
Desde que asumió su segundo mandato presidencial, Donald Trump ha pregonado una serie de aranceles a China y un gran número de países a fin de equilibrar su balanza comercial. Sin embargo, estas acciones han causado estragos en las pequeñas empresas que dependen del gigante asiático.
Los negocios pequeños se ven presas del fuego cruzado entre Washington y Pekin: los aranceles subieron a 145% para los productos importados de China y del 125% para los procedentes de Estados Unidos.
Y si bien ambas potencias acordaron reducir al 30% los aranceles para productos chinos y al 10% para los norteamericanos, por un plazo de 90 días, el sentir de los empresarios sigue siendo la incertidumbre.
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“La única opción es intentar mantener la cabeza fuera del agua y resistir a las olas, o cerrar el negocio”, declaró a AFP, Anna Barker, cuya empresa Glo, en Misisipi, vende juguetes diseñados en Estados Unidos y fabricados en China.
Según Barker la pausa de 90 días no trae ningún cambio porque “hacer pedidos, fabricar productos y enviarlos a Estados Unidos lleva más tiempo”. Advierte que la tarifa aduanera del 30% sigue siendo “enorme” para una empresa pequeña.
A criterio de Donald Trump las empresas no tendrán que pagar aranceles si fabrican en suelo norteamericano pero llevarlo a la práctica —prosigue— es complicado porque la materia prima o maquinaria se debe importar.
“Nuestra mayor prioridad, si dependiera solo de nosotros, siempre sería el mercado estadounidense, pero simplemente no es posible en este momento”, sostuvo Barker.
Consecuencias de los aranceles de Trump a China
En esa línea, Steve Lamar, presidente de la Asociación Estadounidense de Ropa y Calzado (AAFA), cree que la pausa “puede ayudar temporalmente a desatascar” lo que considera un embargo comercial de facto impuesto el 9 de abril, cuando los altos aranceles de Donald Trump obligaron a muchas empresas a detener las importaciones.

“El regreso a clases y la temporada navideña sean caras”, dice Lamar.
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Según la economista jefa de KPMG, Diane Swonk, los aranceles siguen siendo tan altos que no puedes evitar trasladarlos a los precios al consumidor.
Es decir, los productores, minoristas y consumidores podrían cargar con parte del peso de la guerra comercial, golpeando más a las pequeñas empresas por sus márgenes más estrechos.
Incluso las tarifas de flete podrían elevarse por las interrupciones en el envío que generan los aranceles.

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“Hay muchas reservas acumulándose en las fábricas de China que ahora necesitan salir al mar”, soslayó Josh Staph, director ejecutivo de Duncan Toys Company, con sede en Ohio.
A la fecha el flujo es “muy congestionado” y dicho cambios de políticas arancelarias “generan tanto pánico como parálisis” entre las empresas —añade Swonk—.
“Cada vez que ven una ventana como la que tenemos ahora por 90 días, tienen que apresurarse y eso hace subir los costos de envío”, apuntó.
Con información de EFE