Veronica Iordanova recuerda los octubres de su infancia en Arizona, cuando hacía demasiado frío como para salir en un disfraz de manga corta a pedir dulces en Halloween. Ahora le resulta inconcebible.
Actualmente, el calor del verano dura más y se siente más intenso, y ella sabe que es el resultado del calentamiento global causado por el hombre. Se preocupa por su futuro y el de su familia.
“Necesitamos ver la situación de manera realista y darnos cuenta que no va a mejorar”, dijo Iordanova, que vive en Tempe.
En varias partes de Estados Unidos, muchos enfrentan uno de los veranos más brutales de sus vidas.
Y algunos psicólogos creen que la atención sobre el calor récord, el humo de incendios forestales, las inundaciones extremas y el agua del océano caliente como un jacuzzi podría ser “otro punto de inflexión” en los esfuerzos para crear conciencia sobre el impacto diario del cambio climático, como lo expresa Natalie Mahowald, científica climática de la Universidad Cornell.
Ese es un paso crucial para impulsar las acciones colectivas sobre el calentamiento global.
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El reconocimiento de que el cambio climático causado por el hombre ya está contribuyendo al clima extremo ha estado tomando fuerza entre los estadounidenses desde hace algunos años.
“Definitivamente se siente como si estuviéramos en ese punto sin retorno del que la gente ha hablado desde hace mucho tiempo”, indicó Stephen Escudero, quien asegura que éste ha sido el peor verano que ha visto en sus 38 años viviendo en Miami.
Durante años, Anthony Leiserowitz, director del Programa de Comunicación sobre el Cambio Climático de Yale, no detectó ningún indicio de que el clima extremo estaba llevando a la población estadounidense a modificar su perspectiva sobre el cambio climático.
Pero eso comenzó a cambiar alrededor de 2016, dijo, cuando más personas comenzaron a conectar sus experiencias de calor extremo y sequía con patrones climáticos más amplios.
La mayoría en Estados Unidos comprende que el cambio climático es algo real y es causado, al menos parcialmente, por la actividad humana. Más de la mitad de la población en general afirma que el clima extremo que ha experimentado es resultado, en parte, del cambio climático, según una encuesta del Centro de Investigación de Asuntos Públicos AP-NORC.
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La encuesta de Yale preguntó sobre experiencias personales usando una medida diferente y encontró que el 44 % de las personas dice que han experimentado personalmente el calentamiento global.
Leiserowitz señala que una minoría extremadamente pequeña pero vociferante que niega el cambio climático puede tender a dominar el discurso —Iordanova y Escudero dijeron sentirse aislados con respecto a sus creencias sobre el cambio climático a pesar de que forman parte de la mayoría y de que la opinión pública ha ido tendiendo gradualmente en su dirección.
Sin embargo, “aún queda un largo camino por recorrer antes que los estadounidenses comprendan completamente lo que está sucediendo” con el cambio climático, sostuvo Leiserowitz.
A veces, las experiencias personales terminan siendo una medida más convincente que la investigación revisada por pares.
“En ese entonces pensaba ‘oh, Dios mío, ya sabes, el cambio climático, eso es horrible’”, indicó Paul Bowyer, que creció en Arizona y ahora alterna su tiempo entre el norte de California y Costa Rica.
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Agregó que solía estar interesado en los mensajes provenientes de figuras políticas como Al Gore, pero con el tiempo, la urgencia se desvaneció y tuvo la sensación de que no había detectado mucha diferencia en el clima.
“La cuestión es que nada ha cambiado”, subrayó. Aunque reconoció que este año registró la peor tormenta de nieve que jamás haya visto después de años de sequía —cinco pies de nieve en su terraza “no era normal”, dijo —, lo interpretó como un acto de la Madre Naturaleza para “reponer” las cosas en lugar de verlo como algo preocupante.
Aún así, algunos científicos piensan que a medida que más personas experimenten climas extremos, más cambiarán de opinión en la dirección opuesta a Bowyer.
Leiserowitz destacó que el calor extremo es poderoso porque es más fácil conectarlo con el concepto de “calentamiento global”, aunque ese calentamiento también contribuye a sucesos conectados de forma menos intuitiva, como huracanes más fuertes, lluvias más intensas y otras condiciones meteorológicas extrañas.
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Y acontecimientos muy visibles en lugares donde normalmente no se esperan —como olas de calor en sitios sin infraestructura de aire acondicionado o humo de incendios forestales en la costa este y la región centro norte de Estados Unidos— pueden ser más perceptibles.
Cuando la gente se siente amenazada por desastres naturales, “incluso quienes no están dispuestos a llamarlos cambio climático, están dispuestos a decir ‘hay un problema y quiero proteger mi hogar’”, apuntó Kaitlin Raimi, profesora titular sobre política pública de la Universidad de Michigan y quien imparte una materia sobre la psicología del cambio climático.
Mahowald señaló que los métodos científicos repetitivos ahora permiten a los investigadores conectar de manera más rápida y confiable los eventos climáticos extremos a corto plazo y los patrones climáticos a largo plazo.
Pero la mentalidad no cambiará de la noche a la mañana, porque las creencias sobre el cambio climático pueden estar profundamente ligadas a nociones arraigadas de identidad personal.
“Lo que sigo esperando ver es una comprensión más sutil de lo difícil que es cambiar las creencias, y una forma de ayudar a las personas a hacer ese puente y cerrar esa brecha”, dijo Barbara Hofer, profesora emérita de Psicología en Middlebury College.
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Monica Castellanos, una estudiante en Miami, afirmó que se siente triste al pensar en quienes no están dispuestos a aceptar la ciencia del clima.
“Muchos de generaciones mayores sólo piensan ‘ah no, sólo hace calor’. Pero no, el planeta se está muriendo”, dijo. “Mucha gente no parece tomarlo en serio”.
Pero Gale Sinatra, profesor de Educación y Psicología en la Universidad del Sur de California y quien junto con Hofer escribió un libro sobre la negación de la ciencia, subrayó el hecho de que son muchas las personas que han estado expuestas a información errónea sobre el cambio climático durante mucho tiempo.
“En realidad, no es culpa de los individuos si escuchan que el cambio climático es un engaño, escuchan que es una conspiración”, sostuvo Sinatra. “Han sido introducidos sistemáticamente a esos puntos de vista por personajes que tratan específicamente de ofuscar el problema, generalmente para obtener ganancias económicas o, a veces, políticas”.
La verdadera prueba psicológica para las próximas décadas será ver si las experiencias personales hacen que la gente no sólo adopte la ciencia del cambio climático, sino que también tome medidas para abordarlo.
“Las emociones pueden ser una barrera porque queremos desconectarnos de las cosas que nos hacen sentir incómodos”, dijo, pero también pueden “ser aprovechadas para, de una manera más positiva, involucrarnos en actividades que nos motiven a encontrar soluciones”.
Fuente: AP
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