
Los banqueros centrales reunidos esta semana en Jackson Hole, Wyoming, para la conferencia anual de la Reserva Federal están dispuestos a ir más allá de intercambiar documentos de investigación y disfrutar de las vistas de las montañas: han venido a defender a Jerome Powell.
El presidente de la Fed se enfrenta a los implacables ataques del presidente Donald Trump por negarse a recortar la tasa de interés. Trump también ha prometido sustituir a Powell el año que viene, cuando expire su mandato como presidente de la autoridad monetaria, por alguien más dócil.
La ofensiva ha inquietado a los responsables de la política monetaria de todo el mundo, que temen que se vea socavada la independencia de los bancos centrales, considerada esencial para mantener la inflación bajo control.
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Entre los que han viajado a la cordillera de Teton se encuentran la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, y el gobernador del Banco de Inglaterra, Andrew Bailey. Es de esperar que expresen su firme apoyo a Powell y adviertan de los peligros que conlleva que los cargos electos presionen a los responsables de la política monetaria, especialmente si los líderes políticos de las economías más frágiles se sienten envalentonados por Trump.
“La independencia forma parte del ADN de los bancos centrales”, declaró Joachim Nagel, presidente del Bundesbank, a Bloomberg News. “Sería más que deseable que esto se reconociera en todas partes”.

Para los homólogos de Powell, el simposio del 21 al 23 de agosto es otra oportunidad para llevar ese mensaje al frente de la guerra por la independencia, como han hecho en anteriores reuniones este año.
En la reunión anual del Banco de Pagos Internacionales a finales de junio y en la conferencia del Banco Central Europeo en Sintra a principios de julio, “el mundo de los banqueros centrales se unió en torno a Jay y la Fed, respaldando públicamente la independencia de esta última”, afirmó Adam Posen, presidente del Peterson Institute for International Economics, que asistió a ambos eventos.
“Ahora es su oportunidad de hacerlo ante el público estadounidense”, afirmó Posen, que escribió su tesis doctoral en Economía sobre la historia de la independencia de los bancos centrales.
Hasta hace poco, este tipo de mensajes no habrían sido necesarios en Estados Unidos.
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El legado de Volcker
Después de que la Fed no lograra frenar la inflación en la década de 1970 —y en ocasiones atendiera las peticiones de los presidentes de bajar la tasa de interés—, el banco central comenzó a establecer una política con una independencia decidida bajo la presidencia de Paul Volcker. Ese enfoque, que ya se estaba imponiendo en otros países desarrollados, se extendió también a las economías emergentes.
Los políticos siguen ordenando a los bancos centrales que se fijen como objetivo una inflación baja, o una inflación baja y el pleno empleo, pero por lo demás les dejan decidir qué política es la más adecuada para la economía a largo plazo. Las investigaciones han demostrado que esta es la forma más eficaz de mantener a raya la inflación.
La campaña de presión pública que Trump ha mantenido sobre Powell desde su regreso a la Casa Blanca en enero representa un giro discordante, si no sin precedentes, en una economía desarrollada.

Esto ha tenido consecuencias en los mercados financieros. Junto con una caótica campaña arancelaria y la preocupación por el deterioro de las perspectivas fiscales, los ataques de Trump a la Fed alimentaron una ola de ventas de activos estadounidenses que provocó una caída del dólar de más del 10% en los primeros seis meses del año frente a una cesta de divisas de mercados desarrollados, su peor rendimiento en un primer semestre desde 1973.
Por ahora, las repercusiones mundiales de la debilidad del dólar han sido en gran medida positivas. Los bonos y las divisas de los mercados emergentes se han fortalecido, lo que ha supuesto un respiro tras la anterior apreciación del dólar, que había obligado a los bancos centrales de India e Indonesia a apuntalar sus monedas. La debilidad del dólar también ha permitido a algunos bancos centrales relajar su política monetaria sin temor a debilitar sus monedas.
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La caída del dólar tampoco ha tenido muchas repercusiones en el país. Las acciones se encuentran cerca de máximos históricos y, por ahora, hay pocos indicios de que la inflación se esté convirtiendo en un problema grave. Pero las constantes críticas de Trump a Powell podrían socavar la confianza en la política monetaria.
Es un fenómeno que se ha producido en países como Turquía, Brasil y Colombia, donde los políticos populistas han cuestionado la práctica de la independencia de los bancos centrales. Un documento del BCE reveló que, entre 2018 y 2020, la independencia de facto se deterioró en casi la mitad de los bancos centrales de economías que representan el 75% del producto interno bruto mundial.
“A lo largo de la historia, hemos vivido episodios bastante importantes en los que la mala gestión de la política monetaria ha tenido efectos devastadores en la inflación y en los sistemas financieros, afectando al bienestar de las personas y las empresas, y llevando a menudo a los países al borde del abismo”, declaró Augustin Carstens en junio, en su última rueda de prensa como director general del Banco de Pagos Internacionales, una organización de bancos centrales.
Protección judicial
En Estados Unidos, la Corte Suprema ha protegido a los funcionarios de la Fed de ser destituidos directamente por el presidente sin causa justificada, lo que ha acallado las amenazas de Trump de despedir a Powell. Sin embargo, el presidente puede dejar su huella en el banco central nombrando a nuevas personas para cubrir las vacantes.
Este mes, Trump dijo que nombraría al funcionario de la Casa Blanca Stephen Miran para un puesto vacante en la junta de la Fed. Dado que el mandato de Powell como presidente finaliza en mayo, también podrá ocupar ese puesto crucial.
La mayoría de los candidatos que la administración está barajando para el puesto más alto han afirmado que la Fed debería bajar las tasas. Sin embargo, Powell y sus compañeros han mantenido este año su tasa de referencia sin cambios, en un nivel que la mayoría de los economistas consideran que sigue lastrando la economía, al menos un poco.
Los inversores esperan que la Fed responda a los recientes datos negativos del mercado laboral bajando finalmente las tasas en septiembre. Pero, dada la persistente preocupación por la inflación, es posible que Powell se abstenga de anunciar un recorte cuando hable desde Jackson Hole el viernes.
En público, Powell se ha mostrado impasible al responder a las preguntas sobre la campaña de presión de Trump. A puerta cerrada, la historia es diferente.
En abril, defendió apasionadamente la independencia del banco central ante los responsables políticos y los ministros de Finanzas durante una reunión del Fondo Monetario Internacional, lo que provocó el aplauso del público y comentarios igualmente contundentes de sus homólogos, según informaron fuentes presentes en la reunión.
El gobernador del Banco de la Reserva de India, Sanjay Malhotra, recordó ese momento en un acto reciente y dijo que admiraba a Powell por mantenerse firme. “Está haciendo un muy buen trabajo. Mantener la independencia del banco central es muy importante”.
Ovación de pie
La presidenta del BCE, Christine Lagarde, también elogió a Powell en la versión de su banco del Jackson Hole en Sintra, Portugal, diciendo que representa “el estándar de un banquero central valiente”. Recibió una ovación de pie durante un panel con sus pares cuando hizo caso omiso de la presión política y reforzó el compromiso del banco con la estabilidad de los precios y el pleno empleo.
A Powell le espera una acogida similar en Jackson Hole. El tema oficial del simposio es “Los mercados laborales en transición: demografía, productividad y política macroeconómica”. Sin embargo, es probable que predomine la importancia de una política monetaria no partidista.
“Es un frente unificado”, afirmó David Beckworth, investigador senior del Mercatus Center de la Universidad George Mason. “Jackson Hole y otras conferencias en las que se reúnen los banqueros centrales son para ellos como ir a la iglesia. Se reúnen, comparten y hablan de un sistema de creencias muy similar”.