¿Hasta dónde se puede llegar para contener el aumento de los precios de la gasolina? Joe Biden ha activado una peligrosa diplomacia del petróleo para compensar la pérdida de crudo ruso, exponiéndose a que le acusen de recurrir a “dictadores” y socavar su propia “batalla” por la democracia.
La delegación de alto nivel que viajó a Caracas intentó pasar lo más desapercibida posible, en plena guerra desatada por Rusia en Ucrania.
Y por una buena razón: los emisarios del gobierno estadounidense acudían a reunirse con el ilegítimo presidente venezolano, Nicolás Maduro, un enemigo de Estados Unidos, que considera fraudulenta su reelección.
Pero la información se ha filtrado y el gobierno de Biden se vio obligado a dar explicaciones.
Washington pudo presumir de un éxito, ya que Caracas liberó el martes a dos de los ocho estadounidenses detenidos en Venezuela, pero tuvo que reconocer que el viaje tenía un motivo añadido.
Con la subida de los precios del crudo provocada por la guerra en Ucrania y la decisión estadounidense de prohibir la importación de petróleo y gas ruso, urge encontrar otras fuentes de abastecimiento.
“Damos la vuelta al mundo” para “intentar aumentar el volumen de petróleo en el mercado” y estabilizar los precios, dijo el martes la número tres del Departamento de Estado estadounidense, Victoria Nuland.
Solo hay un “puñado de países en el mundo” que produce el “combustible” que la economía estadounidense importa de Rusia, y “debemos buscar por todos lados”, afirmó, sin descartar que Washington pueda llegar a comprar crudo venezolano.
“Hucha” de Maduro
Un cambio llamativo si se tiene en cuenta que Venezuela se halla bajo embargo petrolero estadounidense desde el 2019 y es un estrecho aliado del presidente ruso, Vladimir Putin.
A corto plazo nada dice que esta visita cambie la situación. El embargo sigue vigente y ha “dañado estructuralmente” a la industria petrolera venezolana, señala el exdiplomático estadounidense Aaron David Miller.
“Maduro explora la idea” de concesiones recíprocas, lo que “no quiere decir que abandona a Putin”, añade Mariano de Alba, de la organización de prevención de conflictos International Crisis Group (ICG), quien menciona un proceso “largo” e “incierto” y “muy arriesgado”.
En cualquier caso, una lluvia de críticas cayó sobre la administración de Biden.
Durante una audiencia en el Congreso estadounidense a la que asistió Victoria Nuland, los republicanos no escatimaron en críticas y los demócratas no acudieron en su ayuda.
Para el senador conservador Marco Rubio, comprar petróleo venezolano tendría “un impacto insignificante” pero haría entrar “millones de dólares en la hucha” de Nicolás Maduro.
“Las aspiraciones democráticas del pueblo venezolano, al igual que la determinación y el coraje del pueblo de Ucrania, valen más que unos 1,000 barriles de petróleo”, afirmó su influyente colega demócrata Bob Menéndez.
Aaron David Miller cree que si el gobierno estadounidense se arriesgó a esta protesta es porque quiere “explorar todas las posibilidades”.
Biden busca “un equilibrio entre los intereses nacionales y sus intereses políticos más estrechos”, añade el experto del think tank Carnegie Endowment for International Peace.
Y es “difícil”, porque es necesario preservar los “valores estadounidenses” mientras se limita el aumento de la inflación que corre el riesgo de “costarle caro al presidente” en las elecciones legislativas de medio mandato en noviembre.
“Derechos humanos”
Es especialmente delicado debido a que Biden ha prometido centrar su política exterior en los derechos humanos y afirma librar una batalla entre democracias y autocracias.
Su secretario de Estado, Antony Blinken, también dijo el miércoles que Estados Unidos podría “garantizar la estabilidad del suministro energético mundial” sin renunciar a los “derechos humanos”.
La relación con Venezuela no es la única que está bajo la lupa.
“Es imperativo no reemplazar el crudo pesado ruso con la producción de dictadores en Irán y Venezuela”, dijo el senador republicano Jim Risch, refiriéndose a las polémicas negociaciones para salvar el acuerdo nuclear iraní.
Sobre todo, porque el gobierno estadounidense se encuentra a la defensiva en su relación con las monarquías del Golfo.
La Casa Blanca desmintió el miércoles una información del Wall Street Journal de que los príncipes herederos de Arabia Saudita y Abu Dabi se negaron a hablar por teléfono con el presidente de Estados Unidos.
El portal de noticias Axios plantea la posibilidad de un viaje de Biden a Riad en primavera para intentar convencer al reino de bombear más petróleo.
“Como mínimo, tendrá que aceptar hablar con MBS”, el príncipe heredero Mohammed bin Salman, afirma Aaron David Miller, mientras que el inquilino de la Casa Blanca se negaba hasta ahora a relacionarse con quien acusa de haber ordenado el asesinato del periodista saudí Jamal Khashoggi.
Esta vez, las críticas provienen del ala izquierda del campo presidencial.
“Nuestra respuesta a la guerra inmoral de Putin no debe ser fortalecer nuestra relación con los saudíes”, protestó en Twitter la congresista progresista Ilhan Omar.