El vicegobernador de Hawái observó con horror cuando manifestantes reunidos afuera de su condominio le gritaron con megáfonos y proyectaron luces estroboscópicas contra el edificio donde vive para acosarlo por la obligatoriedad de las vacunas.
Un padre en el norte de California irrumpió en la escuela primaria de su hija y golpeó a un maestro en la cara por las normas sobre el uso de mascarillas. En una escuela en Texas, un padre quitó la mascarilla a una docente durante un evento “Conozca a la maestra”.
Un directivo de un hospital en Missouri enfrentó esta semana a un hombre de Alabama en un estacionamiento que le entregó documentos en los que lo acusaba de “crímenes contra la humanidad”, y no fue el único encuentro directo relacionado con vacunas y mascarillas.
Miembros de juntas escolares, comisionados de condado, doctores y autoridades locales enfrentan regularmente en reuniones en público burlas airadas en las que los comparan con los talibanes, nazis, marxistas y jefes de campos de internamiento japonés.
En todo Estados Unidos, las manifestaciones antivacuna y antimascarillas están tomando un giro aterrador y violento, y los educadores, médicos y figuras públicas están consternadas del nivel con el que los han vilipendiado por manifestar su opinión.
Y están aterrados frente al extremo al que han llegado los manifestantes para confrontar a personalidades o superiores afuera de sus casas y sus lugares de trabajo.
“El fuego definitivamente aumentó de intensidad esta semana”, dijo Shannon Portillo, comisionada de condado en Kansas y quien fue reprendida el miércoles durante una reunión en la que la junta dispuso que los niños no vacunados utilicen en forma obligatoria mascarillas en recintos cerrados. “Enfrenté mucha más hostilidad de la que haya visto”.
La ira por la pandemia ha coincidido con un aumento en los casos de COVID-19 y las hospitalizaciones, se amplía la obligatoriedad de las vacunas y el uso forzoso de mascarillas, sobre todo en las escuelas donde las familias ya cansadas esperaban que los peores días de la pandemia hubieran quedado atrás. Ahora el país registra a diario un promedio de casi 1,000 muertes por COVID.
La ira de los padres por las mascarillas ha estado en ebullición en el condado Amador en el norte de California y alcanzó su punto máximo este mes cuando por primera vez un profesor fue agredido.
Un padre se puso iracundo cuando vio a su hija salir de la escuela usando mascarilla pero los maestros en una sala no la tenían.
El personal vacunado está autorizado a quitarse las mascarillas si no hay alumnos presentes, dijo la superintendente del Distrito Escolar Unificado del condado Amador, Torie Gibson. Al padre se le explicó esta situación y se retiró, pero regresó después para hablar con el director.
Un maestro preocupado se dirigió a la oficina del director. Hubo una discusión y el padre golpeó al maestro.
El profesor fue atendido en un hospital y se presentó a trabajar al día siguiente. Sin embargo, el incidente consternó al cuerpo docente y la comunidad.