La investigación en Estados Unidos sobre una posible injerencia rusa en la campaña electoral que llevó a Donald Trump a la Casa Blanca cumple un año y se cierne amenazadoramente sobre el propio presidente.
Desde su nombramiento el 17 de mayo del 2017, Robert Mueller, el fiscal especial a cargo de la pesquisa, no ha dicho una palabra sobre su trabajo, que Trump ha denunciado repetidamente como una "caza de brujas".
Pero después de presentar 22 cargos contra varias personas, entre ellas el exasesor de seguridad nacional de Trump, Michael Flynn, y el expresidente de la campaña, Paul Manafort, no hay duda de hacia dónde se dirige.
La Casa Blanca está claramente preocupada por lo que Mueller podría saber. Casi todos en el entorno de Trump, incluidos sus familiares, han contratado abogados personales.
Los republicanos, que además del Ejecutivo controlan el Congreso, también quieren que la investigación concluya pronto. De lo contrario, podrían perder su póliza de seguro contra una posible destitución si la oposición demócrata gana las legislativas de medio mandato de noviembre.
El vicepresidente Mike Pence dijo a NBC la semana pasada que la investigación debería terminar. "Hemos cooperado por completo, y por el interés del país, creo que es hora de concluirla", dijo.
Trump esperaba terminar con esta pesquisa el 9 de mayo del año pasado, cuando despidió al entonces director del FBI, James Comey.
Pero le salió el tiro por la culata. El vicefiscal general Rod Rosenstein puso la investigación en manos de un fiscal independiente intocable: un alto y taciturno ex infante de marina y ex director del FBI de 73 años, que recibió un amplio mandato.
Desde entonces, Mueller ha interrogado a decenas de allegados a Trump, funcionarios y ciudadanos extranjeros, incluidos Comey, Rosenstein, el fiscal general Jeff Sessions, el yerno de Trump Jared Kushner, el ex director de la CIA Mike Pompeo y el abogado de la Casa Blanca Don McGahn.
Acechando la Casa Blanca
Aunque nadie en el equipo de Mueller ha explicado su línea de trabajo, cada paso público muestra que se acercan a la Casa Blanca.
El primero fue el allanamiento que hizo el FBI en la casa de Manafort el 26 de julio pasado. Manafort fue acusado el 30 de octubre de cargos de lavado de dinero, evasión de impuestos y fraude bancario.
El mismo día, George Papadopoulos, un joven asesor de asuntos internacionales de la campaña de Trump, fue acusado y se declaró culpable de un cargo de mentir a los investigadores, en un claro acuerdo para cooperar con el equipo de Mueller.
El 1 de diciembre, Flynn, un miembro clave de la campaña de Trump, también se declaró culpable de un cargo de mentir, lo que indica que también él está cooperando con Mueller.
Un cuarto evento crucial fue la redada del FBI el 9 de abril pasado a la residencia y oficina de Nueva York del abogado personal de Trump, Michael Cohen, en el marco de otra investigación del Departamento de Justicia sobre sus negocios, pagos a escondidas a mujeres que supuestamente tuvieron relaciones con Trump, y otros asuntos.
Muchos especulan que Cohen podría verse obligado a "entregar" a su antiguo jefe y presentar pruebas al equipo de Mueller.
Trump intentó despedir a Mueller, Rosenstein y Sessions varias veces durante el año pasado, pero sus asesores lo impidieron, según varios reportes de prensa.
El presidente también ha cambiado varias veces su equipo de abogados, al que recientemente se sumó el ex alcalde de Nueva York Rudy Giuliani, dejando entrever turbulencias sobre la estrategia legal.
Preguntas de Mueller
Ahora, Mueller ha pedido entrevistar a Trump. Hasta el momento, la Casa Blanca no ha aceptado, sugiriendo que ve riesgos al hacerlo. Un listado de preguntas que el equipo de Mueller propuso a la Casa Blanca, filtrado en la prensa días atrás, podría explicar por qué.
Mostraron que Mueller está estudiando una posible obstrucción a la justicia por parte de Trump, incluido el despido de Comey e intentos de proteger a Flynn.
Mueller también parece sospechar que Trump sabía acerca de una serie de contactos entre su personal, incluidos sus familiares, y ciudadanos rusos durante la campaña del 2016. El fiscal especial también tiene cuestionamientos sobre los negocios de Trump.
Todo esto podría conducir a una batalla legal, pero Trump cada vez parece más centrado en cómo la votación de noviembre podría determinar su destino.
Los republicanos han intensificado los esfuerzos en las últimas semanas para convencer a los votantes de que la investigación de Mueller es viciada y parcial.
"Gran parte de la animosidad con Rusia es causada por la Investigación Falsa y Corrupta sobre Rusia, encabezada por todos los leales demócratas, o personas que trabajaron para Obama. Mueller es el más conflictivo de todos", alegó Trump en un tuit el mes pasado.