La Cámara de Representantes y el Senado de Estados Unidos planean tomar el martes caminos muy divergentes en una batalla de alto riesgo sobre el gasto, a solo cinco días de una plazo límite que podría obligar a cerrar varias áreas del Gobierno por cuarta vez en una década.
El Senado, controlado por los demócratas, tiene previsto votar un proyecto de ley de financiación provisional con apoyo bipartidista que mantendría al Gobierno federal en funcionamiento después de que el dinero actual se agote en la medianoche del sábado, dando a los negociadores más tiempo para ponerse de acuerdo sobre las cifras de gasto para todo el año.
Mientras tanto, el presidente republicano de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, con el objetivo de frenar una rebelión de los miembros más duros de su propia bancada, seguirá adelante con cuatro proyectos de ley de gastos para todo el año que reflejan las prioridades conservadoras y no tienen ninguna posibilidad de convertirse en ley.
Cientos de miles de trabajadores federales estarán de baja y una amplia gama de servicios, desde la publicación de datos económicos a las prestaciones de nutrición, se suspenderán a partir del domingo si las dos partes no llegan a un consenso.
Desde 1981, el Congreso ha cerrado el Gobierno en 14 ocasiones, aunque la mayoría de esas interrupciones sólo han durado uno o dos días. Aunque perturbadoras, no han tenido un impacto significativo en la mayor economía del mundo.
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Sin embargo, Moody’s advirtió el lunes de que una paralización parcial esta vez tendría repercusiones negativas para la calificación crediticia AAA del Gobierno estadounidense, ya que pondría de relieve cómo la polarización política está empeorando la situación fiscal del país.
El presidente demócrata Joe Biden y McCarthy habían intentado evitar una paralización este año cuando acordaron en mayo, al final de un enfrentamiento sobre el techo de la deuda federal, un gasto discrecional de US$ 1.59 billones para el año fiscal que comienza el 1 de octubre.
Desde entonces, los legisladores del ala derecha de McCarthy han rechazado la cifra, exigiendo recortes de US$ 120,000 millones, a pesar de que los miembros más moderados de su partido, incluidos los principales republicanos del Senado, han expresado su apoyo al plan acordado.
Esto solo representa una fracción del presupuesto total de Estados Unidos, que ascenderá a US$ 6.4 billones para este año fiscal. Los legisladores no consideran recortes en programas de prestaciones populares como la Seguridad Social y Medicare, que se prevé que crezcan drásticamente a medida que envejezca la población.
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Los republicanos controlan la Cámara por una estrecha mayoría de 221-212 y tienen pocos votos de sobra, sobre todo porque algunos republicanos de línea dura han amenazado con destituir a McCarthy del liderazgo si recurrre a los votos demócratas para aprobar leyes.
El propio Biden ha pedido a los republicanos de la Cámara de Representantes que respeten el acuerdo con McCarthy.
“Hace sólo unos meses, el presidente de la Cámara y yo acordamos los niveles de gasto del Gobierno”, dijo Biden. “Ahora, un pequeño grupo de republicanos extremistas de la Cámara, no quieren cumplir ese acuerdo, y todos en Estados Unidos podrían enfrentarse a pagar un precio por ello”.
El representante republicano Ralph Norman, miembro del grupo de línea dura Freedom Caucus de la Cámara de Representantes, dijo el lunes que estaba “100%” seguro de que el Congreso no podría mantener abierto el Gobierno.
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