Investigadores pediátricos estudian si el COVID-19 se está volviendo más grave en niños ahora que las variantes están causando brotes localizados, incluso cuando los casos en Estados Unidos en general están disminuyendo.
A principios de abril, la tasa de casos de COVID-19 en niños pequeños y adolescentes empezó a superar a la de los mayores de 65 años, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés).
Los últimos datos de los CDC sugieren que la tendencia continúa. Al mismo tiempo, las hospitalizaciones de niños con COVID-19 no están disminuyendo tanto como las de los mayores de 18 años. Eso tiene a los investigadores preocupados por la posibilidad de que las variantes estén afectando a los jóvenes de nuevas maneras, incluyendo una rara enfermedad inflamatoria que se ha relacionado con la infección por COVID-19. “La gran preocupación es que hemos dejado a toda una población de niños sin protección”, dijo Adrienne Randolph, médico de cuidados intensivos del Hospital Infantil de Boston, quien lidera la investigación financiada por los CDC.
Los casos de esta rara enfermedad, llamada síndrome inflamatorio multisistémico en niños, o MIS-C, totalizaron más de 2,000 en febrero y superaron los 3,000 el 1 de abril, según los CDC, que pronto actualizarán su recuento.
Los ensayos clínicos de los fabricantes de vacunas se han centrado principalmente en adultos, y ahora casi el 72% de los mayores de 65 años están completamente inoculados, según los CDC. Mientras tanto, los niños pequeños aún no tienen acceso a las vacunas, y las empresas aún están estudiando los efectos en ellos. La vacuna de Pfizer Inc. ha estado disponible para adolescentes de 16 años y mayores, y obtuvo la autorización el lunes para niños de 12 a 15 años.
Se ha comprobado que las vacunas funcionan bien en adultos contra las mutaciones actuales del virus, incluida la variante B.1.1.7 identificada en el Reino Unido. Aun así, los focos de personas no vacunadas están dando espacio que se propague la variante, lo que puede ser especialmente preocupante para los niños. Esa variante, que es más contagiosa que el virus original, se convirtió en la cepa más dominante en EE.UU. a principios de abril y ahora representa casi el 60% de los casos, según los CDC.
En Colorado, que tiene una de las tasas de contagio más altas del país, Sam Domínguez, especialista en enfermedades infecciosas pediátricas en el Hospital Infantil de Colorado, comenzó a observar un aumento en los casos de la enfermedad inflamatoria rara a fines de abril.
El MIS-C suele aparecer aproximadamente un mes después de una infección por COVID-19. Puede ser mortal, pero también es poco frecuente. Puede inflamar diferentes partes del cuerpo, como el corazón, los pulmones, el cerebro y el sistema gastrointestinal, según los CDC. Los síntomas varían desde dolor abdominal hasta diarrea u ojos enrojecidos. La mayoría de los casos ocurrieron en niños de entre 1 y 14 años, con una edad media de 9 años, según los CDC.
Al igual que el resto del país, en Colorado se produjo un aumento en los casos de COVID-19 entre noviembre y febrero. Los casos nuevamente comenzaron a incrementarse el mes pasado, siendo la variante B.1.1.7 la dominante.”Lo estamos observando con mucha atención”, dijo Domínguez. “Creo que es una pregunta realmente importante: ¿Causa B.1.1.7 más MIS-C?”
También están surgiendo nuevas variantes. Un funcionario de salud pública de Colorado dijo el jueves que se identificó una variante llamada B.1.617.2, que se encontró por primera vez en India, ha sido identificada en el condado de Mesa, según el periódico Denver Post.
”Afortunadamente, la mortalidad es baja, pero eso no significa que no haya morbilidad”, dijo Randolph. “Algunos han ido a rehabilitación, otros van a casa con oxígeno”.
Randolph había estado estudiando el MIS-C y el COVID-19 grave como parte de un estudio anterior respaldado por US$2.1 millones de los CDC. El trabajo se renovó el 4 de mayo y analizará si el virus está afectando más a los niños, dijo Randolph.
Tiene previsto revisar los datos de los últimos meses a medida que ella y su equipo vayan recopilando nuevos informes de una red nacional de centros de salud pediátrica. Si encuentran patrones preocupantes, “informarán los resultados tan pronto como podamos”, dijo.
Randolph ha descubierto que los niños con COVID-19 grave tienden a tener afecciones subyacentes que los hacen susceptibles, al igual que los adultos. Pero los pacientes pediátricos con MIS-C tienden a ser sanos y sin síntomas de COVID-19. El estudio también examinará la efectividad de la vacuna en niños.