Precios exorbitantes y pocas opciones es el desalentador panorama que encaran los compradores de autos usados en Estados Unidos, donde un carro de segunda mano cuesta casi lo mismo que cuando salió a la venta como nuevo antes de una pandemia que ha afectado la fabricación de un producto esencial para millones de familias.
“Llevo casi tres meses tratando de comprar un auto usado, pero no le llego al precio de ninguno que valga la pena”, dice Armando Chávez, un inmigrante mexicano al que le urge obtener una forma de transporte en Los Ángeles.
Chávez logró ahorrar US$ 8,000 para comprar un auto para ir a su nuevo trabajo, que queda a unas 30 millas de su hogar, pero por ese precio asegura que no encuentra nada que le dé seguridad y aguante el ritmo.
“Es muy frustrante porque no tengo más dinero. No quiero endeudarme, pero necesito el auto”, subraya este trabajador que asegura ha visitado más de 40 sitios de ventas de autos y ha buscado incluso ofertas fuera del estado. “Nada, no encuentro nada... los precios de los usados están como si fueran nuevos”.
Precios al alza
Al igual que Chávez, miles de compradores de autos usados en el país están enfrentando un panorama sin precedentes.
El incremento en los precios de los automóviles y camiones usados se disparó mes tras mes el año pasado hasta sumar un aumento interanual de 37.3%, según cifras reveladas este miércoles por la Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos.
El mayor salto se dio en junio del 2020, cuando los precios de los automóviles y camiones usados subieron un 10.5%, y en diciembre el mercado de los usados terminó con un incremento de 3.5%.
Efecto dominó
Armando Rivas, que se acaba de retirar tras 39 años en el sector, durante los que fue durante mucho tiempo jefe de ventas de autos usados en importantes concesionarios del sur de Florida, explica que todo se debe a la escasez de la fabricación de chips (semiconductores) en Asia que ha dejado a los productores de autos nuevos en Estados Unidos prácticamente parados.
La inflación también afectó a los autos nuevos, con un aumento de los precios de 1% en diciembre y de 11.8% interanual en el 2021, pero lejos del de los usados.
Ante este panorama de escasez de autos nuevos y los precios disparados de los usados, que en algunos casos valen lo mismo que cuando salieron a la venta cuando eran nuevos justo antes de la pandemia, muchos conductores optan por extender los contratos de arrendamientos de sus autos (“lease”) todo lo posible, explica Rivas.
Sin embargo, dice, “no hay salida”, pues esta opción también ha subido notablemente su precio. “Es una cadena” en la que todo está engranado y los precios suben sin parar.
Sumas que para trabajadores como Chávez son imposibles de pagar. “Todos los precios han subido y ya ningún salario alcanza”, lamenta el mexicano.
Gran golpe al bolsillo
La tasa interanual de inflación en Estados Unidos subió en diciembre hasta el 7%, dos décimas por encima de la de noviembre y la cifra más alta registrada desde 1982.
El asesor económico de la Casa Blanca Jared Bernstein escribió la última semana en su cuenta de Twitter que los altos precios de los autos usados están teniendo un impacto “notable y revelador” en la inflación general.
“Es un recordatorio de lo extremadamente inusual que es esta inflación actual”, agregó.
Una opinión parecida tiene Rivas. “Es algo absurdo”, dice sobre una situación que no cree que se solucione en el corto plazo, pues el proceso para retomar el ritmo de producción en Asia y la apertura de fábricas de estos componentes en Estados Unidos llevará tiempo.
“Por suerte se dieron cuenta de que no se puede fabricar todo en China y, como se dice popularmente, no puedes poner todos tus huevos en la misma cesta”, señala.
Así, los posibles compradores, a los que recomienda esperar todo lo posible, es poco esperanzador, porque lo que antes se vendía por US$ 10,000 ahora vale US$ 15,000.
“Se quedan horrorizados” cuando llegan al “dealer” y ven los precios. “Pero si no quieres, bien, hasta luego, porque seguro viene alguien y lo paga”, sentencia.
El asesor financiero Carlos Guaman coincide con la recomendación de Rivas. “Si no lo necesita (el auto usado) es mejor que espere” al menos hasta que reciba su reembolso de impuestos, una temporada que marca un auge de las ventas de automóviles en Estados Unidos.
“Las reglas del juego cambiaron y los compradores van a tener que aprender nuevos trucos y mejorar su crédito para conseguir mejores precios”, indica Guaman.
Pero Bernstein es optimista y asegura que “el mundo no ha olvidado cómo producir automóviles nuevos (y, por lo tanto, usados) y deberíamos esperar que esta serie se revierta una vez que disminuya la restricción de suministro”. Toca esperar.