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El presidente Donald Trump ha firmado una acción ejecutiva que ordena al Departamento de Comercio examinar posibles aranceles al cobre, la más reciente de una serie de medidas destinadas a imponer gravámenes específicos para el sector en aras de reformular las cadenas de suministro globales.
Trump dijo que la orden tendría un “gran impacto” cuando la firmó el martes en la Oficina Oval, acompañado por el secretario de Comercio, Howard Lutnick.
El martes, funcionarios de alto rango del gobierno dijeron que la medida era necesaria para abordar “un problema de seguridad nacional”. Argumentaron que el dumping y el exceso de capacidad en los mercados mundiales habían afectado la producción interna de cobre de Estados Unidos, lo que hizo que los sistemas de armas y otros productos cruciales dependieran de las importaciones. Funcionarios informaron a periodistas bajo condición de anonimato.
Las autoridades dijeron que era prematuro discutir una posible tasa para los aranceles sobre el cobre en respuesta a la pregunta de un periodista.
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El análisis se llevará a cabo en virtud de la Sección 232 de la Ley de Expansión Comercial, que otorga al presidente amplia autoridad para imponer restricciones comerciales por motivos de seguridad interna. Trump también está empleando esa autoridad para imponer aranceles del 25% a otros dos metales industriales (el acero y el aluminio), y se prevé que esos gravámenes entren en vigor en marzo.
Lutnick dijo en un comunicado que la acción también analizaría productos que incluyan cobre, y dijo que la administración apuntaba a rejuvenecer la industria nacional del cobre.
“Al igual que nuestras industrias del acero y el aluminio, nuestra gran industria del cobre estadounidense ha sido diezmada por actores globales que atacan nuestra producción nacional”, dijo Lutnick. “Los aranceles pueden ayudar a reconstruir nuestra industria del cobre, si es necesario, y fortalecer nuestra defensa nacional”.
Peter Navarro, un asesor comercial de Trump, señaló a China, diciendo que había “utilizado durante mucho tiempo el exceso de capacidad industrial y el dumping como un arma económica para dominar los mercados globales, socavando sistemáticamente a los competidores y sacando a las industrias rivales del negocio”.
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Estados Unidos consumió alrededor de 1.6 millones de toneladas de cobre refinado en 2024, según el Servicio Geológico de Estados Unidos. Estados Unidos depende de importantes importaciones de este metal, que se utiliza en todo, desde cableado eléctrico hasta paneles solares y canaletas, y las importaciones netas de cobre representan el 36% de la demanda, según una investigación de Morgan Stanley.
Si bien Estados Unidos es un productor importante del metal (el año pasado produjo unas 850,000 toneladas de cobre primario), aún depende de las importaciones de aliados comerciales clave para satisfacer sus necesidades. Chile es la mayor fuente de importación, con un 38% del volumen total de importación, seguido de Canadá y México con un 28% y un 8%, respectivamente.
Los comentarios de Trump el mes pasado de que tenía la intención de implementar aranceles al cobre fueron una sorpresa para el mercado de cobre comercializado físicamente, ya que el producto básico clave evitó verse atrapado en la guerra comercial del presidente durante su primer mandato.
Seguramente surgirán preguntas sobre cómo afectará ese arancel al flujo de metal hacia Estados Unidos. El arancel seguramente aumentará el costo de obtener metal de países extranjeros, lo que podría obligar a los vendedores a desviar toneladas a otras partes del mundo.
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Aunque, por supuesto, no es seguro. El aluminio, por ejemplo, sigue llegando a los compradores estadounidenses a pesar de los aranceles inminentes sobre ese metal, ya que los mercados alternativos en Europa y otros lugares ya están bien abastecidos.
Trump también ha dicho que se impondrán aranceles adicionales sobre automóviles, madera, semiconductores y medicamentos farmacéuticos de alrededor del 25%, y que el anuncio se hará hacia el 2 de abril. También tiene en la mira a países individuales, ya que China enfrenta un nuevo impuesto del 10% sobre las importaciones y Trump dijo el lunes que los aranceles programados para Canadá y México con una tasa del 25% en marzo estaban “a tiempo”, incluso cuando un funcionario estadounidense advirtió que el cronograma era menos seguro.
Sin embargo, su medida más radical sería la imposición de aranceles recíprocos, cuyas recomendaciones serán presentadas en abril. Esos impuestos a las importaciones se aplicarán a países que tienen sus propios gravámenes sobre Estados Unidos, y Trump pretende igualar las barreras arancelarias y no arancelarias.
La mayoría de los economistas tradicionales advierten que los impuestos a las importaciones corren el riesgo de alimentar una inflación que ya genera nerviosismo a los estadounidenses, no crearán los ingresos que Trump prevé y están a punto de reducir o redirigir los flujos comerciales.
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