El negacionismo ha vivido en el 2021 una eclosión en nuestras pantallas, con mensajes que dicen que el SARS-CoV-2 no existe y las vacunas no son seguras, aunque su hito más destacable ha sido el asalto al Capitolio por una multitud incapaz de aceptar la victoria de Joe Biden.
Hasta hace unos años el negacionismo era un fenómeno conocido por rechazar realidades como el Holocausto, el sida, el cambio climático, así como por la actividad de los creacionistas, que niegan la evolución de las especies, y los terraplanistas, que no admiten la forma esférica del planeta.
Sin embargo, en los últimos años el uso masivo de las redes sociales y el oportunismo político han multiplicado las afirmaciones sin fundamento que cuestionan de forma sistemática hechos probados.
Y la pandemia, que ha propiciado un clima de miedo e incertidumbre, ha sido especialmente fértil para la propagación de las tesis negacionistas.
Cuando incluso la nieve es mentira
Ahora se duda de todo, hasta de que sea real la nieve caída en el centro de España durante la borrasca Filomena, como se afirmaba en varios vídeos viralizados en enero, de los que se llegó a hacer eco la prensa italiana.
El negacionismo sobre el COVID-19, que ya se había manifestado en el 2020, ha evolucionado al mismo ritmo con el que lo hacía la pandemia.
Si a principios de año todavía se cuestionaba la existencia del nuevo coronavirus, posteriormente aumentó el número de mensajes engañosos sobre la seguridad y eficacia de las vacunas y que negaban las evidencias científicas.
Qué es el negacionismo y qué tácticas utiliza
Las definiciones de negacionismo coinciden en que se trata de una actitud que consiste en negar realidades y hechos relevantes.
El sociólogo francés Didier Fassin añade otro matiz al considerar que se trata de “una posición ideológica por la que se reacciona sistemáticamente rechazando la realidad y la verdad”.
Es el caso del asalto al Capitolio, llevado a cabo por seguidores del presidente saliente, Donald Trump, que negaban la legitimidad del incontrovertible triunfo electoral de Biden.
Según un esquema propuesto por el científico y divulgador Mark Hoofnagle y citado por otros autores, los negacionistas suelen utilizar cinco tácticas:
1.- Teorías de la conspiración: descartan los datos y las evidencias fácticas y señalan que sus oponentes forman parte de una conspiración para ocultar la verdad.
2.- Selección interesada (“cherry picking”): basan sus argumentos en investigaciones académicas deficientes, desacreditadas o desfasadas.
3.- Expertos falsos: se recurre a falsos expertos para apoyar las tesis y se margina a investigadores auténticos.
4.- Mover los postes de la portería: consiste en rechazar una evidencia presentada como respuesta a una afirmación específica y pedir constantemente otras pruebas con exigencias que pueden ser imposibles.
5.- El uso de falacias lógicas: utilizan argumentos elocuentes que parecen válidos a simple vista pero que en realidad emplean conexiones falsas entre los planteamientos iniciales y las conclusiones.
Viejos y nuevos formatos
Los negacionistas han difundido sus mentiras por una amplia variedad de canales. Además de utilizar las redes sociales y los medios de comunicación tradicionales, han llegado a propagar falsedades sobre la pandemia y las vacunas a pie de calle, a través de panfletos o carteles.
Pero también ha habido ejemplos más sofisticados, como “The Big Reset”, un documental de buena factura técnica y plagado de engaños y teorías de la conspiración, que fue publicado en diferentes plataformas de vídeo y compartido en redes.
En él toman la palabra voces destacadas de la plataforma negacionista Médicos por la Verdad, organización que, junto con Biólogos por la Verdad, recurre a técnicas expuestas por Hoofnagle, como la selección interesada de investigaciones desprestigiadas y falacias lógicas.
Además, en el 2021 el negacionismo ha seguido teniendo de portavoces a rostros tan famosos como Miguel Bosé y Victoria Abril.
Negacionismo antes y después del asalto al capitolio
En el caso del ataque al Congreso de Estados Unidos, Trump había realizado antes, durante y después de los comicios acusaciones infundadas de fraude electoral.
Esas imputaciones falsas fueron amplificadas por las redes sociales, donde se hacía patente la transformación de grupos negacionistas en colectivos cada vez más violentos, hasta el punto de transformarse en milicias que llamaban a mantener un conflicto armado.
Precisamente, milicias de extrema derecha como Oath Keepers y Proud Boys tuvieron un especial protagonismo en el ataque a la sede del poder legislativo estadounidense, en el que murieron cinco personas.
Por qué se propagan las tesis negacionistas
Las razones por las que el negacionismo encuentra un público que cree y difunde sus teorías son variadas y han sido explicadas por sociólogos y psicólogos.
Los sesgos cognitivos nos predisponen a creer en las teorías que refuerzan nuestras ideas previas y, por otra parte, nos impiden pensar con claridad en situaciones de ansiedad y miedo.
Frente a esa incertidumbre, las teorías de la conspiración, uno de los instrumentos del negacionismo, resultan atractivas porque dan sensación de “control”, como explica la Comisión Europea en una guía para identificar este tipo de desinformación.
Es decir, ofrecen explicaciones aparentemente lógicas para situaciones difíciles de entender o asimilar.
“Sabemos que hay un vínculo entre el estrés y la credibilidad de las teorías de la conspiración, por lo que en momentos históricos o personales donde se siente más ansiedad o angustia se tiende a ser más proclive a creer esta ‘información’”, explica el psicólogo Sergio García en un artículo para EFE Salud.
También tendemos a ser persuadidos por los argumentos que esgrime la mayoría de la gente de la que nos rodeamos o del grupo al que pertenecemos, como han demostrado varias investigaciones desde los años cincuenta.
Pero, además, quienes las defienden pueden tener la sensación de creerse mejores que los demás.
Así lo explica García en su artículo: “Moralmente, nos sentimos superiores puesto que hemos sido los elegidos para conocer ‘la verdad’”.