La Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos se prepara para anunciar este miércoles el cuarto aumento de sus tasas de interés del año, en el marco de su batalla para frenar la inflación mientras acecha el fantasma de una recesión.
Se espera que la agresiva postura de la Fed enfríe una inflación al rojo vivo que superó el 9% en el acumulado a junio, la más alta en más de 40 años, sin descarrilar la mayor economía del mundo.
El presidente Joe Biden está pagando el coste político del aumento de los precios, que achaca principalmente a la guerra de Rusia en Ucrania, que ha disparado los precios mundiales de los alimentos y la energía.
Biden, con índices de aprobación muy bajos, apoya a la Fed en su batalla para sofocar la inflación, aunque insiste en que la economía estadounidense evitará una recesión.
El presidente de la Fed, Jerome Powell, y otros han dejado claro que están dispuestos a arriesgarse a una recesión y que seguirán subiendo las tasas de interés hasta que vean evidencias claras de que la inflación se acerca de nuevo a la meta de 2%.
Se espera que el comité de política monetaria (FOMC) anuncie otra subida de tres cuartos de punto porcentual en la tasa de interés de referencia al final de su reunión de dos días a las 18:00 GMT.
En cero a principios de año, la Fed elevó la tasa de interés de referencia a un rango de entre 1.50 y 1.75%, provocando un aumento de las tasas hipotecarias, lo que ha frenado la venta de viviendas durante cinco meses consecutivos.
Los economistas afirman que este ha sido el ciclo de endurecimiento más agresivo de la Fed desde la década de 1980, cuando la estanflación -estancamiento de la economía y espiral de precios y salarios- paralizó la economía estadounidense.
El reto es sofocar la inflación antes de que se afiance peligrosamente, pero sin enviar a la mayor economía del mundo a una recesión que repercuta en todo el mundo.
Mientras crece la inflación, con el precio de la vivienda tocando nuevos récords, hay indicios de que el ritmo de aumento ha empezado a disminuir, lo que podría permitir a la Fed relajar su decisión de aumentar los tipos de interés.
Los precios mundiales del petróleo tienden a la baja, con el barril de referencia estadounidense WTI por debajo de los 95 dólares desde su máximo de más de US$ 123 en marzo.
El precio de la gasolina en los surtidores de Estados Unidos bajó 69 centavos desde el récord de algo más de US$ 5 el galón a mediados de junio.
Riesgo de recesión
En tanto, el mercado de trabajo se mantiene fuerte, la demanda de los consumidores no ha caído drásticamente y las encuestas muestran que las expectativas de inflación en los meses por venir han comenzado a tender a la baja.
Los responsables de la política monetaria quieren diseñar un “aterrizaje suave”, que frene la inflación sin provocar una recesión, pero los economistas advierten que el camino para lograrlo es cada vez más estrecho y que sería fácil excederse de ser muy agresivo.
“La Fed está ahora atrapada entre la espada y la pared para salir de la situación sin afectar la economía”, dijo la economista jefe de KPMG, Diane Swonk, en una nota de análisis, apuntando que “Powell ha empezado a subrayar esa realidad al admitir que una recesión puede ocurrir”.
De hecho, es raro que el banco central se mueva tan decididamente sin provocar una recesión y hay señales de preocupación entre sus responsables.
La presidenta de la Fed de Kansas City, Esther George, discrepó en la reunión de junio, al señalar que prefería un menor aumento de tasas, de medio punto, y advirtió que ir demasiado rápido podía ser “inquietante” y aumentar los temores de recesión.
El Producto Bruto Interno (PBI) del primer trimestre se contrajo 1.6%, y se prevé que el jueves se publique la primera lectura del periodo abril-junio. Aunque las previsiones de consenso apuntan a un crecimiento modesto, muchos economistas esperan un retroceso.
Dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo se consideran técnicamente una recesión, aunque ese no es el criterio oficial.
Pero Christopher Waller, uno de los gobernadores de la Fed, dijo que estaba preparado para actuar incluso más rápido, con un aumento inédito de un punto porcentual si la inflación seguía acelerándose.
Swonk estimó que la Fed “está en aguas inexploradas”, por lo que “la incertidumbre y el desacuerdo sobre el curso de las subidas de las tasas es una consecuencia natural”.