La Fed no querrá encontrarse en la situación del BCE y del Banco de Japón, cuyas opciones de estímulo se limitan, por el momento, a recortar aún más las tasas en territorio negativo o a comprar más bonos para financiar el gasto público. (Foto: Difusión)
La Fed no querrá encontrarse en la situación del BCE y del Banco de Japón, cuyas opciones de estímulo se limitan, por el momento, a recortar aún más las tasas en territorio negativo o a comprar más bonos para financiar el gasto público. (Foto: Difusión)

Una rabieta en el mercado de bonos que haga subir los rendimientos puede ser una perspectiva temible para los bancos centrales, pero la depodría dar la bienvenida a una corriente vendedora que eleve los retornos de los bonos del Tesoro a niveles que reflejen mejor el robusto estado de la economía.

La persistencia de los bajos rendimientos es una característica de los mercados de bonos de todo el mundo desarrollado, ya que los bancos centrales no tienen prisa por subir las tasas de interés y el exceso de ahorro mundial mantiene una demanda constante por títulos de deuda.

Pero es en Estados Unidos donde la contradicción entre una recuperación económica y los rendimientos de los bonos es más evidente.

Si bien se prevé que el crecimiento supere el 6% en el 2021 y se vislumbra una reducción del programa de compra de bonos de la Fed a finales de este año, los rendimientos a 10 años siguen estancados justo por encima de 1.3%.

La Fed probablemente se alegró de los bajos rendimientos en las fases iniciales de la recuperación económica, pero ahora necesita que los bonos respondan al final de la recesión por la pandemia, dijo Padhraic Garvey, jefe de investigación para las Américas de ING Bank.

Los precios actuales, según los analistas, parecen más coherentes con el aumento de la incertidumbre económica, mientras que unos rendimientos más altos alinearían más a los mercados con las señales procedentes de los bancos centrales.

“Para facilitar eso, sostenemos que tiene que haber una rabieta. Si la Fed anuncia un ‘taper’ y no hay ninguna rabieta, eso es de hecho un problema para la Fed”, indicó Garvey de ING.

Los analistas dicen que una rabieta en el mercado de bonos implicaría un aumento de los rendimientos de 75 a 100 puntos básicos (pb) en un par de meses.

El “taper tantrum”, la rabieta original por el recorte de compras de bonos del 2013, impulsó los rendimientos de los bonos de Estados Unidos algo más de 100 puntos básicos en los cuatro meses posteriores a que el entonces jefe de la Fed, Ben Bernanke, insinuó la retirada de las medidas de estímulo.

Sin embargo, ese tipo de salto repentino de los rendimientos parece improbable en este momento, dada la claridad con la que la Fed ha telegrafiado sus planes para reducir su compra de bonos.

Y, como se demostró en el 2013, las rabietas del mercado de bonos tienen efectos secundarios desagradables, como la caída de las acciones y el aumento de los costos de los préstamos en todo el mundo.

Según los analistas, un término medio podría ser que los rendimientos de referencia subieran entre 30 y 40 puntos básicos, hasta el 1.6%-1.8%.

Fed y bancos necesitan munición

Además de querer que los rendimientos más altos reflejen mejor el ritmo de crecimiento económico, la Fed también necesita recuperar algo de munición para contrarrestar futuros reveses económicos.

La tasa de interés de los fondos de la Fed -el tipo a un día que guía los costos de los préstamos en Estados Unidos- está entre el cero y el 0.25%, y los responsables de política monetaria estadounidenses, a diferencia del Banco de Japón y el Banco Central Europeo, son reacios a llevarla a niveles negativos.

La Fed no querrá encontrarse en la situación del BCE y del Banco de Japón, cuyas opciones de estímulo se limitan, por el momento, a recortar aún más las tasas en territorio negativo o a comprar más bonos para financiar el gasto público.

Jim Leaviss, director de inversiones de M&G Investments para la renta fija pública, dijo que a los responsables probablemente les gustaría que la tasa de los fondos de la Fed se situara en el 2%, “de modo que, cuando acabemos en la próxima desaceleración, tenga cierto margen para bajar los tipos de interés sin llegar rápidamente al límite inferior de cero”.

Otra razón por la que los retornos más altos podrían ser bienvenidos es porque los bancos querrían curvas de rendimiento con más pendiente para aumentar el atractivo de hacer préstamos a largo plazo financiados con préstamos a corto plazo de los depositantes o los mercados.

Thomas Costerg, economista senior de Pictet Wealth Management, señala que la diferencia entre la tasa de interés de los fondos de la Fed y los rendimientos a 10 años, que es de unos 125 puntos básicos, está muy por debajo de la media de 200 puntos básicos observada en anteriores picos de expansión económica.

Cree que la Fed estaría a favor de una pendiente de rendimiento de 200 puntos básicos, “no sólo porque validaría su opinión de que el ciclo económico está bien, sino también porque una pendiente de 200 puntos básicos es saludable para la transformación de los vencimientos del sector bancario”.

Fuerza de gravedad

Pero incluso un berrinche podría no traer un aumento duradero de los rendimientos.

En primer lugar, aunque la Fed mire con envidia a Noruega y Nueva Zelanda, donde los rendimientos han subido a la espera de las alzas de tasas, ha subrayado que sus propios tipos oficiales no subirán durante un tiempo.

También entran en juego factores estructurales, como la demanda mundial en el único gran mercado de bonos con calificación AAA y rendimientos positivos.

La Fed también, al menos en teoría, orienta las tasas hacia el tipo de interés natural, el nivel en el que el pleno empleo coincide con una inflación estable.

Pero esta tasa se ha reducido constantemente. Ajustada a la inflación prevista, la tasa de interés “a largo plazo” de los fondos -el indicador de la Fed para el tipo natural- ha caído al 0.5% desde el 2.4% del 2007. Si es correcto, deja a la Fed con poco margen de maniobra.

La demografía y la ralentización del crecimiento tendencial se citan como razones de la disminución de la tasa natural, aunque un documento presentado el mes pasado en el simposio de Jackson Hole también culpaba al aumento de la desigualdad de ingresos desde la década de 1980.

El documento afirma que los ricos, más propensos a ahorrar, se están llevando una mayor parte de la renta global y que el exceso de ahorro resultante está influyendo en la tasa de interés natural.

“Una de las lecciones de este año es que existe una fuerza gravitacional masiva, una demanda insensible a los precios que está presionando hacia abajo los rendimientos del Tesoro”, afirmó Costerg de Pictet.

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