(Foto: Bloomberg)
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La gran mayoría de los legisladores republicanos se han negado hasta ahora a reconocer la victoria de en las elecciones presidenciales de una ruptura histórica con la tradición política nacional que prueba, sobre todo, la alta popularidad que conserva entre sus votantes.

“Los republicanos del Congreso están poniendo deliberadamente en duda nuestras elecciones sin otra razón que el miedo a Donald Trump”, dijo el líder de la minoría demócrata del Senado, Chuck Schumer.

Detrás de estas afirmaciones aparece una realidad muy concreta: no hay duda alguna de que el sábado quedó sellada la derrota de Trump, pero es también cierto que el presidente en ejercicio demostró su persistente popularidad en filas republicanas.

Si bien un puñado de congresistas de ese partido reconocieron rápidamente la victoria del candidato demócrata, como el senador Mitt Romney, muchos otros han permanecido en silencio o han apoyado públicamente las acusaciones infundadas de fraude o “robo” realizadas por el mandatario.

“Esto tiene sentido porque Trump aún conserva la lealtad de al menos ocho de cada diez republicanos, que han manifestado en las encuestas que no creen que Biden sea legítimo y piensan que Trump debería seguir luchando”, dijo David Barker, profesor de ciencias políticas en la American University de Washington.

Los diputados republicanos “temen una reacción hostil de sus votantes si adoptan el punto de vista contrario” al de Trump, consideró.

“No podemos negar que este presidente será el líder de nuestro partido durante las próximas décadas”, afirmó el jueves la portavoz de la Casa Blanca, Kayleigh McEnany.

Numerosos líderes extranjeros ya felicitaron a Joe Biden por su victoria, pero hasta este jueves el presidente de Estados Unidos se negaba a reconocer su derrota.

El exvicepresidente de ha obtenido sin embargo más de los 270 grandes electores necesarios para acceder a la Casa Blanca y asumirá el cargo, a los 78 años, el 20 de enero del 2021.

Tras recordar que los expresidentes republicanos George Bush y Gerald Ford habían sido “muy corteses” al traspasar el poder a los demócratas que los habían derrotado, Bill Clinton y Jimmy Carter respectivamente, Miles Coleman, politólogo de la Universidad de Virginia, señaló que la postura actual de los republicanos “es un testimonio de la lealtad del partido” al exmagnate del sector inmobiliario.

Trump “conservará una influencia considerable sobre el partido” en el futuro, y al hacerse eco de sus acusaciones los legisladores apuntan a “resaltar su solidaridad con la base” republicana, estimó.

“Ruptura” sin precedentes

Uno de ellos, el senador Lindsey Graham, llegó a afirmar dos días antes del anuncio de la victoria de Biden que podría cuestionar la legitimidad de la elección.

“Estoy aquí esta noche para apoyar al presidente Trump, como él me apoyó a mí”, dijo el jueves pasado luego de haber conseguido su propia reelección en Carolina del Sur, contrariamente a lo que habían pronosticado las encuestas.

“Graham se ha definido a sí mismo en los últimos años como un leal entre los leales a Trump y tal vez esté constatando que le valió la pena electoralmente”, observó Coleman.

Los abogados del presidente han emprendido acciones legales en varios estados clave para cuestionar los resultados, aunque hasta ahora no han tenido éxito alguno.

“El objetivo parece ser socavar la confianza de los votantes en la legitimidad de las elecciones y recaudar fondos”, resaltó Joshua Douglas, profesor de la Universidad de Kentucky.

De hecho, el Partido Republicano lanzó un llamamiento en línea para lograr donaciones bajo el título “¡Los demócratas intentarán robar estas elecciones!”

Las dudas sembradas sobre la victoria de Biden “también podrían apuntar en parte a galvanizar la base republicana antes de las elecciones parciales en Georgia” para el Senado, previstas para el 5 de enero y claves para determinar la mayoría en la Cámara Alta.

Los republicanos tienen actualmente el control del Senado, pero los demócratas esperan arrebatarles los dos escaños que se elegirán en ese estado del sureste del país.

Y la movilización de los votantes de ambos partidos será crucial.

La negativa a reconocer la victoria de Joe Biden “marca una ruptura absolutamente sin precedentes con los estándares democráticos”, indicó Douglas.

Pero “la probabilidad de que uno de los recursos judiciales [interpuestos por los republicanos] cambie el resultado es extremadamente baja”, concluyó.