Las personas más acaudaladas de Estados Unidos han recibido últimamente muchos consejos no solicitados sobre su filantropía, especialmente desde que la pandemia infló las fortunas del 0,1% más rico, mientras que devastó la economía en general.
La mayor queja de sus críticos: deberían repartir su dinero mucho más rápido.
Desde que se separó del hombre más rico del mundo en el 2019, MacKenzie Scott ha demostrado cómo podría hacerse. La exesposa del fundador de Amazon.com Inc., Jeff Bezos, ha donado US$ 8,500 millones en unos 12 meses, distribuyendo los fondos entre cientos de pequeñas organizaciones que suelen ser pasadas por alto por los grandes donantes.
“Es realmente impresionante lo que ha hecho y el enfoque tan diferente que ha adoptado”, dijo John Arnold, un multimillonario administrador de fondos de cobertura que se retiró en el 2012 para dedicarse a tiempo completo a la filantropía. “Tengo la esperanza de que más personas sigan ese modelo”.
La estrategia de Scott —probablemente la más rápida carrera filantrópica de la historia— todavía no está a la altura de las fuerzas que elevan la riqueza de los multimillonarios, en especial el rápido ascenso de las valoraciones tecnológicas. En el 2019, se unió a Giving Pledge, una promesa de personas muy acaudaladas, no vinculante legalmente, de donar la mayor parte de sus fortunas durante su vida.
Desde entonces, gracias al alza del precio de las acciones de Amazon, el patrimonio neto de Scott ha aumentado de alrededor de US$ 37,000 millones a US$ 62,000 millones, según el Índice de multimillonarios de Bloomberg.
Warren Buffett, quien ayudó a crear Giving Pledge y ha prometido donar casi toda su riqueza a organizaciones benéficas, ofrece un ejemplo aún más claro. En 16 años, a pesar de haber renunciado a la mitad de su participación en Berkshire Hathaway Inc., su riqueza se ha duplicado con creces a US$ 104,000 millones.
“Estamos viviendo la segunda edad de oro de la filantropía porque estamos viviendo la segunda edad de oro de la desigualdad”, dijo Jason Franklin, director de Ktisis Capital, una firma de asesoría filantrópica con sede en Grand Rapids, Michigan.
Buffett respondió el miércoles al intenso debate. En un comunicado en que también anunció su renuncia como fideicomisario de la Fundación Bill y Melinda Gates, el octavo hombre más rico del mundo ofreció una defensa parcial del enfoque lento de las donaciones.
La primera esposa de Buffett, Susan, había abogado por “donar grandes sumas cuando éramos jóvenes, cuando nuestro patrimonio neto era una pequeña fracción de su tamaño final”, escribió. “Me aguanté para más tarde, quedando encantado con los resultados de la capitalización”.
En 2006, un par de años después de la muerte de su esposa, Buffett, entonces de 75 años, “pisó el acelerador” en sus donaciones.
Las acciones que ha donado —US$ 41,000 millones— tendrían un valor de US$ 100,000 millones para las fundaciones beneficiarias si hubiera esperado hasta ahora.
“¿Se habría beneficiado más la sociedad en última instancia si hubiera esperado más tiempo para distribuir las acciones?” preguntó.
Trillones de dólares dependen de la respuesta de los miembros del 0.1% a esta pregunta. Muchos de los estadounidenses más ricos también se han adherido al Giving Pledge. Entre ellos, Michael Bloomberg, fundador y propietario mayoritario de Bloomberg LP, la empresa matriz de Bloomberg News.
Ahora hay 222 signatarios en todo el mundo, pero solo una pequeña parte del dinero se ha destinado a organizaciones benéficas, y muchos de los multimillonarios recién acuñados de hoy pueden esperar vivir durante décadas.
Mark Zuckerberg, cofundador de Facebook Inc., de 37 años, firmó el compromiso junto con su esposa, Priscilla Chan, en el 2015, cuando su fortuna ascendía a US$ 45,000 millones. Y, mientras que la Iniciativa Chan Zuckerberg de la pareja dice que dio US$ 2,700 millones en subvenciones desde el 2015 hasta octubre del 2020, la fortuna de Zuckerberg hoy es de US$ 126,800 millones.
El argumento para dar más ahora, en lugar de más tarde, es que si bien la riqueza puede aumentar con el tiempo, también pueden hacerlo los problemas que la filantropía trata de abordar. En la lucha contra el cambio climático, una causa adoptada tanto por Bezos como por Bill Gates, el tiempo es esencial. La educación ahora paga grandes dividendos durante la vida de un niño, mientras que curar una enfermedad podría salvar millones de vidas.
“La filantropía también genera retornos de inversión”, dijo Arnold. Si cuestiones como la pobreza intergeneracional no se abordan hoy, por ejemplo, “mañana se convertirá en un problema mayor”.
El debate sobre las donaciones ha existido durante décadas. Pero el año pasado inspiró una serie de iniciativas destinadas a alentar a las fundaciones y donantes ricos a ser más generosos, más rápidamente.
Algunos de sus creadores se sintieron frustrados por el ritmo de las donaciones de los estadounidenses acaudalados, incluso cuando el estímulo gubernamental y las tasas de interés históricamente bajas contribuyeron a aumentar los activos de los más ricos.
Demasiados estadounidenses adinerados están “atesorando” sus fortunas, señaló Alan Davis, quien dirige una fundación familiar de US$ 150 millones heredada de sus padres. MacKenzie Scott “ha subido la vara; no estoy seguro de que haya tantos multimillonarios que estén dispuestos a saltarla”.