Las elecciones estadounidenses del 2020 contaron con la participación más alta en más de un siglo, a pesar de la devastadora pandemia y los esfuerzos del entonces presidente Donald Trump y sus aliados por socavar la confianza en el sistema de votación.
Pese a la gran concurrencia, fue declarada la elección más segura en la historia de Estados Unidos. Sin embargo, varios estados han pasado meses aprovechando las falsas afirmaciones de Trump de que fue una elección robada para introducir leyes restrictivas que, según los opositores, van contra los derechos al voto.
Las restricciones han alarmado a activistas de derechos civiles y llevaron al presidente Joe Biden a emitir el miércoles un pedido especial, justo cuando los senadores votaban en contra de debatir el tema.
“El Senado de Estados Unidos debe actuar para proteger el sagrado derecho constitucional al voto, que está siendo atacado implacablemente por los defensores de la ‘Gran Mentira’ y los gobernadores republicanos, secretarios de estado, fiscales generales y legislaturas estatales por todo el país”, pidió en un comunicado.
“Es urgente. La democracia, el alma misma de Estados Unidos, está en juego”.
En Georgia, las personas que entregan bebidas o bocadillos a los votantes que esperan en la fila ahora pueden ser acusadas penalmente. En Iowa y Kansas, quienes devuelven papeletas defectuosas en nombre de votantes con discapacidades se arriesgan a un proceso judicial.
Texas ha prohibido el voto desde los autos y la jornada de votación abierta 24 horas, así como la promoción del sufragio por correo por parte de los funcionarios electorales. Leyes similares en más de una docena de otros estados dificultan la vida de los votantes, reclaman activistas.
“Estas leyes estatales a menudo tienen como objetivo perjudicar a las comunidades históricamente subrepresentadas, incluidas las comunidades de color, así como a los votantes de bajos ingresos y las personas con discapacidades”, estima el Center for American Progress.
Reformas radicales
Más de 425 proyectos de ley con disposiciones que restringen el acceso al voto se han presentado en 49 estados en las sesiones legislativas del 2021, según el Centro de Justicia Brennon, de tendencia liberal.
A principios de octubre, al menos 19 estados habían firmado 33 leyes que restringen la votación, informó la organización.
Los demócratas del Senado buscaron este miércoles iniciar un debate sobre la Ley de Libertad de Voto, un paquete amplio de reformas de votación. Pero los 50 republicanos se opusieron, lo que significa que el proyecto de ley quedó enterrado.
“No se equivoquen”, advirtió el líder de la mayoría del Senado, Chuck Schumer, después de la votación. “El bloqueo de los republicanos del Senado hoy es un respaldo implícito a las nuevas y horribles leyes de supresión de votantes y subversión electoral, impulsadas en los estados conservadores de todo el país”.
Los líderes republicanos en el Congreso argumentan que, si bien es posible que las últimas elecciones no hayan sido robadas, las nuevas leyes incluyen medidas normales en muchos países, como presentar una identificación con foto.
“Los demócratas argumentan que (el fraude) no ocurre. Bueno, no ocurre muy a menudo porque los estados sí tienen herramientas como pedir una identificación con foto, eliminación de personas muertas de las listas”, dijo el líder de la minoría del Senado, Mitch McConnell.
“Estas son disposiciones administrativas normales de las que a nuestros amigos demócratas les gustaría deshacerse”.
La legislación propuesta fundamentalmente buscaba reducir la influencia del dinero en la política, poner fin a la manipulación partidista y fortalecer las elecciones contra la interferencia extranjera.
Sin embargo, no contaba con los 60 votos necesarios.
La “gran mentira” de Trump
Las elecciones en Estados Unidos se administran localmente y los republicanos tienden a ver una extralimitación federal en Washington, si se les dice a los estados cómo ejecutar sus propias votaciones.
Sin embargo, Trump ha estado haciendo precisamente eso durante más de un año.
Incluso antes de que Joe Biden lo derrotara, y sin una pizca de evidencia, el republicano se ha involucrado en una cruzada para convencer a millones de estadounidenses de que las elecciones del 2020 fueron fraudulentas.
Al presionar a los funcionarios electorales en varios estados para invalidar los resultados, Trump difundió teorías de conspiración en un intento por fomentar una furia ardiente por su derrota electoral que culminó con la insurrección del 6 de enero.
Biden fue debidamente instalado como el presidente número 46, pero la llamada “Gran Mentira” de Trump a la larga funcionó.
Incluso después de que miles de sus partidarios irrumpieran en el Capitolio de Estados Unidos, agrediendo a la policía y amenazando de muerte, 147 republicanos votaron en la misma línea de los insurrectos sobre revocar las elecciones en algunos estados.
Y una encuesta de YouGov en agosto encontró que dos tercios de los republicanos creen que las últimas elecciones le fueron robadas a Trump, mientras que el 75% cree que la democracia está bajo ataque.