La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de Estados Unidos, comunicó a los laboratorios productores que las vacunas de refuerzo contra el coronavirus para el otoño y el invierno boreal deberían incluir elementos dirigidos específicamente a las subvariantes BA.4 y BA.5 del Ómicron.
Un comité de expertos invitados por la FDA para dar una opinión sobre la cuestión se pronunció el martes a favor de los retiros diseñados contra la variante ómicron, y la mayoría de los científicos consideraron que las cepas más recientes deberían ser el objetivo para evitar que se produzcan vacunas anti-COVID obsoletas por la rápida evolución del virus.
Las BA.4 y BA.5, que se transmiten más fácilmente y evaden más fácilmente el sistema inmunitario humano, representan ahora más del 52% de los casos en Estados Unidos, según datos oficiales.
Estas vacunas también tendrán que apuntar a la cepa inicial de COVID-19 para ampliar la respuesta inmune.
Los laboratorios Pfizer y Moderna, que producen vacunas contra el COVID-19 del tipo ARN mensajero, han estado desarrollando y probando inmunizadores contra la BA.1, la primera cepa de ómicron.
Representantes de ambas compañías sostuvieron en la reunión del comité que les tomaría alrededor de tres meses producir vacunas contra BA.4 y BA.5 a gran escala.
Pfizer ha publicado resultados preliminares que muestran que su vacuna contra las BA.4 y BA.5 provocó una fuerte producción de anticuerpos en ratones, pero aún no ha comenzado los ensayos clínicos en humanos.
De su lado, Novavax, que fabrica una vacuna de “subunidades” (que contiene un componente del virus pero no de forma completa), adelantó que podría ofrecer una contención para las BA.4 y BA.5 hacia fines de este año.
Las aplicaciones iniciales continuarían apuntando a la primera cepa surgida en Wuhan, China, agregó la FDA.