Pocos estadounidenses recuerdan cuando los niños afectados por la poliomielitis dependían de enormes cilindros metálicos para respirar. En su peor período, a principios de la década de 1950, la poliomielitis causaba más de 15,000 casos de parálisis al año y más de 3,000 muertes solo en Estados Unidos. En las décadas posteriores, una campaña de vacunación masiva prácticamente erradicó la enfermedad del mundo. Ahora, una tormenta perfecta de factores ha vuelto a convertir a la poliomielitis en una amenaza. Todavía es posible eliminar el virus, pero solo si los líderes mundiales abandonan su complacencia.
La poliomielitis es una enfermedad altamente contagiosa, a veces debilitante, que afecta principalmente a niños menores de cinco años. Se traspasa de las heces a la boca a través de manos sucias o alimentos o bebidas contaminados. Si bien la mayoría de los casos son asintomáticos o causan síntomas similares a los de la gripe común, la enfermedad podría llegar a provocar una parálisis permanente. La poliomielitis puede ser fatal cuando los músculos respiratorios dejan de funcionar.
En 1988 se registraron 350,000 casos de poliomielitis en 125 países. Hoy, la enfermedad es endémica en solo dos –Afganistán y Pakistán– y los casos de poliovirus salvaje se redujeron a 29 en lo que va del año. Según muchos indicadores, dichos resultados califican como un éxito rotundo. Sin embargo, para la poliomielitis, incluso un solo caso es una grave amenaza mundial.
El último brote en EE.UU. es un buen ejemplo. Este verano, un adulto joven previamente sano, no vacunado, del condado de Rockland, Nueva York, quedó paralizado después de contagiarse con una cepa mutada. EE.UU. no había tenido un caso de poliovirus salvaje desde 1979.
Si bien hasta ahora solo se ha registrado un caso, 70 muestras positivas de poliomielitis paralítica o que induce enfermedades han aparecido en pruebas de aguas residuales cercanas, según los datos más recientes. Los expertos estiman que, por cada caso de poliomielitis paralítica, hay cientos, si no miles, de otros contagiados sin síntomas, lo que significa que el virus puede propagarse durante meses antes de ser detectado.
La propagación de la poliomielitis no es preocupante para las personas con su esquema de vacunación completo. Pero la arraigada indecisión en torno a las vacunas en ciertas comunidades, el aumento de la información errónea y el aplazamiento de los tratamientos de rutina posteriores al COVID han creado focos de vulnerabilidad. Si bien más del 92% de la población de EE.UU. ha sido vacunada contra la poliomielitis, esa cifra se reduce al 60% en el condado de Rockland. En un área, la tasa es solo del 37%.
A diferencia de muchas otras enfermedades, la erradicación de la poliomielitis es científicamente posible. El desafío es armarse de voluntad. La semana pasada, la Iniciativa de Erradicación Mundial de la Poliomielitis, una campaña de cinco años para llegar a 370 millones de niños anualmente, intentó recaudar US$ 4,800 millones en una iniciativa. Reunió un poco más de la mitad de esa cantidad, que incluyó US$ 1,200 millones de Bill Gates. (Bloomberg Philanthropies es un donante habitual de esa iniciativa). Contribuyentes clave, como el Reino Unido, han recortado sus donaciones debido a la reducción de sus presupuestos y prioridades contrapuestas. Incluso Gates, si bien reafirmó su compromiso, dijo que posiblemente no sería “para siempre”.
Es un tema preocupante. Las investigaciones han demostrado que incluso una pequeña disminución en la intensidad de la inmunización puede dar paso a grandes brotes. Es esencial conseguir el financiamiento que tanto se necesita para cerrar la brecha de vacunación, particularmente en lugares como Afganistán y Pakistán, donde los trabajadores de la salud no solo enfrentan una aversión a las vacunas, sino también migración masiva, inundaciones, inestabilidad política y mala nutrición, lo que requiere mayores dosis. El éxito de India en la superación de obstáculos similares muestra que la erradicación es posible.
Una mayor vigilancia también es clave. Nueva York está aumentando su testeo de aguas residuales y alentando una evaluación más liberal de pacientes no vacunados en ciertos condados. Sin embargo, las pruebas y la secuenciación son realizadas por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, lo que puede generar cuellos de botella. Ampliar la capacidad de los CDC aceleraría el tiempo de respuesta de los funcionarios locales, una necesidad fundamental si el virus se propaga a otras partes del país.
Durante años, la polio parecía estar al borde de la erradicación. Ahora no. Solo a través de una inversión sostenida el mundo puede proteger a millones de niños de una enfermedad devastadora, pero completamente evitable.