Por Noah Smith
La Oficina Nacional de Investigación Económica confirmó el lunes lo que todos ya sabían: Estados Unidos está en recesión. Pero también hay algunas buenas noticias: la situación del empleo mejoró un poco en mayo y la tasa de desempleo cayó a 13.3%, desde 14.7% en abril.
Hay un poco de controversia sobre el verdadero nivel de desempleo: contando a los trabajadores que todavía reciben un salario pero que en realidad no se presentan a trabajar, la tasa de desempleo fue de 19.7% en abril y de 16.3% en mayo.
Muchos de esos trabajadores probablemente tienen permisos pagados durante la pandemia y para eso justamente se diseñó el programa de protección de pagos de salarios. Pero esta ambigüedad no importa mucho, ya que si se cuentan a estos trabajadores temporalmente desocupados como desempleados aumenta sustancialmente la magnitud de la mejoría observada en mayo.
Este rápido cambio del deterioro económico a la recuperación, incluso cuando los casos de COVID-19 continúan aumentando, ha mejorado el ánimo en todo el país. En la última recesión, el empleo continuó deteriorándose durante más de un año después del colapso de Lehman Brothers en el 2008, mientras que ahora, las cosas parecen estar mejorando solo unos meses después del ataque del virus.
Hay al menos un rayo de esperanza de que la recesión del coronavirus resulte ser como la gripe española de hace un siglo, una embestida feroz seguida de un rápido repunte. Importantes macroeconomistas como Ben Bernanke y Paul Krugman han sugerido que una recuperación rápida en forma de V es una posibilidad.
Pero los optimistas deben ser cautelosos: el repunte de mayo podría ser solo un rebote temporal y limitado. Las reaperturas estatales están reactivando algunos trabajos, pero el temor al virus probablemente persistirá hasta que hayan tratamientos o una vacuna disponible. Eso significa que las reaperturas solo recupararán parcialmente la actividad empresarial.
El aumento de empleos puede disminuir cuando todos los trabajadores con permisos temporales regresen al trabajo, debido a que aquellos que trabajaban para empresas que ahora se han declarado en bancarrota no podrán recuperar sus viejos empleos. Jed Kolko, economista del sitio de búsqueda de trabajo Indeed, estima que el desempleo permanente sigue aumentando.
Esto es particularmente preocupante porque las personas que están sin trabajo durante mucho tiempo pueden perder sus habilidades, conexiones y ética laboral, lo que les dificulta encontrar nuevos empleos más adelante.
Entonces, la economía puede experimentar un rebote en forma de V, pero podría ser incompleto. El desempleo podría disminuir más, pero seguir siendo inaceptablemente alto, para luego comenzar un lento descenso más característico de una recesión en forma de U.
La pregunta es cuánto tiempo tomará esa recuperación. Las crisis financieras son una de las causas habituales de las recuperaciones lentas, pero parece poco probable que haya una gracias a la acción rápida y decisiva de la Reserva Federal. Pero hay otros factores que podrían prolongar la crisis económica durante varios años.
Uno de estos factores es la psicología humana, lo que los economistas llaman espíritus animales. La velocidad y la profundidad sin precedentes de la devastación económica del coronavirus podrían crear pesimismo entre empresarios, consumidores e inversionistas estadounidenses que perdure durante años.
El miedo irracional a las pandemias podría durar más tiempo que esta enfermedad en particular, simplemente porque el coronavirus es tan importante en la experiencia reciente.
Un segundo freno a largo plazo para la economía podría provenir del ajuste estructural. La pandemia ha empujado a las personas a dejar de comprar en negocios tradicionales para hacerlo en línea; a dejar de trabajar en oficinas para trabajar de forma remota; y a dejar de consumir entretenimiento al aire libre para hacerlo en casa.
Esos cambios en la demanda podrían nunca revertirse por completo. Si es así, significa que muchos minoristas, restaurantes y dueños de propiedades comerciales reducirán o cerrarán sus negocios. Los vendedores de productos en línea y digitales crecerán, pero los recursos tardarán un tiempo en pasar de lo antiguo a lo nuevo.
El ajuste estructural también ocurrirá a escala internacional, a medida que cambien las cadenas de suministro y los patrones de demanda de importación. Eso podría afectar a los exportadores estadounidenses, así como a las empresas que dependen de productores extranjeros.
Y las consecuencias negativas de los cambios estructurales podrían empeorar por lo que los economistas llaman externalidades locales. Si 50% de los escaparates de una calle están cerrados, la calle es un lugar menos atractivo para comer, beber o comprar. Eso puede reducir el tráfico peatonal, causando que otras empresas en el área se retiren.
Algunos barrios y ciudades podrían no recuperarse nunca del coronavirus, especialmente cuando se suma el impacto de las recientes protestas contra la brutalidad de la policía.
Finalmente, la recesión podría prolongarse por errores de políticas. Ya hay informes de que algunos congresistas republicanos planean retrasar medidas de ayuda adicionales, o incluso bloquearlas.
Eso podría obligar a los estados con problemas de efectivo a hacer recortes presupuestarios profundos y perjudiciales, o dejar a muchos trabajadores desempleados repentinamente sin poder pagar la renta. Detener las medidas de ayuda mientras el desempleo sigue siendo más alto que en cualquier otro momento desde la Gran Depresión sería un grave error.
Entonces, incluso con un repunte parcial y sin crisis financiera, hay razones por las que esta recesión podría prolongarse hasta mediados de la década del 2020. Los responsables políticos no deberían ser complacientes solo por un buen mes.