Los demócratas comprobaron que los estados del cinturón industrial del noreste pueden ser la clave para una victoria dentro de dos años. Los republicanos de Donald Trump lograron buenos resultados en estados a menudo decisivos.
Las elecciones de mitad de término permitieron sacar importantes conclusiones a ambos partidos de cara a los comicios presidenciales del 2020.
Tal vez ningún estado alentó más las ilusiones demócratas que Wisconsin, que para sorpresa de todos en el 2016 dio una estrecha, y vital, victoria a Trump. La derrota del gobernador republicano Scott Walter, que buscaba un tercer mandato, dejó a los demócratas la sensación de que pueden reconquistar ese estado y otros donde eran la fuerza dominante pero que les dieron la espalda hace dos años, como Michigan y Pensilvania.
“El revés de Walter es un indicio de que el candidato indicado puede ganar todos estos estados” del noreste del país en el 2020, opinó el encuestador demócrata Paul Maslin, quien asesoró la campaña de la senadora demócrata Tammy Baldwin. “Si lo hacen, el mapa electoral de Trump se complica”.
De todos modos, hay numerosas razones para atenuar el optimismo demócrata. A los avances en Wisconsin, Michigan y Pensilvania se sumaron una serie de resultados mixtos en Ohio y el buen desempeño de los republicanos en la Florida, un estado importantísimo.
En Ohio los republicanos se llevaron la gobernación y un puñado de pujas estatales. Conservaron la ventaja de 14-2 que tienen en el bloque de ese estado en la Cámara de Representantes.
El representante demócrata de Ohio dijo que había sido “otra mala noche” para su partido en su estado. Pero acotó que los demócratas salieron bien librados cuando se enfocaron en los “temas económicos básicos” en que hicieron hincapié él y su correligionario Sherrod Brown, que también fue reelegido el martes.
“Si no hay una buena conexión con los trabajadores, no te va a ir bien”, declaró en una entrevista. “Trump se conectó con los trabajadores. Si nosotros no lo hacemos, si nos siguen viendo como una elite que considera a la gente ‘deplorables’ (término que usó Hillary Clinton para aludir a los votantes de Trump) si no votan por nosotros, vamos a tener un gran problema”.
En su discurso tras su victoria, Brown dijo que su estado había ofrecido “un plan de acción para el 2020”.
Los republicanos destacaron la victoria por 8 puntos de Trump en Ohio en el 2016 y las cuatro visitas que el presidente hizo a ese estado antes de la votación, incluida una reciente al sudoeste. Tump sigue siendo muy popular en esta región al este del condado de Hamilton, a lo largo del río Ohio, que el presidente ganó por 30 puntos porcentuales.
La zona rural, blanca, vecina a Cincinnati es una de las razones que los republicanos esperan ayudarán a evitar un triunfo demócrata, según el presidente de la rama del partido Republicano del condado de Hamilton Alex Triantafilou.
“Creo que el sudoeste de Ohio es cada vez más republicano con Trump”, expresó Triantafilou. “No hay duda de que la forma en que Trump les habla a los conservadores motiva a la gente a que vaya a votar”.
También hubo algunas señales de alarma para los demócratas en la Florida, un estado sin una fuerza hegemónica que últimamente les ha estado dando ajustadas victorias a los republicanos. Ron DeSantis superó a Andrew Gillum y propinó a los demócratas un tercer revés consecutivo en la puja por la gobernación. Y el senador demócrata Bill Nelson corre peligro de perder su banca a manos del republicano Rick Scott.
Si hubo algo alentador para los demócratas en la Florida fue la aprobación de una propuesta especial que restituye el derecho al voto a la mayoría de las personas que han cometido delitos cuando completan sus condenas, lo que incorporará 1.4 millones de votantes al padrón electoral. No está claro, sin embargo, qué impacto tendrá este bloque en las elecciones del 2020.
Los demócratas también festejaron en sitios como Nevada, otrora un estado conservador que ahora tiene a votar por el otro bando. Beto O’Rourke, por su parte, hizo una fenomenal campaña en Texas, donde perdió por apenas tres puntos de porcentaje ante Ted Cruz en una contienda por la banca de Cruz en el Senado, en un estado que no elige a un demócrata para ningún cargo estatal desde 1994. Y Stacey Abrams dio pelea en la batalla por la gobernación de Georgia, que no ocupa un demócrata desde 1998.
“Hay algunas consideraciones sobre los estados que los candidatos demócratas van a visitar que están siendo reevaluadas”, expresó la estratega demócrata Anita Dunn. “El mapa electoral está cambiando”.
“Creo que el electorado trató de decirnos algo”, afirmó en una entrevista Matt Bennett, del grupo de estudios de centro Third Way. “El mensaje que nos hicieron llegar es que hay que darle pelea a Trump en los estados reñidos y hay que apostar a los ideales y valores demócratas que no son extremos y que atraen al gran público”.
“La gente que exhibió esas posturas ganó en sitios muy duros”, agregó Bennett, “y los que no lo hicieron perdieron en casi todos lados”.
Pero Adam Green, cofundador del Progressive Change Campaign Committee, dijo que hubo un cambio en el centro de gravedad del Partido Demócrata.
“Gracias a Stacey Abrams, Andrew Gillum y Beto O’Rourke, sitios en los que a los demócratas les ha costado mucho ganar por años son ahora imprevisibles en buena medida por un electorado inspirado por visiones osadas que nunca habían escuchado en torno a la economía y la justicia racial”, declaró.