Los banqueros centrales de Estados Unidos señalaron que podrían empezar a reducir a mediados de noviembre el apoyo que dieron a la economía durante la crisis, pero siguen divididos sobre el grado de amenaza que supone la inflación y la rapidez con la que podrían tener que subir las tasas de interés, según las actas de su reunión de política monetaria del 21 y 22 de setiembre.
“En la reunión no se tomó ninguna decisión sobre la moderación de las compras de activos, pero los participantes consideraron en general que, siempre que la recuperación económica se mantenga en la senda correcta, sería apropiado un proceso de reducción gradual que concluya a mediados del próximo año”, según las minutas publicadas este miércoles.
Los responsables de la política monetaria debatieron la reducción de las compras de bonos del Tesoro en US$ 10,000 millones al mes y de los valores respaldados por hipotecas en US$ 5,000 millones al mes, según las actas, pero “varios” preferían recortes más rápidos.
Si la decisión de empezar a reducir las compras tiene lugar en la reunión de política monetaria del 2 y 3 de noviembre, según las actas, el proceso podría comenzar a mediados del mes o a mitad de diciembre.
El presidente de la Fed, Jerome Powell, y sus colegas quieren empezar a recortar los US$ 120,000 millones en compras mensuales de activos que el banco central ha estado haciendo para estimular la recuperación económica.
Foco en tasas de interés
Ante la inminente reducción de las compras de activos, la atención se centra ahora en el calendario de futuras alzas de las tasas de interés.
La Fed ha prometido mantener su tasa de interés de referencia para los préstamos a un día en el actual nivel casi nulo hasta que la economía alcance el pleno empleo, y la inflación no sólo haya alcanzado su objetivo del 2%, sino que vaya camino de mantenerse modestamente por encima durante un tiempo.
El banco central fijó estos parámetros cuando la inflación llevaba años por debajo del 2% y se consideraba que el gran reto era elevarla en lugar de frenarla.
Sin embargo, ahora puede surgir el problema contrario, ya que la demanda contenida de los consumidores alimenta el gasto en una economía que se está reabriendo y las empresas, afectadas por los cuellos de botella de la oferta, luchan por mantener el ritmo.
En las previsiones publicadas junto al comunicado de política monetaria de septiembre, la mitad de los responsables de la política monetaria de la Fed consideraron que sería necesaria un alza de tasas antes de fines del próximo año, y todos menos uno previeron la primera antes de finales del 2023.
La clave para los inversores -y para los millones de estadounidenses que siguen sin encontrar trabajo- es si los responsables de la política monetaria tendrán que empezar a subir las tasas antes para evitar que la inflación se dispare, sacrificando potencialmente avances del mercado laboral.
Powell ha restado importancia a la posibilidad de verse obligado a adoptar esa incómoda posición, pero los datos pueden tender en su contra.
Los precios al consumidor subieron a una tasa interanual del 5.4% en setiembre, informó el miércoles el gobierno estadounidense, y los operadores de futuros de tasas de interés aumentaron sus apuestas a que la Fed tendrá que empezar a subirlas para el próximo septiembre.
En las minutas, “varios” responsables dijeron que las condiciones económicas probablemente justificarían mantener las tasas cerca de su nivel actual durante “el próximo par de años”.
Sin embargo, “varios” consideraron que los tipos tendrían que subir a finales del próximo año porque se alcanzaría el pleno empleo.