Frente a una inflación disparada, los indicadores económicos británicos se tiñen de rojo: los hogares recortan gastos en alimentación y carburantes, la actividad se ralentiza y la libra caía al viernes respecto al dólar a su nivel más bajo en año y medio.
Las ventas del comercio minorista retrocedieron un 1.4% en marzo en el Reino Unido, una importante aceleración del descenso observado en febrero (-0.5%), aunque se mantienen ligeramente por encima de su nivel anterior a la pandemia, informó la Oficina de Estadísticas Nacionales (ONS).
El mismo día el índice PMI Flash Composite, publicado por S&P Global, mostró que la economía británica se está desacelerando a medida que los consumidores empiezan a apretarse el cinturón.
Las malas noticias económicas llevaron a la moneda británica a su nivel más bajo frente al dólar desde octubre del 2020: a las 08:50 GMT perdía 1.10% cambiándose a US$ 1.2887 por libra.
Según las cifras de la ONS, las ventas de alimentos cayeron 1.1% en marzo y han estado disminuyendo desde noviembre, ya que los británicos están volviendo a comer en bares y restaurantes desde el levantamiento de las restricciones sanitarias, pero también “por el impacto del aumento en los precios de los alimentos”.
Por su parte, el volumen de ventas de carburante descendió 3.8% en marzo, y la ONS señala que “los viajes no esenciales por carretera se han reducido como consecuencia de los precios récord de la gasolina y el gasóleo”.
La inflación se aceleró de nuevo en marzo en el Reino Unido, hasta 7% interanual, debido principalmente a los precios de los alimentos, pero también a los de los combustibles.
Además, las facturas de electricidad se disparan y muchos hogares tienen que elegir entre alimentarse, calentarse o vestirse.
El jueves, el gobernador del Banco de Inglaterra, Andrew Bailey, advirtió de que el Reino Unido está atravesando “un periodo de perturbaciones sin precedentes”. El banco emisor buscaba “un equilibrio entre la inflación y el riesgo de recesión”, subrayó.