso que pronuncie en el simposio anual antes de que expire su mandato como presidente el próximo mes de mayo, y el contexto es uno de los más turbulentos de la historia reciente de la Fed. Trump ha criticado duramente el liderazgo de Powell y ha coqueteado con la idea de despedirlo, en lo que a muchos observadores de la Fed les parece un ataque ominoso a la independencia del banco central.
Además de criticar la renuencia de la Fed a recortar las tasas este año, Trump y sus aliados han destacado su incapacidad para contener el aumento de la inflación que siguió a la pandemia. Esto está relacionado con otro tema que Powell abordará en Jackson Hole: la revisión en curso del marco del banco central para establecer la política monetaria, que se espera que se base en las lecciones aprendidas durante la era del covid.

En conjunto, el discurso podría tener un tono de despedida.
“Hay una razón por la que los expresidentes de la autoridad monetaria han aprovechado sus últimos discursos en Jackson Hole para reflexionar sobre su mandato”, afirma Pingle. “Es su oportunidad de escribir su historia”.
Esperar y ver
Más recientemente, Powell y la mayoría de sus colegas han adoptado una actitud de esperar y ver en materia de política monetaria. Les preocupa que EE.UU. pueda tener un problema de inflación persistente, después de que Trump subiera los aranceles a la importación a los niveles más altos en un siglo.
Hasta ahora, esto no ha dado lugar al temido repunte de los precios al consumidor. Sin embargo, la inflación subyacente se aceleró en julio, al igual que los precios al productor, que las empresas suelen traspasar a sus clientes con un cierto retraso.
Mientras tanto, dentro de la Fed, el consenso sobre un enfoque paciente de la política monetaria se ha roto, en gran parte debido al debilitamiento del mercado laboral. Los gobernadores de la Fed Christopher Waller y Michelle Bowman, ambos nombrados por Trump, se opusieron a la decisión de julio de mantener las tasas estables, respaldando un recorte.

Trump ha destacado esos votos discrepantes para intensificar su campaña a favor del recorte de las tasas. El presidente ha dicho que la Fed debería recortar su tasa de referencia, que ha estado en un rango del 4.25% al 4.5% durante todo el año, hasta en cuatro puntos porcentuales.
El secretario del Tesoro, Scott Bessent, también intervino la semana pasada, citando los argumentos a favor de un recorte de 50 puntos básicos en septiembre.
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Eso es lo que hizo la Fed en el mismo mes del año pasado, después de que un débil informe sobre el empleo llevara a Powell a destacar los riesgos del mercado laboral desde el podio de Jackson Hole.
Ahora la situación es diferente, con la amenaza de los aranceles. La presidenta de la Fed de San Francisco, Mary Daly, que cree que probablemente será apropiado recortar dos veces este año, rechazó la idea de que sea necesario un recorte importante el mes que viene, afirmando que sería una señal de urgencia injustificada.
Aun así, existe la sensación de que los banqueros centrales de EE.UU. están más divididos sobre las perspectivas económicas que en el pasado reciente, otra razón para que Powell evite dar una orientación clara esta semana.