Después de no llegar a un acuerdo con Pfizer, el presidente argentino, Alberto Fernández, estaba tan desesperado por conseguir vacunas contra el COVID-19 que en diciembre envió un avión de pasajeros a Moscú a buscar dosis de la vacuna Sputnik V antes de que los propios reguladores del país tuvieran la oportunidad de aprobarla.
La aprobación para uso de emergencia llegó horas antes de que el vuelo de Aerolíneas Argentinas, con 300,000 vacunas rusas a bordo, aterrizara en el aeropuerto de Buenos Aires, en medio de una gran algarabía mediática.
En todo el mundo en desarrollo, países como Argentina han sido desplazados por naciones más ricas en la carrera por obtener vacunas producidas por empresas occidentales como Pfizer y Moderna. En la mayor parte de África y grandes áreas de América Latina, el sur de Asia y el sudeste asiático, se han distribuido pocas vacunas, o ninguna, según el rastreador de vacunas de Bloomberg.
Criticó pero ahora actúa igual
Como candidato y luego presidente, Joe Biden repudió el enfoque “Estados Unidos primero” de Donald Trump. Pero cuando se trata de vacunas, Biden básicamente está siguiendo la práctica de su predecesor de asegurarse de que los estadounidenses estén completamente protegidos antes de compartir las dosis con el resto del mundo.
Al ver una oportunidad para ejercer un “poder blando”, Rusia y China llenaron ese vacío, distribuyendo vacunas a países desde Chile hasta Filipinas como una forma de ganarse el favor. Si bien EE.UU. hace promesas sobre el futuro, Rusia y China —aunque modestamente— están cumpliendo.
“EE.UU. no ha hecho un gesto diplomático que sea tan reconocible como lo que están haciendo Rusia y China al hacer llegar sus vacunas”, dijo Annie Pforzheimer, diplomática estadounidense jubilada que escribió un informe sobre la respuesta de EE.UU. a la pandemia en América Latina.
Algunos críticos, entre ellos el presidente argentino, son más directos y acusan a los países ricos de acumular a sus expensas.
Entra Vladimir Putin
El presidente ruso ha hecho que discutir el acceso a su vacuna Sputnik —que ha resultado ser altamente efectiva— sea una parte clave de sus conversaciones con líderes extranjeros. Rusia ha prometido entregar 700 millones de dosis de la vacuna en el extranjero este año, aunque la producción hasta ahora no ha igualado ese ritmo.
Luego está China. En viajes a Birmania y Brunéi en los últimos meses, el ministro de Relaciones Exteriores de China, Wang Yi, se ha comprometido a ayudar con la distribución de vacunas y pidió una mayor colaboración en los proyectos comerciales y de infraestructura de la Iniciativa de la Franja y la Ruta del presidente Xi Jinping. Los medios estatales chinos han promocionado su vacuna Sinovac como altamente efectiva, a pesar de las preocupaciones sobre su seguridad y nivel de protección prometidos. Las dudas sobre los posibles efectos secundarios de la vacuna han aumentado en China continental y Hong Kong.
EE.UU. se ha alarmado por estos esfuerzos y está destacando sus US$4,000 millones en apoyo al mecanismo global Covax, una iniciativa respaldada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), la alianza mundial de vacunación Gavi y la Coalición para las Innovaciones de Preparación para Epidemias (CEPI, por sus siglas en inglés), que ofrece vacunas a bajo costo para los países en desarrollo.
“Estamos preocupados por el uso, o el intento de uso, de vacunas como medio de diplomacia por parte de Rusia y China”, dijo Jen Psaki, secretaria de prensa de la Casa Blanca, a periodistas este mes.
El objetivo de Covax es ayudar a desarrollar capacidades de fabricación y realizar pedidos con anticipación para poder distribuir hasta 2,000 millones de dosis “de manera justa” para finales de este año. Su objetivo es ayudar a poner fin a la fase más aguda de la pandemia y vacunar al 20% de la población de un país objetivo. Pero todavía tiene que competir con países como EE.UU. y el Reino Unido para que se firmen esos acuerdos.
Hay un gran vacío que llenar. Hasta la semana pasada, el 80% del suministro mundial de vacunas se había destinado a solo 10 países ricos, según Robbie Silverman, gerente sénior de defensa corporativa de Oxfam América.
Mientras tanto, el presidente Biden ordenó suficientes dosis de vacuna para inocular completamente a cada adulto estadounidense dos veces, y la Administración dice que debe estar preparada para cada contingencia después de que más de 529,000 ciudadanos perdieran la vida a causa del coronavirus en el último año, más que cualquier otra nación.
“Vamos a empezar asegurándonos de que se cuide a los estadounidenses primero, pero luego trataremos de ayudar al resto del mundo”, dijo Biden en la Casa Blanca el miércoles. Al comprometerse a trabajar con Covax, señaló: “No vamos a estar a salvo hasta que el mundo esté a salvo”.
Impaciencia ante las vacunaciones
El resto del mundo no quiere esperar más. Entonces, aunque los ciudadanos de los países en desarrollo a veces se muestren escépticos sobre la eficacia de las vacunas no occidentales, para las cuales los datos de los ensayos clínicos están menos disponibles, sus líderes no han tenido más remedio que buscar vacunas rusas y chinas.
Pfizer, que desarrolló su vacuna con la alemana BioNTech, ha sido criticado por hacer lo que algunos países llaman demandas de indemnización excesiva en América Latina, aunque recientemente ha firmado más acuerdos. Antes de recurrir a Rusia, el entonces ministro de Salud de Argentina dijo en diciembre que los términos de Pfizer para la adquisición de su vacuna eran “inaceptables”.
La compañía defendió su posición.
“Pfizer y BioNTech están firmemente comprometidos a trabajar con los Gobiernos para garantizar un acceso equitativo y asequible a nuestra vacuna contra el covid-19 a las personas de todo el mundo”, escribió la portavoz de Pfizer, Sharon Castillo, en respuesta a preguntas. “En los mercados que no tienen las protecciones legales o legislativas que existen en EE.UU., trabajamos con los Gobiernos para encontrar soluciones mutuamente aceptables, incluidas cláusulas de indemnización contractual”.
Castillo dijo que Pfizer ha completado acuerdos de suministro con ocho países de América Latina: Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, México, Panamá, Perú y Uruguay, y que “mantiene negociaciones con varios otros Gobiernos”.
El papel de EE.UU. en la donación de vacunas puede cambiar para el verano. La producción está aumentando, y el anuncio de Biden de que EE.UU. tendrá suficiente suministro para fines de mayo para vacunar a todos los adultos estadounidenses significa que la situación podría variar. Al mismo tiempo, China y Rusia no están cerca de vacunar a toda su población.
“A partir de junio, tendremos acceso a cientos de millones de vacunas y, para finales de año, podríamos ser la mayor fuente de suministro”, dijo Krishna Udayakumar, directora del Centro de Innovación en Salud Global de la Universidad de Duke. “EE.UU. desempeñará un fuerte papel de liderazgo en la respuesta global, incluido el acceso a las vacunas”.