Eric Broten había planeado sembrar más de 2,000 hectáreas de maíz este año en su campo en Dakota del Norte, pero las persistentes lluvias primaverales limitaron este objetivo en un tercio en un estado donde una cuarta parte o más del maíz planificado podría quedar sin cultivarse este año.
La dificultad de sembrar maíz -el cultivo más abundante del mundo- en el norte de Estados Unidos se suma a una serie de cosechas problemáticas en todo el mundo que apuntan a varios años de escasez de suministros y altos costos de los alimentos.
La invasión de Rusia a Ucrania, un importante exportador agrícola, hizo que los precios del trigo, la soja y el maíz alcanzaran niveles casi récord a principios de este año.
El mal clima también ha reducido las cosechas de cereales en China, India, Sudamérica y partes de Europa. Mientras tanto, la escasez de fertilizantes está reduciendo los rendimientos de muchos cultivos en todo el planeta.
El mundo quizás nunca haya visto este nivel de interrupción agrícola simultánea, según ejecutivos, analistas de la industria, agricultores y economistas entrevistados por Reuters, lo que significa que puede llevar años volver a la seguridad alimentaria global.
“Por lo general, cuando estamos en un entorno de oferta y demanda ajustado, se puede reconstruir en una sola temporada de cultivo. Donde estamos hoy, y las limitaciones en torno al aumento de la producción y (la guerra en) Ucrania es de dos a tres años antes de salir del entorno actual”, señaló Jason Newton, economista jefe del productor de fertilizantes Nutrien Ltd.
El secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, dijo la semana pasada que el mundo enfrenta una crisis de hambre sin precedentes, con riesgo de hambrunas múltiples este año y una situación peor en el 2023.
Antes de una cosecha crucial en Norteamérica, los retrasos en la siembra de granos desde Manitoba a Indiana han generado preocupaciones sobre una menor producción.
Una cosecha de maíz más pequeña en los principales productores de Estados Unidos se extenderá a través de la cadena de suministro y hará que los consumidores paguen aún más por la carne de lo que ya pagan, ya que el maíz es una fuente clave de alimento para el ganado.
Los suministros mundiales de maíz han sido escasos desde que comenzó la pandemia en el 2020, debido a problemas de transporte y una fuerte demanda, y se espera que sigan cayendo.
El Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) espera que las existencias domésticas de maíz de fin de temporada bajen un 33% con respecto a los niveles previos a la pandemia en septiembre, antes de la cosecha de este año, y que desciendan en 37% en septiembre del 2023.
Retrasos en la siembra
En Dakota del Norte, el maíz normalmente estaría al menos a la altura de la rodilla a mediados de junio, pero solo alrededor de dos tercios de la cosecha del estado ha brotado del suelo.
A finales de mayo Broten recién pudo sembrar el maíz, y cambió su semilla por variedades de menor rendimiento y de temporada más corta dos veces antes de finalmente decidir que era demasiado tarde para sembrar más. Idealmente, habría terminado de implantar maíz para la primera semana del mes. No podía esperar más a que los campos se secaran.
“Estábamos trabajando en un terreno que estaba demasiado húmedo, tratando de obtener una cosecha”, indicó Broten, y señaló que las huellas de las ruedas aún son visibles en sus campos de maíz donde la maquinaria agrícola compactaba la tierra saturada.
El lento ritmo de siembra de primavera ya obligó al USDA a reducir su pronóstico de rendimiento nacional de maíz el mes pasado en cuatro bushels por acre. Solo ese recorte redujo el potencial de cosecha de Estados Unidos en más de nueve millones de toneladas, o el equivalente a casi la mitad de las importaciones estadounidenses récord de China el año pasado.
El gobierno de Joe Biden se movió para alentar la siembra como un medio para moderar la inflación de los precios de los alimentos, que ya es la más alta en décadas.
La Casa Blanca levantó las restricciones a la siembra en tierras ambientalmente sensibles, aumentó los fondos para la producción nacional de fertilizantes e hizo que más condados fueran elegibles para el seguro para sembrar una segunda cosecha este año.
Pero los beneficios han sido mínimos ya que la superficie conservada es limitada y el suelo puede ser menos productivo, mientras que los agricultores dudan en arriesgarse a la doble cosecha cuando las semillas y los productos químicos para cultivos tienen un precio tan alto.
Los agricultores de Estados Unidos también pueden dejar sin plantar casi 13 millones de hectáreas destinadas al maíz y, en su lugar, presentar reclamos de seguros que pueden compensarlos cuando el clima impide el trabajo de campo, según economistas de la Universidad de Illinois.
Los problemas se extienden hacia el norte a través de la frontera con Canadá, donde las fuertes nevadas durante abril fueron seguidas por una tormenta de lluvia en mayo que arrasó los campos de Gary Momotiuk y lo obligó a reubicar el ganado, presa del pánico en medio de la noche.
“Fue increíble lo alta que estaba el agua”, dijo Momotiuk, de 49 años, que cultiva cerca de Dauphin, Manitoba. “Probablemente fue la primera vez que pudimos pescar directamente en el corral”.
A mediados de junio, Momotiuk todavía tenía media hectárea sin plantar. Abandonó los planes de sembrar cultivos rentables de canola y trigo porque no tendrían tiempo de madurar y esperaba sembrar cebada para alimentar a su ganado.
Manitoba, el tercer productor provincial más grande de trigo de primavera y canola en Canadá, dejó 356,000 hectáreas sin sembrar, la mayor cantidad en ocho años y el 9% de las tierras agrícolas aseguradas de la provincia, según su Departamento de Agricultura.
Altos costos de insumos
Los agricultores podrían tener dificultades para recuperarse de los desafíos de esta temporada, ya que los costos de los insumos, desde los fertilizantes hasta el combustible que hace funcionar la maquinaria agrícola, siguen siendo elevados. La producción de granos puede verse afectada si los agricultores con márgenes reducidos recortan.
Scott Kay, vicepresidente de cultivos de Estados Unidos para BASF SE, advirtió que es probable que persista la escasez de herbicidas.
La producción de granos de Ucrania podría tardar años en recuperarse después de luchar contra la infraestructura destrozada de manejo, almacenamiento y envío de cultivos en un país que representaba hasta el 17% de las exportaciones mundiales de maíz y el 11% de las exportaciones de trigo antes de la guerra.
Incluso una vez que termine la guerra, es probable que los suministros globales de granos permanezcan estructuralmente ajustados, dijo Newton, economista de Nutrien.
Los esfuerzos para frenar el cambio climático están aumentando la demanda de cultivos para producir biocombustibles en lugar de alimentos y China está importando mucho más grano a medida que se queda sin nuevas tierras para la agricultura, dijo.
Juan Luciano, director ejecutivo del operador de granos Archer-Daniels-Midland Co, espera que los cultivos básicos mundiales sigan siendo escasos durante al menos dos años. La guerra creará una escasez mundial de trigo durante al menos tres temporadas, según el ministro de Agricultura de Ucrania.
Pero Broten, en Dakota del Norte, está más preocupado por el próximo año.
“Tuvimos oportunidades de comprar insumos a un precio decente, por lo que esos costos no reflejarán la producción de este año tanto como la del próximo. Espero ver aumentos sustanciales en mi costo de producción por una hectárea de maíz”, declaró.