China podría responder a los aranceles del 10% impuestos por Donald Trump con nuevos controles a la exportación, incluyendo minerales críticos para la fabricación de chips, restricciones al acceso a su mercado, una devaluación del yuan o imponiendo tarifas a productos del país norteamericano.
Pekín prometió el domingo represalias contra los aranceles, impuestos por Washington a cuenta del fentanilo, enfatizando que llevará el caso ante la Organización Mundial del Comercio (OMC), aunque todavía no ha concretado en qué consistirá su respuesta.
En los últimos días, la prensa oficial del país asiático ha defendido que los gravámenes serán “contraproducentes”, que “alterarán el funcionamiento de las cadenas de suministro globales” y que “darán lugar a un aumento de los precios de los bienes importados en EE.UU., lo que aumentará la carga sobre sus consumidores y socavará la competitividad de sus empresas”.
¿Qué opciones tiene Pekín?
Al igual que en anteriores rifirrafes comerciales con su gran rival, China buscará hacer daño a sectores de la economía estadounidense sin perjudicar en exceso su crecimiento.
En ese escenario entrarían nuevas restricciones a la exportación de materiales como el germanio, el galio, el antimonio y el grafito, claves en la fabricación de semiconductores y baterías, según algunos expertos.
“Las opciones incluyen controles de exportación de esos minerales críticos, pero también restricciones de acceso al mercado chino para las empresas estadounidenses”, comenta a Bloomberg el economista Gary Ng, si bien otros analistas apuntan a que el aumento de las tarifas se podría ‘absorber’ a través de los tipos de cambio, mediante una devaluación del yuan, la moneda china.
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Cabe recordar que, en el 2019, China permitió que el yuan cayera a su nivel más bajo en una década para que sus exportaciones fueran más competitivas y sortear así los primeros aranceles de Trump.
Y es que durante su primera presidencia (2017-2021), el magnate mantuvo una relación tensa con Pekín al imponer varias tandas de tarifas por valor de unos US$ 370,000 millones anuales, a lo que China respondió con gravámenes a las exportaciones estadounidenses.
Así, podrían estar sobre la mesa nuevos aranceles chinos a productos estadounidenses en sectores como el agrícola, y ahí entraría la soja, una de las principales exportaciones de Estados Unidos a China, además del cerdo, la carne de res y el maíz.
A esto se podrían sumar más restricciones a las inversiones de empresas estadounidenses en territorio chino o “investigaciones por no cumplir con las regulaciones chinas” como a la que fue sometida la firma FedEx en el verano del 2019.
Daños a las exportaciones chinas
Por otra parte, analistas de Goldman Sachs aseguran hoy en una nota emitida a sus abonados que China podría ser “más dura en lo retórico” que en la práctica. Argumentan que en Pekín esperaban “algo peor”, y que “es probable que reaccionen de manera moderada, ajustando el rumbo más adelante si lo consideran necesario”.
Asimismo, Bloomberg estima que los aranceles de Trump podrían dilapidar el 40% de las exportaciones de bienes chinos a Estados Unidos, “poniendo en peligro el 0.9% del PIB” del gigante asiático.
Además, la economía china no afronta el envite de la misma manera que hizo frente a la primera guerra comercial: el país alcanzó su objetivo de crecimiento anual del 5% en el 2024, pero aún trata de enderezar su economía en medio de una baja demanda interna y la crisis inmobiliaria, lo que ha dejado a las exportaciones como motor clave del crecimiento.
Según Wang Zhe, economista del portal financiero Caixin, la industria china está experimentando una ralentización y los pedidos del exterior se han estado reduciendo “en medio de los crecientes desafíos en las políticas comerciales globales”.
“La creciente incertidumbre podría empeorar el entorno exportador de China, lo que plantearía desafíos significativos para su economía”, advierte.
Mientras, el economista Tao Wang señala a Financial Times que los aranceles tienen “una escala amplia” y que se espera que afecten significativamente a varios sectores clave de la economía china.
Entre ellos, el manufacturero, especialmente el de la electrónica, puesto que los aranceles harán aumentar los costos de los productos chinos en el mercado estadounidense, “reduciendo su competitividad y demanda”.
También se vería afectado el sector textil -provocaría que los consumidores estadounidenses busquen alternativas a las prendas chinas-, el automotriz y el tecnológico.
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