El edificio tiene una vista espectacular de Manhattan, su spa ofrece masajes terapéuticos y el restaurante con acceso desde el vestíbulo ofrece carne de primera, pero lo mejor es que muchos departamentos de la Torre Trump se venden con grandes descuentos, siempre y cuando al comprador no le moleste el apellido sobre la fachada.
“El 50% de la gente no quiere vivir en un edificio Trump por ninguna razón..., pero hay tipos como yo”, dijo Lou Sollecito, un vendedor de autos que compró hace poco una unidad de dos dormitorios con vista al edificio Empire State. “Es una compra fenomenal”.
Pagó 3 millones de dólares, casi un millón menos de lo que debió pagar el vendedor en el 2008.
Los especuladores se apresuran a comprar unidades en los edificios Trump, donde caen los precios a niveles inéditos, un fenómeno que los inmobiliarios atribuyen a la hostilidad hacia el expresidente Donald Trump combinada con la pandemia. Es un revés asombroso para una marca que solía atraer a los ricos y famosos dispuestos a pagar más con tal de vivir en un edificio que tuviera el nombre dorado de Trump.
Un estudio de The Associated Press de unas 4,000 transacciones de los últimos 15 años en 11 edificios de la marca Trump en Chicago, Honolulu, Las Vegas y Nueva York halló que los precios de algunos departamentos y suites de hotel ofrecidos en venta han caído en un tercio o más.
La caída supera la de otros edificios similares: las unidades en venta en los edificios Trump cuestan cientos de miles y hasta un millón de dólares menos que hace algunos años.
“Los están regalando”, dijo Lane Blue, quien pagó US$ 160,500 en marzo por un estudio en la Torre Trump en Las Vegas, US$ 350,000 menos de lo que pagó el vendedor en el 2008. Es la segunda unidad que compra en el edificio y tal vez no sea la última.
Es imposible saber hasta qué punto el fenómeno se debe al nombre Trump. Muchas unidades en venta se encuentran en ciudades muy afectadas por la pandemia o en hoteles que debieron cerrar o en edificios en condominio mucho más viejos que sus competidores, lo que dificulta las comparaciones.
Con todo, la retórica belicosa y las políticas de Trump no han sido factores a su favor. Cuando apenas llevaba un año en la Casa Blanca, varios hoteles y condominios de Trump en Panamá, Toronto y Manhattan, que pagaron millones por la marca empezaron a quitar su nombre de las fachadas.
La situación empeoró cuando acusaron a Trump de alentar a la turba que asaltó el Capitolio el 6 de enero. Muchos bancos juraron no concederle préstamos, la PGA canceló un torneo en su campo de golf en Nueva Jersey y la municipalidad de Nueva York lo despidió como gerente de un campo de golf público en el distrito de Bronx. Varios empresarios inmobiliarios dicen que los compradores ni siquiera quieren ver un edificio Trump.
“Ojalá quitaran el nombre”, dijo Gary Gabriel, propietario de un departamento en el Trump Palace en el lujoso barrio Upper East Side de Manhattan. “Es una vergüenza”.
También es una oportunidad.
“Vemos el río. Vemos el lago. Tiene una vista del centro”, dice Nilufar Kabir, quien compró una vivienda de un dormitorio en el condo-hotel Trump de Chicago por US$ 680,000, casi 20% menos de lo que había pagado el vendedor. “Es una bicoca”.