El ministro de Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, aseguró hoy que Estados Unidos ha entendido que no puede evitar que el gasoducto Nord Stream 2, que lleva el gas ruso a Alemania por el mar Báltico, se construya “en unos pocos días”.
“Hay un ataque frontal contra el Nord Stream 2, aunque todos entienden, los estadounidenses entienden, que en unos pocos días terminará la construcción y (el gasoducto) comenzará a funcionar”, dijo Lavrov a la prensa local.
Lavrov destacó que, en realidad, “la Administración (de Joe) Biden no ha variado, sigue en contra del proyecto, pero entiende que es imposible frenarlo”.
“Pero si entiendes que estás obsesionado con una tarea irrealizable, el propio sentido común debe decirte que debes dejarlo y dedicarte a algo realista”, añadió.
El operador Nord Stream 2 AG anunció este lunes el ensamblaje del último tubo del segundo hilo del gasoducto a bordo del barco “Fortuna”.
La tubería se colocará en breve en el fondo del mar Báltico en aguas territoriales alemanas, tras lo que se procederá a acoplar el tramo procedente de Alemania con el de Dinamarca, según el comunicado del operador.
El gasoducto debería comenzar a suministrar gas a Alemania antes de finales de este año.
El consejero delegado del consorcio gasístico Gazprom, Alexéi Miller, adelantó la semana pasada que los primeros suministros de gas pueden comenzar en la próxima temporada de invierno.
“Incluso antes de fin de año, es decir esta temporada de calefacción, podemos suministrar al mercado europeo el primer gas a través del gasoducto Nord Stream 2”, dijo el jefe de Gazprom, que lleva las riendas del proyecto junto a las empresas francesa Engie, las alemanas Uniper y Wintershall, la austríaca OMV y la anglo-holandesa Shell.
En Europa el gasoducto despierta inquietudes en varios países, sobre todo en el este, al considerar que incrementa la dependencia energética de la Unión Europea de Rusia, que ya no dependerá de Ucrania para transportar su gas al Viejo Continente.
Estados Unidos quería frenar el proyecto mediante sanciones porque consideraba que el gasoducto refuerza a Rusia, crea riesgos para Europa al hacerle dependiente del gas ruso y amenaza la seguridad energética de Ucrania, pero la Casa Blanca retiró en julio pasado su oposición al gasoducto.