El lado positivo de estas cifras alarmantes es que la variante ómicron, causante de que se disparen los casos, es muy contagiosa pero mucho menos mortal que las anteriores. (Foto: Difusión)
El lado positivo de estas cifras alarmantes es que la variante ómicron, causante de que se disparen los casos, es muy contagiosa pero mucho menos mortal que las anteriores. (Foto: Difusión)

El presidente de prometió “seguir a la ciencia” cuando reemplazó a Donald Trump, pero un año después el récord de infecciones, la escasez de test y la obstinada resistencia a las vacunas han convertido uno de los puntos fuertes políticos de su presidencia en un creciente lastre.

Los datos del miércoles con el número más alto hasta ahora de nuevas infecciones por (265,427 casos como media en siete días) subrayaron la impotencia de Biden contra el virus mutante.

El lado positivo de estas cifras alarmantes es que la variante ómicron, causante de que se disparen los casos, es muy contagiosa pero mucho menos mortal que las anteriores.

Por eso, aunque los estadounidenses y los habitantes de muchos otros países se infectan en masa las consecuencias son más leves.

Como las hospitalizaciones solo han aumentado un 11% en Estados Unidos, aunque hay un 126% más de casos, el principal experto en enfermedades infecciosas que asesora al gobierno, Anthony Fauci, calificó los datos de “alentadores”.

“No debemos volvernos complacientes”, dijo a los periodistas el miércoles, pero “todos los indicios apuntan a que ómicron es menos grave”.

Con todo, la continua incertidumbre y la gran velocidad de la propagación viral han sido suficientes para sembrar el caos y dañar políticamente a Biden.

Se teme que los hospitales no den abasto, las aerolíneas cancelan cientos de vuelos en una de las épocas más concurridas del año y es posible que los grandes eventos deportivos tengan que interrumpirse. Con este panorama. El demócrata Biden se enfrenta a un invierno de descontento.

Nada que ver con las esperanzas que suscitó cuando asumió el cargo hace 11 meses, prometiendo que acabaría con el liderazgo errático de Trump y controlaría la pandemia.

En sus primeros meses el virus retrocedía de tal manera que Biden se atrevió incluso a declarar que el 4 de julio se conmemoraría la independencia sin COVID-19.

Ahora, con las secuelas de la llegada en verano de la variante delta y el ómicron de este invierno, Biden está bajo el fuego de las críticas, con índices de popularidad entre la opinión pública por debajo del 40% y una desaprobación que ronda el 52%.

Lo tolerable

El diario The New York Post afirma que Biden puede no ser el culpable del COVID-19 pero su respuesta es inepta.

“En pocas palabras: la exageración, la incompetencia, la hipocresía y las mentiras del equipo Biden no infunden confianza”, afirma el editorial del Post este martes.

Las últimas críticas se deben a la escasez de kits de pruebas rápidas, con farmacias sin existencias y centros de detección administrados por el gobierno asediados por largas filas de personas preocupadas.

La administración dice que está a punto de enviar 500 millones de kits de prueba caseros, entre otras medidas, pero el propio Biden reconoció esta semana que “claramente no es suficiente”.

Howard Forman, profesor de la Escuela de Salud Pública de Yale, declaró que las categorías de alto riesgo deberían hacerse pruebas de detección con mucha frecuencia porque los medicamentos pueden prevenir las formas graves de la enfermedad si se detecta a tiempo.

En “cualquiera de esos grupos de alto riesgo, haría la prueba lo antes posible”, afirma.

La mejor defensa contra el COVID-19 sigue siendo no obstante la vacuna. La tasa de muertes relacionadas con el coronavirus es 14 veces superior para los no vacunados en comparación con los que recibieron las dosis, según los Centros para el Control de Enfermedades.

Y en este terreno Biden se enfrenta a una resistencia tenaz, con frecuencia en zonas que suelen votar por los republicanos.

A pesar de meses de insistencia y del fácil acceso a vacunas gratuitas, solo el 62% del país está completamente vacunado y menos del 33% ha recibido la dosis de refuerzo.

A principios de esta semana, los CDC redujeron a la mitad el tiempo de aislamiento recomendado para las personas con COVID-19 asintomáticas, de diez a cinco días, una decisión aplaudida por algunas empresas desesperadas por evitar bajas del personal, pero que generó fuertes críticas de otros sectores.

Difícil contentarlos a todos. En un comentario revelador este miércoles la directora de los CDC, Rochelle Walensky, afirmó que la decisión de reducir el período de aislamiento no se basó solo en la ciencia, sino también en un factor humano y político. “Tuvo mucho que ver con lo que pensamos que la gente podría tolerar”, dijo Walensky a la cadena CNN.