El presidente Miguel Díaz-Canel defendió el fracasado modelo cubano pese a la fuerte crisis que vive el país y aseguró que el socialismo como sistema no pude ser “difamado” mientras Estados Unidos sanciona a los países que intentan implementarlo.
El dictador cubano encabezó en la central provincia de Cienfuegos, a unos 300 kilómetros de la capital, el acto por el 69 aniversario de la toma de los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, considerada una de las principales efemérides del país y el inicio del proceso revolucionario.
Este es el primer mitin presencial para recordar la fecha en dos años, luego de que la pandemia de COVID-19 paralizara a la isla y que en combinación un incremento de sanciones de Estados Unidos ocasionara una fuerte crisis con escasez de alimentos y medicinas, largas colas para obtener cualquier producto y un récord de migración de sus ciudadanos.
El acto coincide también con un momento de tensión entre la población, crispada por apagones de horas -la luz suele usarse como elemento de cocción de alimentos en muchos hogares- que hacen la vida difícil en medio del tórrido verano.
“Cuba no está sola, no lo ha estado nunca, Cuba representa no solo la alternativa del mundo al orden injusto y excluyente...Somos también la posibilidad que tiene ese mundo de probar que hay espacio para todas las ideas y sistemas políticos”, dijo durante su discurso.
Vestido con su tradicional uniforme verde olivo y ondeando una banderita roja y negra que representa al movimiento 26 de Julio surgido de aquellos acontecimientos, en la primera fila, se encontraba también el expresidente Raúl Castro -su hermano Fidel fue el líder de aquellos hechos-, uno de los sobrevivientes del ataque a los cuarteles en 1953.
Las acciones contra los fuertes militares fallaron, algunos asaltantes murieron y otros fueron arrestados, aunque constituyó el momento en el cual despegó la lucha contra el dictador Fulgencio Batista.
Díaz-Canel reconoció las dificultades que viven sus compatriotas actualmente, pero aseguró que la “justicia social” sigue siendo la “guía” de las acciones del gobierno y en ello “se sostiene el equilibrio” de una sociedad como la cubana.
“El socialismo no puede seguir siendo difamado en nombre de la libertad, mientras se le cierran todas las puertas para el comercio, las finanzas, los negocios a los países que lo intentamos”, expresó el gobernante, quien calificó de “escandaloso abuso” a las sanciones de Washington contra la isla que llevan seis décadas buscando presionar un cambio de modelo.
Al mismo tiempo, aludió a la necesidad de mantener en la actualidad la misma fe en la “victoria final” que la mostrada por aquellos combatientes del Moncada.
Pese a las promesas del presidente Joe Biden de flexibilizar el trato a la isla, el gobierno de Estados Unidos mantuvo el embargo económico y recientemente incrementó sus críticas a Cuba acusándola de limitar la libertad de expresión de sus ciudadanos y condenando los procesos judiciales contra manifestantes que en julio del 2021 protagonizaron protestas, algunas de las cuales terminaron en violencia.
Ambos gobiernos tienen sus relaciones en un límite bajo, pero en abril pasado realizaron conversaciones sobre temas migratorios, uno de los de más actualidad, dado el incremento de los cubanos -y caribeños en general- que tratan de llegar a Estados Unidos.
El servicio de Aduanas y Protección de las Fronteras de Estados Unidos informó que en el año fiscal de octubre a junio, los oficiales de esa nación se habían topado con más de 150,000 cubanos en los límites del país, una cantidad superior a toda la crisis migratoria del Mariel en 1980 cuando salieron 125,000 isleños.