Ante un aumento continuo de migrantes que buscan asilo en la frontera sur de Estados Unidos, la Administración Biden anunció planes para acelerar la forma en que se manejan estos casos. Las propuestas están bien, hasta donde llegan, pero no llegan lo suficientemente lejos. Para evitar que las cosas en la frontera empeoren, la Administración y el Congreso deben tener una visión integral del problema y recordar dos puntos cruciales.
Primero, Estados Unidos necesita muchos más inmigrantes. Sin ellos, no puede crecer y prosperar como debería. En segundo lugar, esos inmigrantes deben ingresar al país de manera legal. Un sistema que tolera la anarquía en la frontera no puede ganarse la confianza de ciudadanos que respetan la ley. Cualquier iniciativa que margine cualquiera de estos principios seguro fracasará.
Para el año fiscal en curso, las autoridades fronterizas de Estados Unidos han informado más de 1.3 millones de “encuentros” con migrantes que intentan ingresar al país desde México. Las cifras han aumentado mes a mes. En julio, se registraron 212,672 cruces, el total mensual más alto en 21 años. El número de familias y menores no acompañados que llegan a la frontera se disparó.
Bajo el presidente Joe Biden, Estados Unidos volvió a permitir que algunos se queden y soliciten asilo. La semana pasada, la Corte Suprema ordenó a la Administración que al menos continúe provisionalmente con la política de “Permanecer en México” de la Administración Trump, que requiere que los solicitantes de asilo permanezcan fuera de Estados Unidos mientras se procesan sus solicitudes.
La Administración tiene razón al ayudar a personas vulnerables que buscan seguridad, pero la avalancha de llegadas abruma al sistema judicial de inmigración. Ya hay una acumulación de 1.3 millones de casos y muchas solicitudes de asilo languidecen durante años.
Esto crea incentivos perversos para que las personas sin solicitudes legítimas intenten ingresar de todos modos, sabiendo que se les permitirá quedarse mientras sus casos son procesados, lo que da pie para que algunos de ellos evadan a las autoridades y desaparezcan.
Las nuevas medidas de la Administración tienen como objetivo simplificar el sistema. Los oficiales de asilo de los Servicios de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos normalmente realizan monitoreos iniciales de “temor creíble” de los inmigrantes en la frontera. Se les otorgaría mayor autoridad y recursos adicionales para acelerar el proceso, aliviar la carga de los tribunales de inmigración y los centros de detención, y ayudar a eliminar los retrasos.
Por sí solo, esto no eliminaría el problema de la desaparición de los solicitantes antes de que sus casos lleguen a ser escuchados, pero lo disminuiría al reducir las demoras. El plan requiere unos 2,000 nuevos funcionarios y personal de asilo. La Administración solicitó aproximadamente US$ 438 millones para cubrir el costo. El Congreso debería conceder la solicitud.
Aun así, esto no sería más que un remiendo. Idealmente, las solicitudes de asilo deberían procesarse fuera de la frontera. Pero hacerlo de manera eficaz y con el debido respeto por la seguridad de los solicitantes será costoso.
Requiere centros de procesamiento de refugiados en México y Centroamérica, de modo que se pueda analizar el caso del solicitante antes de que intente cruzar a Estados Unidos. Esto exige recursos adicionales, tanto para tener suficiente personal en los centros como para ayudar al Gobierno de México a desarrollar la capacidad para proteger y reasentar a más migrantes.
Sobre todo, debe entenderse una política de inmigración más amplia como parte del problema. Muchas de las personas que buscan ser admitidas en la frontera son posibles migrantes económicos, no verdaderos solicitantes de asilo. Sería útil para los intereses de Estados Unidos acoger a más migrantes de este tipo a través de nuevos canales, como el acceso incrementado a visas de trabajo para no inmigrantes, y ampliando la elegibilidad bajo los esquemas laborales existentes.
Además de ser valioso por derecho propio, esto evitaría que muchos posibles migrantes económicos consideren el proceso de asilo como la forma más segura de ingresar a Estados Unidos.
Puede que el presidente esté buscando formas de restaurar su posición como el hombre que puede unir al país y negociar con ambas partes del Congreso. Reformas de este tipo podrían ajustarse a los requisitos.
Ayuda que el Partido Republicano se esté dando cuenta de que no es una certeza que los inmigrantes formen un bloque sólido de votantes liberales. Una política a favor de los inmigrantes basada en el apoyo al crecimiento, la iniciativa empresarial y la defensa del Estado de derecho podría contar con el apoyo de ambos partidos.
Un presidente apropiadamente ambicioso estaría dispuesto a asumir este cometido. Independientemente de si Biden está a la altura del desafío, nada menos solucionará las recurrentes crisis fronterizas del país.