El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, inició su campaña para vender a los estadounidenses y al Congreso su plan de bienestar social de US$ 1.8 billones, un paquete que enfrenta una fuerte resistencia de la oposición republicana.
Biden visitó uno de los distritos más conservadores del estado demócrata de Illinois para promocionar el proyecto con el que quiere reformar el sistema de cuidados en Estados Unidos, incluida la educación infantil y las bajas laborales, y que prevé financiar con nuevas subidas de impuestos a las rentas más altas.
“Vamos a reimaginar lo que puede ser nuestra economía y nuestro futuro y mostrárselo al mundo”, dijo Biden desde la ciudad de Crystal Lake.
Más ambiciosa
En un momento en el que la Casa Blanca negocia a contrarreloj con el Congreso para aprobar su plan de empleos e infraestructuras, Biden quiso prestar atención al segundo pilar de su estrategia económica, el llamado Plan de Familias Estadounidenses.
Ese paquete es aún más ambicioso que el de las infraestructuras, pero muchos demócratas en el Congreso insisten en que ambos deben negociarse de la mano, lo que ha complicado el panorama para su aprobación.
El plan social, valorado en 1,8 billones de dólares a lo largo de diez años, acercaría a Estados Unidos a los estándares europeos en cuanto a cuidados familiares, pero resulta difícil de digerir para muchos en un país donde ninguna ley federal garantiza una baja pagada por maternidad o enfermedad de un familiar.
“En los momentos más difíciles que alguien puede enfrentar, nadie debería elegir entre cobrar por tu empleo o cuidar de alguien a quien amas”, subrayó Biden.
Bajas familiares
El proyecto de Biden permitiría que, una vez pasada la primera década de inversiones bajo el plan, todos los estadounidenses tuvieran garantizada una baja remunerada de doce semanas por maternidad y paternidad, así como por enfermedad o el cuidado de un familiar.
Además, el plan de Biden amplía en cuatro años el sistema de educación pública gratuita, que actualmente va desde el inicio de la primaria a los 5 años hasta el final de la secundaria a los 18.
Por un lado, el proyecto instauraría la gratuidad escolar para la educación infantil de niños de 3 y 4 años, y por otro, convertiría en libres de costo dos años de estudios en los llamados colegios comunitarios, instituciones de educación superior a las que puede accederse tras superar la educación secundaria.
“Cualquier nación que eduque mejor que nosotros nos va a ganar la competición”, recalcó Biden, quien subrayó su voluntad de que el XXI sea un “siglo estadounidense”.
Los demócratas, que controlan por un estrechísimo margen ambas cámaras del Congreso, quieren aprobar la reforma de cuidados con ayuda de una maniobra que apenas requeriría una mayoría simple en el Senado, para evitarse tener que recabar apoyos entre la oposición republicana.
Malabarismos en el Congreso
Sin embargo, para conseguirlo no podrían permitirse ni un solo disenso en sus filas, dado que los demócratas controlan solo la mitad de los escaños del Senado y necesitan la ayuda de la vicepresidenta Kamala Harris para romper cualquier empate con la oposición.
Eso implicará malabarismos para convencer al senador más conservador de la bancada demócrata, Joe Manchin, quien ha expresado dudas sobre el plan de Biden, y también para persuadir a progresistas como Bernie Sanders, que ha opinado que el proyecto de la Casa Blanca no va lo suficientemente lejos.
La presión de muchos demócratas por negociar cuanto antes ese plan ha obligado a Biden a empezar a vender ya al público su reforma de cuidados, al mismo tiempo que sigue promocionando su proyecto de infraestructuras, valorado en US$ 1.2 billones.
Aunque la aprobación de ese paquete de infraestructuras parece más fácil, porque la Casa Blanca ya ha alcanzado un acuerdo con los republicanos al respecto, Biden no quiso dejar de promocionarlo durante su visita a Illinois, e hizo hincapié especialmente en los aspectos del plan que buscan una economía más verde.
“No podemos esperar más para lidiar con la crisis climática. La vemos con nuestros propios ojos, y es hora de actuar”, destacó Biden, tras recalcar la gravedad de los incendios y la sequía en el oeste del país.
Consciente de que las negociaciones en Washington pueden ser grises o estériles para muchos estadounidenses -sobre todo comparadas con las polémicas diarias que caracterizaron la Presidencia de su predecesor, Donald Trump-, Biden terminó su discurso en Illinois con un arranque de honestidad. “Sé que ha sido un discurso aburrido, pero es un discurso necesario”, recalcó.