Por Jonathan Bernstein
El presidente electo, Joe Biden, ha nombrado a Ron Klain como jefe de Gabinete de la Casa Blanca, causando una aclamación generalizada. Klain fue alguna vez miembro del personal de Biden en el Comité Judicial del Senado; desde entonces, ha trabajado para varios reconocidos candidatos demócratas, y se desempeñó como jefe de Gabinete de Biden cuando era vicepresidente durante el despliegue de la ley de recuperación.
Luego fungió como zar del ébola bajo Barack Obama. Klain tiene las calificaciones para el cargo y parece ser respetado por grupos del partido e incluso por algunos republicanos (por eso dije en una columna anterior que Biden debería elegirlo).
¿Quién más estaría supuestamente feliz? Dwight D. Eisenhower.
El gabinete de la Casa Blanca, en su sentido moderno, solo se remonta a la presidencia de Harry Truman, y durante mucho tiempo hubo un serio desacuerdo partidista sobre cómo administrar lo que prácticamente era una nueva rama del Gobierno. Eisenhower, basándose en sus antecedentes militares, presentó la idea de un jefe de Gabinete y un organigrama altamente estructurado.
Todos los republicanos, desde Richard Nixon hasta George W. Bush, siguieron su ejemplo. Truman tuvo una configuración mucho más flexible, básicamente emulando la presidencia de Franklin D. Roosevelt.
Los demócratas tendieron a seguir el ejemplo de Truman al comienzo de sus mandatos, ya sea sin un jefe de Gabinete nombrado como tal (como con Bill Clinton) o con uno muy débil. Pero a través de sus presidencias, se inclinaron hacia el modelo de Eisenhower. La discusión parecía haber terminado en el 2009, cuando Obama comenzó su presidencia con Rahm Emanuel como jefe de Gabinete, pero luego Donald Trump gobernó —o más bien, falló en gobernar— al antiguo estilo demócrata.
No sorprende que Biden siga el ejemplo de Obama. De hecho, es difícil darle tanto crédito por nombrar al candidato más obvio y organizar su presidencia de la manera más obvia. Lo que pasa es que acabamos de pasar por una Administración que frecuentemente se equivocaba en las cosas fáciles. Así que démosle crédito a Biden por ignorar cualquier tentación de actuar de manera dramática o inesperada.
La selección de un jefe de Gabinete es el nombramiento más importante que Biden hará en el establecimiento de su Administración. Si un presidente se equivoca, como Ronald Reagan cuando eligió a Don Regan en 1985, abre las puertas a todo tipo de problemas.
Un buen jefe de Gabinete funciona como una extensión del presidente y como alguien que puede compensar sus debilidades, como por ejemplo la elección original de Reagan, James Baker. Toda presidencia está sujeta a conflictos internos, funcionarios que se preocupan más por sus propios perfiles que por el éxito del presidente y varias otras crisis y disputas. Un buen jefe de Gabinete minimizará los inconvenientes.
Por supuesto, queda por ver si tener la experiencia y la reputación correctas realmente dará éxito a Klain. Dado que una promesa clave de Biden era restaurar un gobierno normal, aburrido y competente, parece ir por buena vía.