El presidente Joe Biden inauguraba el miércoles una cumbre concebida como una plataforma para mostrar el liderazgo de Estados Unidos en la reanimación de las economías latinoamericanas y el abordaje de la presión migratoria, pero se ha visto socavada por la discordia sobre la lista de invitados.
El plan del mandatario estadounidense de presentar un programa para estimular la recuperación en América Latina, ayudar a frenar el incremento de la inmigración y contrarrestar la creciente influencia económica regional de China, se ha visto empañado por un boicot parcial de varios líderes molestos por la decisión de Washington de excluir a Cuba, Venezuela y Nicaragua.
Funcionarios estadounidenses esperan que la Cumbre de las Américas en Los Ángeles y una reunión paralela de altos ejecutivos empresariales puedan allanar el camino para una mayor cooperación económica en la región, a medida que los países que luchan contra una alta inflación trabajan para acercar las cadenas de suministro bajo presión por la pandemia de COVID-19.
“Es mucho mejor para nosotros tener una cadena de suministro aquí en las Américas que depender de una cadena de suministro que viene de China”, dijo el embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, al margen de la Cumbre.
En busca de presentar alternativas a China, funcionarios estadounidenses dijeron que Biden presentaría el miércoles una “Asociación de las Américas” para acelerar la recuperación tras la pandemia sobre la base de acuerdos comerciales existentes.
El plan apuntaría a movilizar inversiones, revitalizar el Banco Interamericano de Desarrollo, crear empleos de energía limpia, fortalecer las cadenas de suministro y promover el “comercio sostenible e inclusivo” en la región, dijo un funcionario de la administración.
La administración Biden ha enmarcado la cumbre como una oportunidad para que Washington reafirme su compromiso con América Latina tras años de negligencia comparativa bajo su predecesor republicano Donald Trump.
Pero las tensiones han perseguido repetidamente los preparativos.
Las grietas diplomáticas se abrieron de par en par esta semana cuando Washington optó por no invitar a Cuba y a los regímenes antidemocráticos de Venezuela y Nicaragua, argumentando que su historial en materia de derechos humanos y democracia lo hacía imposible.
En un discurso difundido por la televisión estatal temprano el miércoles, el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, dijo que Estados Unidos carecía de “autoridad moral” para hablar de democracia en la Cumbre. “Los Estados Unidos tienen la capacidad de impedir la presencia de Cuba en Los Ángeles, pero no tienen el poder de callar nuestra voz, ni de silenciar la verdad”, dijo la máxima autoridad de la dictadura comunista.
En su demanda de que todos los países deben ser invitados, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, afirmó que se mantendría alejado de la reunión hemisférica, mientras los líderes de Guatemala y Honduras, dos de los países que envían más migrantes a Estados Unidos, también afirmaron que no irían, socavando los esfuerzos de Biden para elaborar una “declaración” sobre planes conjuntos para abordar el fenómeno migratorio.
Según los organizadores en Los Ángeles, líderes de más de 20 países asistirán a la Cumbre, incluidos Canadá, Brasil y Argentina.