El sorprendente apoyo del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, a una suspensión de las patentes de las vacunas contra el COVID-19, ha puesto en pie de guerra a las farmacéuticas, que han criticado la iniciativa por considerar que daña la innovación y no supone una solución en la lucha actual contra la pandemia.
El grupo de Investigadores y Manufactureros Farmacéuticos de Estados Unidos (PhRMA), asociación que engloba fabricantes como AstraZeneca, Pfizer y Johnson & Johnson -fabricantes de vacunas contra el COVID-19- advirtió que la propuesta “debilitará aún más las cadenas de suministro y alimentará la proliferación de vacunas falsificadas”.
Así lo apuntó en un comunicado el presidente de esta organización, Stephen Ubl, quien advirtió, además, que esta iniciativa “sembrará confusión entre los socios públicos y privados”.
Y el diario The Wall Street Journal, referencia en el mundo empresarial, publicó este jueves un duro editorial titulado “El robo de las patentes de vacunas de Biden” en el que se pregunta: “¿Quién invertirá en terapias en el futuro cuando la Casa Blanca ayuda a otros Gobiernos a robar?”.
Para remarcar la complejidad del proceso de producción, Pfizer ha señalado que su vacuna, desarrollada con el laboratorio alemán BioNTech, requiere 280 componentes de 89 suministradores diferentes ubicados en 19 países.
El consejero delegado de Pfizer, Albert Bourla, dijo esta semana a la CNBC que la propuesta que tiene que discutirse en la Organización Mundial de Comercio “no tiene ningún sentido” ni tampoco hará “nada” por facilitar la manufactura de las vacunas en países en desarrollo que “carecen de la infraestructura necesaria”. Además criticó lo que esto desincentivaría a la industria ante futuras pandemias.
Caso aparte es Moderna, que aseguró este jueves que su negocio no se verá afectado por una posible suspensión de las patentes, aunque como las otras farmacéuticas duda de que la medida pueda ayudar a mejorar el suministro de dosis.
“Creo que no cambia nada para Moderna”, dijo el consejero delegado de la firma, Stéphane Bancel, quien recordó que su empresa ya dijo el pasado octubre que no va a forzar a que se respeten sus patentes relacionadas con el COVID-19 durante la pandemia.
Las críticas de las farmacéuticas coincidieron con nuevas caídas en los mercados bursátiles.
Por segundo día consecutivo, las acciones de Pfizer, Moderna, Novavax y Johnson & Johnson, que el miércoles ya se habían visto golpeadas por la noticia, se colocaron de nuevo en rojo desde el inicio de la sesión bursátil.
Ya tiene al menos una dosis
La India y Sudáfrica, apoyados por decenas de naciones en desarrollo, llevan desde octubre del año pasado pidiendo a la OMC que suspenda las patentes de vacunas, tests y tratamientos contra el COVID-19 con el fin de que puedan producirse en otros países.
Hasta ahora, Estados Unidos y otros productores de esos fármacos, como la Unión Europea (UE), el Reino Unido y Suiza, se habían opuesto a la suspensión de patentes, al alegar que la propiedad intelectual funciona como incentivo para el desarrollo de vacunas y otros productos contra esta y futuras pandemias.
Biden cumplió finalmente con su promesa de campaña de dar su respaldo a la propuesta de retirar las patentes, pero solo lo ha hecho cuando el país ya ha administrado más de 250 millones de dosis (lo que supone que el 45% de su población tiene al menos una) y prevé tener vacunada al 70% de la población en julio.
La representante de Comercio Exterior de Estados Unidos, Katherine Tai, anunció este miércoles la posición de Washington y aunque dejó claro que la Administración sigue creyendo “firmemente” en la protección de la propiedad intelectual insistió en que esta es una crisis de salud global, y “las circunstancias extraordinarias” exigen medidas extraordinarias”.
Hasta ahora han sido administradas 1,210 millones de vacunas en el mundo, lo que supone apenas el 16% de la población total, según cifras compiladas por el proyecto “Our World in Data” de la Universidad de Oxford.
Sin embargo, la desigualdad en el acceso en función de los países es enorme.
Mientras en Venezuela solo el 0.9% de su población ha recibido al menos una dosis; en Sudáfrica, el 0.6%, y en Irán, el 1.6%, en el caso del Reino Unido más del 76% de sus habitantes ya han sido inoculados en un ocasión, y en España, la cifra es del 38%.
Urge compartir vacunas excedentes
Por ello, los expertos urgen a complementar la suspensión de las patentes con medidas más a corto plazo para encarar la extrema urgencia de la situación.
Avril Benoît, directora de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Estados Unidos, aplaudió en un comunicado enviado a Efe la “valiente” decisión de Estados Unidos en un momento “de necesidad sin precedentes”.
Aunque Benoît reconoció que si bien “otros fabricantes tendrán la información -y el permiso legal- que necesitan de las empresas farmacéuticas para ayudar a aumentar el suministro mundial y poner más vacunas en los brazos de la gente de todo el mundo, esto no ocurrirá de inmediato”.
Actualmente Estados Unidos tiene millones de dosis almacenadas de la vacuna de AstraZeneca, que no ha recibido aprobación por sus autoridades.
“Si los Estados Unidos quieren realmente acabar con esta pandemia, también deben compartir sus dosis de vacunas excedentes ahora con COVAX (el mecanismo global lanzado por la Organización Mundial de la Salud) y llenar el vacío de acceso hasta que otros fabricantes estén en disposición de aumentar la producción”, recalcó Benoît.