Donald Trump fue uno de los políticos más efectivos en el uso de las redes sociales hasta que las principales plataformas lo proscribieron abruptamente.
A continuación algunas claves de la turbulenta relación entre el expresidente estadounidense y las redes sociales luego que un panel independiente de Facebook mantuviera el bloqueo a su cuenta en esa plataforma.
Sin filtros
Trump tenía 88 millones de seguidores en Twitter y 35 millones en Facebook y utilizaba sus cuentas personales más que las oficiales, incluso para declaraciones políticas.
Sus críticos sostienen que reiteradamente violaba las normas de las redes contra las expresiones de odio o abusivas pero hasta los meses finales de su mandato, publicaba todo lo que quería sin que nadie filtrara sus mensajes.
Su inusual uso de las redes hizo que se convirtieran un espacio importante para el discurso político.
El bloqueo de Trump a quienes lo criticaban en Twitter generó una demanda y en el 2019 una corte sentenció que su cuenta personal era un “foro público” que debía permitir todas las voces.
Excepciones a las reglas
Hasta el año pasado, las grandes redes rechazaron los llamados a eliminar contenidos a menudos falsos o incendiarios de Trump. Sostenían que aunque transgrediera sus normas, los comentarios de un presidente de Estados Unidos debían ser mantenidos porque eran noticia.
A menudo Trump criticaba las redes y les atribuía prejuicios políticos. Pero invitó en el 2019 al fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, a una cena privada en la Casa Blanca lo que despertó la suspicacia de que la mayor red social le daba un trato especial.
Etiquetas de advertencia
En el 2020, Facebook y Twitter comenzaron a añadirle etiquetas de advertencia a muchos mensajes de Trump, por ejemplo cuando instó a votar dos veces: una por correo y otra en persona. “Cuando se abran las urnas, vayan al local de votación para ver si (su voto) fue contado. Si no es así, ¡voten¡”, posteó.
En junio, Facebook eliminó un anuncio publicitario que utilizaba el triángulo invertido que los nazis colocaban a los presos en campos de concentración y gradualmente las grandes plataformas procuraron moderar los mensajes del presidente.
Facebook eliminó un comentario en el que afirmó que Estados Unidos había “aprendido a vivir” la temporada de gripe “tal como estamos aprendiendo a vivir con el COVID, que en muchas poblaciones es, por lejos, menos letal”. Twitter ocultó ese mensaje y requería a los usuarios hacer clic para verlo.
La caída
Tras un encendido proceso electoral en el que Trump era visto como la mayor fuente de desinformación, las plataformas tomaron acciones más enérgicas luego del mortal asalto de sus simpatizantes al Capitolio el 6 de enero.
“Los tremendos hechos de las últimas 24 horas, mostraron claramente que el presidente Donald Trump intenta utilizar el tiempo que le queda en el cargo para socavar una transición legal y pacífica a su sucesor electo, Joe Biden”, escribió Zuckerberg en su página de Facebook.
Twitter tomó el mismo camino, pero su fundador Jack Dorsey admitió su cuota de culpa por dejar que las cosas se le fueran de las manos.
“Vetar una cuenta tiene ramificaciones reales y significativas”, dijo Dorsey en una serie de tuits sobre la decisión de la empresa de eliminar a Trump de su red.
“Si bien hay obvias y claras excepciones, siento que una prohibición es, en última instancia, un fracaso nuestro en promover conversaciones sanas”, dijo.